Le pregunto a don Abundio el del Potrero:
-¿Qué horas son?
Pregunta él a su vez:
-¿Hora cristiana u hora del gobierno?
Para él la hora cristiana es la de siempre; la del gobierno es la del cambio de horario.
El Sol no sabe de mudanzas y sale a la hora que debe salir. Yo lo espero cada amanecer. Cuando todavía las cosas son sombras de las cosas llego con mi taza de café al sillón frailesco que da frente al amplio ventanal y ahí espero la llegada de la luz. Brilla de pronto en el más alto pico del monte que llaman de Las Ánimas, y a su claror todo el mundo vuelve a ser.
Yo vuelvo a ser, también. También yo vuelvo a amanecer. Soy otra cosa más entre las otras cosas, otro ser con los seres que aquí son y que en la luz han vuelto a ser: el nogal grande del huerto; el agua que va pasando por la acequia; el tempranero pájaro cantor.
¿Qué horas son?
Son las horas de la vida.
¡Hasta mañana!...