EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Liderazgos públicos y participación ciudadana

A la ciudadanía

Gerardo Jiménez González

Cada vez que ocurre un proceso electoral los ciudadanos nos preguntamos, particularmente si éste es local, de qué manera incidirá en la vida que llevamos, si contribuirá a resolver mitigar o resolver los problemas que enfrentamos en nuestro curso por los espacios públicos, el entorno vecinal, laboral, escolar y privado, y qué consecuencias tendrá posteriormente.

Los ciudadanos que nos desempeñamos en el ámbito de la sociedad civil, en el ámbito particular o privado regimos nuestras pautas de vida acorde a las posibilidades y oportunidades que tenemos, vemos los procesos electorales de manera coyuntural, el trazo de nuestra longitud de vida es mayor que el que se crea cuando hay elecciones, y éstas nos interesan cuando creemos que incidirán en el trabajo, el barrio o la colonia, los lugares públicos o privados, la escuela y otras estructuras que conforman el tejido social.

Nuestra vida se desarrolla en un ámbito en el que no dependemos para trabajar y obtener los ingresos que percibimos de alguna entidad pública, aun cuando interactuamos, quizá cotidianamente, con ellas. Una mayor interacción entre nuestras actividades privadas con respecto a los asuntos estatales (entendido como de los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial) nos intersecciona con las actividades públicas.

Por ejemplo, si somos proveedores privados de bienes o servicios de las oficinas de gobierno, si buscamos contratos de obra pública, si nuestro trabajo este asociado con gestiones regulares con oficinas estatales, o cualquier otra actividad asociada a la generación y distribución de la renta urbana en la que participa un gobierno local, sea este municipal o estatal, en la que pensamos que hace necesario una relación con las instituciones públicas, como integrantes de la sociedad civil interactuamos con la sociedad política.

Dentro de esta última también se encuentran las personas que se involucran de manera permanente en algunos de los organismos políticos durante todo el año o la mayor parte de éste, y no sólo en la coyuntura del proceso electoral, que obtengamos nuestros ingresos principales de esa vida partidaria y formemos parte a nivel de liderazgo (o cacicazgo) permanente o relativamente permanente en las estructuras sociales que los partidos crean en los diferentes espacios o relaciones del tejido social (o capital social), estableciendo una intersección con el tejido político (o capital político).

Cuando esa intersección es fuerte y la fortaleza depende del grado y forma de inserción que el organismo político construya en el seno de esas estructuras sociales, el impacto que tienen esos liderazgos en las comunidades a las que pertenecen o en las cuales inciden desde su exterior, es posible que esas estructuras de los partidos también incidan en la jornada electoral y los resultados de esta.

En el sistema político se accede al poder principalmente a través de los partidos políticos, a pesar del desprestigio que éstos tienen, así lo matizan los comunicadores de medios, voces académicas y entre los propios ciudadanos, es posible que la crisis por la que atraviesan los partidos tradicionales o más antiguos, derive tanto en una mayor competencia electoral o en que sean rebasados por los procesos sociales y movimientos ciudadanos de quienes emanan candidatos, como los llamados independientes, como se observa salpicadamente desde casos como el reciente de Kumamoto en Jalisco (el más legítimo) en México, hasta el ascenso de Chávez en Venezuela o los recientes casos de Estados Unidos o Francia.

Los líderes partidistas y gubernamentales entienden la importancia de mantener la inserción e influencia de sus organismos partidarios y las instituciones públicas en el seno de la sociedad civil, en esas estructuras de la vida privada que interactúan socialmente. La desarticulación del viejo régimen político corporativo de México hace replantear las formas actuales de inserción e influencia de los partidos y el gobierno ante un mayor ejercicio de ciudadanía de los mexicanos; tal puja y la situación social prevaleciente los pone en crisis.

La crisis de los partidos políticos les ha conducido a recurrir a un discurso y agenda de gobierno retórico y demagógico, al cual se ha denominado populismo; de la derecha a la izquierda, y viceversa, se acusan de populistas.

Lo que quizá estos líderes convencionales, envueltos en la lógica del poder, de la competencia permanente que ella implica, deben considerar si las políticas gubernamentales que aplican y la forma en que ejercen los liderazgos partidarios corresponden al interés ciudadano, si van dirigidas a que mejore su calidad de vida, de ello dependerá resolver la crisis de legitimidad que enfrentan.

El futuro de estos liderazgos depende de la forma y los objetivos en que reconstruyan esa relación, si no continuará lo que ya ocurre: que la innovación política en las relaciones entre gobernantes y ciudadanos provenga de estos últimos, ampliando los espacios y mecanismos de participación ciudadana por voluntad ciudadana y no por iniciativa de dichos liderazgos.

Localmente, el Reglamento de Participación Ciudadana de Torreón es un catalizador de una situación particular que puede, si los ciudadanos nos involucramos, contribuir a esa apertura; ojalá lo entendamos así, la democracia nos conviene a todos, o a la mayoría. En México y en Torreón, están sucediendo procesos de construcción de gobernanza local que impulsa nuevos liderazgos políticos diferentes a los convencionales; ya inició su formación y está emanando de la participación ciudadana, esa es la tendencia para los próximos años.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: A la ciudadanía

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1335084

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx