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Trappist 1 y sus planetas “habitables”

Buscando un nuevo hogar en las estrellas

Ilustración del sistema estelar con siete planetas de masa similar al nuestro. Foto: Revista Natura

Ilustración del sistema estelar con siete planetas de masa similar al nuestro. Foto: Revista Natura

ROBERTO ITURRIAGA

Los expertos astronómicos consideran que es cuestión de tiempo para enfocar bien las lentes de los telescopios y analizar los componentes químicos de esas superficies a 40 años luz de distancia.

Son poco más de 4.5 billones de años los que lleva la Tierra girando alrededor del Sol. Hasta ahora es el único lugar en el universo que nos ofrece la certeza de un ambiente cómodo y propicio para el desarrollo de vida en múltiples modalidades.

Hasta hace unas décadas, astrónomos y físicos del mundo no tenían muchas esperanzas de hallar lugares similares al mundo terrestre. Sin embargo, el avance de la tecnología permitió descubrir masas que compartían ciertas similitudes con el planeta azul. El caso más notable se difundió en febrero pasado: el hallazgo del sistema Trappist 1, ubicado a sólo '40 años luz' de distancia.

El 22 de febrero, la Agencia Espacial de Estados Unidos (NASA por sus siglas en inglés), en conjunto con la revista especializada Nature, anunció que se habían detectado siete planetas que orbitan una estrella enana, casi todos con características 'muy parecidas' a las de la Tierra, es decir, con posibilidades de albergar seres vivos.

La investigación inició hace un par de años. Especialistas de la Agencia Espacial Europea enfocaron esfuerzos y lentes de alta potencia en detallar la naturaleza de la estrella de Trappist 1; para enero de 2016 los trabajos continuaban en colaboración con responsables de telescopios en Chile, Sudáfrica, Estados Unidos y España.

En primera instancia, lograron confirmar la existencia de seis cuerpos celestes en la órbita estudiada. Para detectar el séptimo fue necesario utilizar a fondo el telescopio Spitzer de la NASA. Los datos se prepararon de tal forma que ya se anticipaba uno de los anuncios “más importantes que se hayan hecho jamas” en el renglón astronómico.

El tema hizo eco en todo el mundo, se trataba de una de las revelaciones astronómicas de mayor calado en mucho tiempo, un paso en la ruta para responder a la cuestión de si estamos solos o acompañados en el universo. La noticia se viralizó rápidamente en redes sociales debido a la 'cercanía' de esas masas parecidas a la Tierra.

La euforia por el descubrimiento de siete sitios que reúnen características como para pensar en una potencial colonización contagió a los medios de comunicación. Días después la misma NASA pidió prudencia y tiempo para seguir analizando a Trappist 1 y sus satélites.

CALMA

El hallazgo, según Neil deGrasse Tyson, astrofísico y director del Planetario Hyden en Nueva York, podía causar frustración en muchas personas ya que se trata de “un avance significativo para la búsqueda de nuevos mundos con vida, pero con la tecnología actual no podemos ni siquiera considerar la idea de visitarlos, aún necesitamos trabajar en formas de viajar más rápido en el universo y evitar nuestra autodestrucción como especie”.

El científico estadounidense celebró el hecho de que estemos a '40 años luz' de un septeto con características similares a la Tierra. Sin embargo, recalcó, llegar a ellos en una nave de propulsión tradicional, como los ahora descontinuados transbordadores, tardaría 1.5 millones de años, eso siempre y cuando la raza humana siga existiendo y se encuentre alguna forma de mantener la comunicación.

Unos 200 mil años atrás, los seres humanos dieron sus primeros pasos como la especie dominante de la Tierra. Pensar en un traslado como el que implica ese nuevo horizonte revelado, según declaró el mismo deGrasse Tyson, resulta 'nada práctico' si imaginamos lo que pasará en una cantidad de años siete veces mayor.

A pesar de la lejanía de Trappist 1, el tema no se agota, menos si se considera que no es la única investigación que pretende conducir a nuevos veneros. Una de las tareas permanentes de la NASA es la búsqueda de nuevos mundos. En esa dirección la agencia enfoca sus telescopios, envía sus sondas y a veces colabora con otras oficinas espaciales.

