Consternación. Una familia duranguense regresó a su tierra para sepultar a su pequeño. Murió en el tiroteo que se registró el pasado 10 de abril en una escuela de San Bernardino, California.
Fue alegría e inspiración para su familia y a sus apenas ocho años, Jonathan Martínez dejó una importante huella que inclusive traspasó las fronteras que cualquier muro pueda imponer.
Su familia lo recordará por siempre como un niño risueño, colmado de amor para los demás. Un pequeño que desde su nacimiento representó retos que sus padres afrontaron con valentía tras el diagnóstico de Síndrome de Williams, un trastorno que provoca problemas cardiovasculares, por lo que buscaron la mejor atención para su pequeño.