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Remembranza

SIN LUGAR A DUDAS...

PATRICIO DE LA FUENTE
“Los debates han puesto de manifiesto el error, pero no solucionan el problema, ya que ni siquiera saben que se debe entender por democracia”.

— Oliveira

El primer debate presidencial en la historia moderna de México ocurre un 12 de mayo de 1994, año que en todos sentidos representó un cisma y hoy, con sólo evocarlo, nos provoca angustia e indefensión. Y es que en el transcurso de 12 meses acontecieron el alzamiento del EZLN en enero, Colosio fue asesinado en marzo, Ruiz Massieu en septiembre y a modo de funesto corolario vino la devaluación u “error” de diciembre, que truncó a las aspiraciones de continuidad del salinismo.

En aquél entonces, hacia 1994, los suspirantes más visibles y fuertes eran Cuauhtémoc Cárdenas por el PRD, Diego Fernández de Ceballos por el PAN y Ernesto Zedillo, candidato circunstancial del PRI tras el asesinato de Luis Donald Colosio.

A la fecha, una de las pocas cosas en las que muchos coincidimos es que, durante aquél debate televisado, Fernández de Ceballos hizo gala de una capacidad retórica y discursiva fuera de serie y resultó ganador, aunque después bajó notablemente su perfil mediático y prácticamente desaparecería de la campaña.

El ingeniero Cárdenas mostró aplomo y la congruencia que lo caracteriza pero la televisión nunca ha sido lo suyo. Zedillo, temeroso y errático, ocupó un penoso tercer lugar en la tabla. Sin embargo, el asesinato de Colosio generó, además de miedo, una suerte de empatía y solidaridad con el PRI. Por eso, en parte, Zedillo llegó a Los Pinos.

Las comparaciones son odiosas, y cuando se trata de paralelismos históricos, pueden volverse complicadas e inexactas. Pienso en aquél primer ejercicio, el de 1994 -recuerdo también el de 2000 y a Vicente Fox con su “hoy, hoy, hoy”- y francamente no sé si hoy en día resultan mejores o peores los encuentros que organiza la autoridad electoral.

Muchas plumas han escrito sobre los debates políticos de este proceso electoral. Sus ideas –coincidamos o no- tienen sustancia y mucho de razón. Rescato algunas líneas de la acertada columna del periodista Arturo González, aparecida el lunes en las páginas de esta casa editora, porque comparto su apremio en hacer las cosas de manera distinta.

“Es hora de modificar el papel que tiene el debate en la democracia mexicana para darle la relevancia que requiere, así como cambiar el formato por uno que obligue a los políticos a comportarse con mayor responsabilidad y profesionalismo de cara a la ciudadanía, pero, sobre todo, a hablarles con la verdad a aquellos a los que les piden su voto”, considera González.

En general, todos estamos de acuerdo en que necesitamos de mejores debates y perfeccionar sus formatos. Tanto en la forma como en el fondo, en lo que a debates políticos se refiere, nos falta un enorme camino por recorrer. Además, si pretendemos entusiasmar a los más jóvenes en la arena de lo público e invitarlos a participar, no será a través de formatos acartonados que nos recuerdan a la televisión de los años setenta como lo lograremos.

Por ello, inevitables las comparaciones, no puedo sino aplaudir los debates que han venido organizando distintos medios de comunicación –merece especial reconocimiento Noticieros Grem en mancuerna con El Siglo de Torreón- además de instituciones de educación superior en conjunto con la ciudadanía. Aplaudo y celebro también las diversas iniciativas ciudadanas que están marcando agenda y obligan a los candidatos a rendir cuentas de manera permanente.

Más allá de los debates, el problema de fondo es que, con sus honrosas excepciones, en general contamos con una clase política de pocos alcances en el marco de un sistema pervertido. Los espacios políticos, que antaño precisaban de un sentido de grandeza y altura de miras, hoy están ocupados por las personas y los perfiles equivocados. Nuestra tarea, la más apremiante, es rescatarlos, hacerlos nuestros y jamás volverlos a soltar. Sólo entonces tendremos mejores candidatos y grandes debates. Hoy estamos muy lejos de ambas cosas…

Nos leemos en Twitter y nos vemos por Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto

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