¿UNA NUEVA TIERRA?

Una estrella enana roja es la que une al sistema encontrado. Según el anuncio de la revista Nature, se trata de un astro con un tamaño similar al de Júpiter, es decir, apenas el 8 por ciento de la masa que tiene nuestro Sol. De los siete planetas, casi todos podrían tener una superficie rocosa y mientras los dos primeros estarían demasiado calientes, los dos últimos serían extremadamente fríos. Se estima que los tres globos centrales son los que en un momento dado puedan albergar vida; los datos recabados por la agencia norteamericana se resumen en la fórmula “zona habitable”. Esto significa que en sus masas se combinaría la presencia de temperaturas relativamente templadas y de una atmósfera potencialmente capaz de generar condiciones para vivir.

La mayor parte de la comunidad científica está de acuerdo en que la vida extraterrestre podría tener dimensiones microscópicas, como ciertas algas o los tardígrados (animales que pueden soportar temperaturas y condiciones extremas). Dicho de otra forma, las especies que sería factible encontrar en Trappist 1 estarían muy alejadas de los conceptos de seres provenientes del espacio exterior que manejan las películas de Hollywood.

Un factor en contra de ese horizonte interestelar es la cercanía de los planetas con respecto a su estrella. El mundo más alejado tiene un año de apenas 20 días terrestres, mientras que el más cercano completa su órbita en apenas un día y medio. Tal información hace suponer que, como ocurre con nuestra luna, solamente ofrecen una cara a su centro solar, es decir, habría una zona fría y otra cálida en cada masa y la idea sería centrar la búsqueda en las franjas intermedias.

Un aspecto destacado es que prácticamente todos los integrantes del septeto descubierto tienen un tamaño similar al de la Tierra. Los científicos no han confirmado si alguno cuenta con agua en estado sólido o líquido, cuestión que de acuerdo con varios analistas, sería una segunda revelación importante con miras a averiguar si realmente existe vida en ese sistema. La comunidad investigadora confía en que responderá esa interrogante.

Los expertos astronómicos consideran que es cuestión de tiempo para enfocar bien las lentes de los telescopios y analizar los componentes químicos de esas superficies a 40 años luz de distancia. La misión es recabar más datos para dar con la certeza de que esos mundos efectivamente poseen condiciones para convertirse en nuevos hogares de la especie humana.

Las especulaciones a propósito de los cuerpos celestes de Trappist 1 pueden ser numerosas. Lo cierto es que el haberlos encontrado implica, en potencia, la existencia de millones de sistemas con características similares al que alberga a la Tierra. Dicha conclusión se extrae de que las estrellas enanas rojas son más comunes que el Sol o que las llamadas enanas blancas.

La búsqueda de lugares por colonizar se había limitado a Marte, algún satélite de Júpiter como “Europa” o la Luna terrestre. Además, la idea de encontrar agua era un aspecto secundario de las investigaciones; los estudios se centraban en 'batallar' contra las condiciones extremas de tales lugares.

El entusiasmo por descubrimientos que hacen pensar en una futura colonización espacial genera una gran cantidad de expectativas en la comunidad astronómica. En el equipo que descubrió Trappist 1 se han aventurado a realizar predicciones temerarias.

“La pregunta de si estamos solos en el universo se responderá en las próximas décadas”, aseguró Thomas Zurbuchen, investigador de la NASA.

Gracias a los siete cuerpos celestes detectados, los pensamientos de los astrónomos están llenos de optimismo. Una primera consecuencia es que la búsqueda primordial de lugares espaciales no se centrará en masas con superficies sólidas y temperaturas relativamente templadas, sino en sitios que puedan albergar agua o incluso vegetación que lleve a cabo algún tipo de fotosíntesis. Las posibilidades son tantas o tan pocas como estrellas hay en la Vía Láctea.

Correo-e: [email protected]

Telescopio espacial Spitzer. Foto: NASA/Caltech/Jet Propulsion Laboratory.
Telescopio espacial Spitzer. Foto: NASA/Caltech/Jet Propulsion Laboratory.
Ilustración del sistema estelar con siete planetas de masa similar al nuestro. Foto: Revista Natura
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Astrofísico Neil deGrasse Tyson. Foto: Collider
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