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Al Larguero

CARÁCTER

ALEJANDRO TOVAR

Bien dicen los que saben respecto de humanismo, que en las bagatelas y cuando está desprevenido es cuando el hombre pone mejor de manifiesto su carácter, por ello insisten los especialistas, que también gustan del futbol, que "Don Chepo" reacciona de forma vibrante cuando está demasiado presionado y algo le da oportunidad de soltar los gritos desbocados, como la celebración del segundo tanto al América, que molestó a "Don La Volpe", argentino con autoestima demasiado elevada como para conceder un centímetro de espacio al mérito y alegría del rival.

Está demasiado claro en la vida que hay ciertas cualidades que no se notan en quien las posee pero que se echan invariablemente de menos en quien no las tiene, por ello José Manuel, que es un tipo culto, alegre, bromista y educado cuando está relajado, en la cancha suele disfrazarse del color que le ordenan los viejos fantasmas que le regresan en manada cuando sus hombres, a menudo, no pueden sostener la ventaja y se van quedando incrédulos y paralizados.

Cuando Santos Laguna viene dominando ese estilo brusco, motivante y de inmenso atractivo, que incluso fascina por su arrojo, vendiendo bien su imagen a su pueblo, hipnotizando al rival, cortándole los espacios, sobre todo cuando Osvaldo mete ciencia y futbol desde el control de mando y emite mensajes de ilusión en cada pelota filtrada que hacen despertar a Furch o que obligan a Tavares a meter segunda y al "Cabecita" jugar más en diagonal y mirando al arco.

Pero al regresar del descanso, parece que todos en el vestuario salieron impresionados por la visita de algún monstruo y muchas cosas cambian, como si se cambiara el escenario por una fiesta de historias para mentes curiosas y de pronto ese equipo que se veía compacto y ordenado, muta por una tropilla que sólo actúa a la mitad de lo que había mostrado antes y la paciencia del gentío empieza a minarse, ve que los defectos han sido amplificados y las dificultades, agrandadas.

Cuando el equipo empieza a andar a remolque es que llega el de siempre, no como revulsivo, sino como cobertura de las espaldas y todo el mundo reza con "Don Chepo" y su estelar De Buen, quien tiene la obligación de actuar como turista recién llegado y apoderarse de la escena, cuando tal vez al espacio debiera ingresar también al padre Zataráin para una plegaria.

De la Torre es inteligente y conoce la cojera de sus corceles, aunque no lo acepta y suele tornar su rostro agradable y de finos modales por las palabras cortadas y la cara de ogro vespertino para envolver al periodismo, sabiendo que muchos de ellos son militantes y cuestionan lo mínimo pero no puede engañarse a sí mismo, ni a los conocedores. Todos ellos saben, comenzando por el DT que la aventura siguiente no puede ser de ilusión completa sin desterrar la irregularidad. Más que trabajo, concentración y rezos hará falta ahuyentar a los fantasmas que atacan por la noche.

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