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Pacientes incompetentes

ARNOLDO KRAUS

El inmenso avance de la Medicina ha generado un nuevo grupo de enfermos otrora desconocidos. Ese nicho, denominado enfermos incompetentes -enfermos que no se valen por sí mismos-, es cada vez mayor. Unos son físicamente competentes y mentalmente incompetentes (su cuerpo funciona, su intelecto no funciona); otros son mentalmente competentes y físicamente incompetentes (su intelecto funciona, su cuerpo no responde). Accidentes, vejez, enfermedades y errores médicos son las causas principales de incompetencia.

Son diversas las teorías con respecto al conocimiento. Una, vinculada al conocimiento científico, sostiene que el saber crece por acumulación: con el tiempo se descubren más sucesos y se entienden mejor diversos hechos. Otra teoría asegura que el conocimiento aumenta cuando se reconocen o descubren errores.

En Medicina ambas teorías son vigentes. En algunas situaciones prevalece la acumulación; la clínica es buen ejemplo: el médico que más personas atiende, sabe más. En otras circunstancias, la identificación de errores estimula el conocimiento; quien comete un error y lo reconoce o se lo hacen notar, es factible que no lo repita. Cuando se descuidan o maltratan pacientes incompetentes algunos logros del conocimiento, como la Ética médica, deben cuestionarse. En las próximas líneas reflexiono exclusivamente sobre los adultos que fueron competentes y se tornaron incompetentes.

Para los librepensadores la autonomía de la persona es un derecho indiscutible. Las tragedias que viven algunos enfermos incompetentes, sobre todo aquellos cuyo intelecto les impide denunciar conductas vejatorias, pueden disminuirse si se siguen algunas directrices sencillas y se respeta la autonomía.

Algunos casos reproducidos por la prensa, donde se narran las desagradables peripecias de los familiares de enfermos mentalmente incompetentes, sometidos por tiempos prolongados, diez o más años, a todo tipo de tratamientos, incluyendo terapia intensiva, son parteaguas para alertar a la población sana de sus derechos. Casos emblemáticos son, inter alia, Eluana Englaro en Italia (2009) y Terri Schiavo en Estados Unidos (2005). Ambas permanecieron en estado vegetativo por más de diez años a pesar de que los padres de la primera, y el esposo de la segunda solicitaron, en repetidas ocasiones, que se les permitiese morir. Después de múltiples procesos legales a ambas se les retiró el apoyo y fallecieron tras largos, dolorosos, costosos y fútiles periplos. Fútil en Medicina implica, grosso modo, que la realización de procedimientos médicos no modificará el curso de la enfermedad.

Poco interesan al conocimiento y a la investigación médica los pacientes incompetentes. Son más estimulantes los enfermos con patologías complejas o víctimas de enfermedades que puedan significar grandes éxitos académicos o jugosas ganancias económicas. Los pacientes incompetentes no estimulan la creatividad médica. Desafortunadamente, son cada vez más los enfermos que perviven largos años en condiciones deplorables. El abandono y el descuido son fenómenos comunes. Familia, instituciones sociales, asilos, albergues e instituciones médico/psiquiátricas, no suelen satisfacer las necesidades de pacientes incompetentes.

La paradoja es compleja e interesante: el conocimiento médico ha logrado envejecer a la población y ha conseguido, en incontables situaciones, impedir la muerte de personas mentalmente incompetentes víctimas de patologías "graves". Debido a esa paradoja y otras circunstancias poco felices, en algunos países se han desarrollado las denominadas instrucciones o voluntades anticipadas (antes llamadas testamento en vida), así como la figura de un apoderado (también denominado poder notarial duradero).

Las instrucciones anticipadas son un documento escrito donde se establecen, entre otros avatares, los deseos de la persona con respecto al tratamiento a seguir u omitir en caso de enfermar mentalmente. El apoderado, por su parte, será el responsable de decidir cuando las instrucciones anticipadas no sean claras. El documento protege al enfermo del entorno médico, muchas veces sordo y torpe, y es, a la vez, una guía invaluable para que familiares y doctores sigan y cumplan la voluntad del afectado.

Ni las instrucciones anticipadas, ni el poder notarial duradero son infalibles; ambos pueden contener errores o ser incompletos. Sin embargo, su aplicación ha demostrado ser útil y ha contribuido a humanizar el proceso final de la enfermedad y a respetar la autonomía de la persona.

La generación de conocimiento en Medicina es (casi) infinita. Enhorabuena, enhorabuena, pero con matices. Las teorías que afirman que el conocimiento médico crece cuando los galenos aprenden de los errores son muy útiles; mucho se crece cuando se aprende de los traspiés. Prolongar sin razón la vida es absurdo. Los pacientes mentalmente incompetentes son cada vez más frecuentes. Viven más conforme aumenta la ciencia médica.

Notas insomnes. La dignidad de las personas que una vez fueron competentes y luego se tornaron incompetentes no depende del conocimiento médico, sino de la sabia aplicación que el doctor haga de los elementos médico/científicos. El edificio de la Ética médica, cada vez más resquebrajado, es el encargado de vigilar ese escenario.

(Médico)

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Escrito en: Arnoldo Kraus

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