‘Tanto peca el que mata la vaca...
Como el que le detiene la pata”, reza el viejo refrán, el cual no aplica o no aplicó en la captura del exgobernador de Veracruz César Duarte; toda vez que habiendo evidencia de delitos en la señora. Karime Macías Tubilla y familiares cercanos a ambos: César Duarte y su esposa, la justicia, perdón, la PGR abrió los ojos, y una vez más negoció la captura; en otras palabras: “me entregas a tu esposo y te exonero a ti y a tu familia de todos los cargos”. Nomás faltó agregar “habidos y por haber”.
Ese tipo de negociación, en términos de justicia no es nuevo aquí en nuestro país. De hecho es una práctica común en muchos países; pero, en este caso se ha exagerado. “Dame a Duarte y de los cinco delitos imputados te quito tres”. Esa sería una negociación más o menos justa tanto para Judas como para el Sanedrín, para ubicarnos en términos de la Semana Santa.
En la ingenua bondad del lector, tal vez no quepa la idea de un “arreglo” para la captura, pero si así hubiera sido, entonces ¿cómo explicar la demora, sabiéndose ya su ubicación desde el mes de noviembre?
La sabia filosofía popular nos deja la duda; y a pesar de este logro en términos de justicia, no debemos lanzar las campanas al vuelo, pues el campo de la corrupción y de la impunidad ha sido bien cultivado desde hace décadas y el fruto de la justicia que eventualmente se recoge es tan limitado y sospechoso para saborearlo que más bien parece nos están dando atole con el dedo. Pero, bueno, “de lo perdido lo encontrado”, reza otro adagio.
Ahora, sólo esperamos que los jueces no minimicen los delitos, ni justifiquen los delitos como lo hizo el académico de la UNAM, Marcelino Perelló en el caso de pederastia y abuso sexual en el que los Porkys se vieron implicados; pues lo deseable por nuestra sociedad es que vaya habiendo concientización de nuestros gobernantes y en general de toda la clase política, incluyendo candidatos a cualquier cargo público. Que tengan presente que quien vota por ellos, está otorgándoles su confianza, y que lo que más desea es que defienda el interés común.
Héctor García Pérez,
Gómez Palacio, Durango.
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Sin memoria ni conciencia
En el discurso del Papa, al recibir el Premio Carlomagno, no podía faltar el recuerdo al empeño europeo de abatir aquel muro que dividía al continente desde Báltico al Adriático, empeño que apoyó con tanta clarividencia y pasión san Juan Pablo II, el primer pontífice eslavo de la historia.
Y sin embargo, subrayó Francisco, hoy se ha perdido la memoria de ese esfuerzo y la conciencia del drama que provocó aquella división.
La Europa que venció aquella batalla, es la misma que ahora discute cómo dejar fuera de su ámbito los peligros de nuestro tiempo, comenzando por la larga columna de quienes llaman sus puertas huyendo del hambre y de la guerra.
Francisco no se anduvo por las ramas a la hora de advertir que los valores de dignidad, libertad y justicia, que conforman la identidad europea, sólo pervivirán si mantienen su nexo vital con la raíz cristiana que los engendró. En esto no hay sombra de nostalgia ni de confesionalismo, sino el cimiento para edificar una verdadera laicidad en la que puedan reconocerse y encontrarse creyentes y no creyentes.
Jesús Domingo Martínez,
Girona, España.
