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Las crisis financieras: lecciones de los países en desarrollo

FRANCISCO JAIME

En los años ochenta se presentó la primera gran crisis financiera en América Latina debido al incremento en la deuda pública que ocasionó serios problemas, al coincidir con un fuerte aumento en las salidas de capital, que redujeron la capacidad de pago de los países deudores. En 1991-92 se registró una crisis financiera al colapsar el Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio. El colapso se inició con la caída de la moneda sueca. La crisis mexicana de 1994-95 comenzó con una crisis bancaria debido al incremento imprudente del crédito al sector privado.

Se considera generalmente que la crisis financiera asiática se inició el 2 de julio de 1997, con la devaluación del bath tailandés que contagió a toda la región. Por otra parte, Hong Kong sufrió una crisis financiera en 1997-98 debido a un ataque especulativo autoprovocado al devaluar su moneda, siguiendo el ejemplo de las devaluaciones en otros países asiáticos. Rusia padeció una crisis financiera en 1998 causada por un severo deterioro de sus fundamentos macroeconómicos: recesión económica combinada con hiperinflación y una continua depreciación del rublo.

La crisis en Turquía de 2000-2001 tuvo como causa principal la pérdida de confianza en el sistema bancario, estructuralmente débil, ineficiente y corrompido. En lo referente a Argentina, la crisis del tipo de cambio se inició en 2001 y alcanzó su punto crítico en 2002 cuando se llevó a cabo una masiva devaluación de su moneda. Finalmente, la crisis financiera de 2008 se desató de manera directa debido al colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos en el año 2006, que provocó a fines de 2007 la llamada crisis de las hipotecas subprime.

El análisis económico de las crisis financieras es relativamente reciente, pero ha cobrado relevancia con gran rapidez. Hoy sabemos que los síntomas de una crisis de este tipo son el aumento de las entradas de capital, las burbujas especulativas, el auge del crédito, la ampliación del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos de un país, y la sobrevaluación de la moneda. Mientras que las características más sobresalientes son el aumento en las tasas de interés, la caída en las reservas extranjeras, la salida de capitales, el deterioro de los balances público y corporativos, y una severa caída en la producción nacional y en el mercado de valores.

En mayor detalle, la crisis mexicana fue el resultado de una combinación de factores económicos, financieros y políticos. Para Sebastián Edwards, experto del Banco Mundial, los más importantes fueron la apreciación real del peso, el amplio déficit de la cuenta corriente financiado con masivas entradas de capital de cartera, el bajo crecimiento de la productividad, y el declive del ahorro privado. En el centro de todo, sin embargo, fue la incapacidad del gobierno de Salinas de Gortari para implementar severas medidas de ajuste a mediados de 1994, cuando las condiciones externas se tornaron drásticamente contra México. En lugar de tomar las medidas correctivas consistentes con estas nuevas circunstancias, las autoridades mexicanas trataron de mantener el estatus quo mediante la emisión de grandes cantidades de deuda de corto plazo ligada al dólar, los infames tesobonos, haciendo la situación económica particularmente vulnerable a un ataque especulativo.

Finalmente, algunas de las grandes lecciones de las crisis de los países en desarrollo, como México, de acuerdo a Krugman y Obstfeld (Economía Internacional 2001: pp. 731-5) son: 1. Elección del régimen adecuado del tipo de cambio. La experiencia de México desde 1995, demuestra que los países en desarrollo más grandes pueden enfrentar bastante bien una crisis con un tipo de cambio flexible. 2. La importancia crucial de la banca. La fragilidad bancaria desempeño un papel crucial en la crisis de México e incluso en la de Suecia. 3. La secuencia adecuada de las medidas de reforma. Los países en desarrollo deberían proteger la apertura de la cuenta financiera hasta que el sistema financiero nacional sea lo suficientemente fuerte como para resistir los ocasionales vaivenes del capital mundial, es decir, poner salvaguardas y medidas de supervisión. 4. La importancia del contagio. El problema de contagio ha pasado al centro de la discusión sobre posibles reformas al sistema financiero internacional, tales como mayor transparencia, sistemas bancarios más fuertes, líneas de crédito mejoradas, y mayores entradas de capital respecto a instrumentos de deuda.

Estoy seguro de que las crisis financieras continuarán. Lo que desconozco es cuándo.

(Economista)

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