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Nuestra democracia de opereta

Mirando a fondo

VÍCTOR GONZÁLEZ AVELAR

ENTRADA.- En las diversas encuestas que se han levantado en países prósperos y también en los llamados del tercer mundo respecto de cuáles serían las principales prioridades a satisfacer, la mayoría de los encuestados manifestaron como de urgentes las siguientes seis prioridades: seguridad, educación, salud, seguridad social un sistema de pensiones eficaz y la creación de fuentes de trabajo.

En la gran mayoría de las encuestas la democracia como tal no apareció como una principalísima prioridad, por el contrario, vino a ocupar un séptimo u octavo lugar de entre las urgencias a satisfacer.

SOPA.- Durante el devenir histórico cada uno de los países ha sabido crear después, de un largo y complicado proceso constitucional, el sistema democrático que mejor se adaptó a su propia idiosincrasia.

Esto nos lleva a la consideración de que la democracia finalmente viene siendo un subproducto del propio desarrollo económico y social de cada país.

La democracia no es un sistema que pueda imponerse por decreto: "hoy vamos a dejar de ser una sociedad oprimida en donde no se respetan los derechos humanos, corrupta, falta de transparencia y sin rendición de cuentas para que por la mañana amanezcamos viviendo una democracia tipo Suecia o Dinamarca".

Este ha sido seguramente un grave error histórico de los mexicanos. Hemos sido tercos tratando de implantar una entelequia democrática, cuando la sociedad tiene aun muchos otros pendientes sin resolver que demandan una mayor urgencia y prioridad.

No es posible instituir un verdadero sistema democrático en un país en donde el resultado de las elecciones, en la que participan más de 40 millones de pobres, puedan llegarse a modificar mediante el regalo de un tinaco, una lata de pintura, un bulto de cemento o una miserable despensa.

No es posible el florecimiento de una democracia en un país carente de servicios de salud, con millones de habitantes que vegetan miserables al borde de la pobreza extrema; donde no existen fuentes de trabajo; carente de un sistema de pensiones y jubilaciones o falto de suficientes escuelas con calidad educativa.

¿Cómo es posible establecer un sistema democrático en un país en donde existen los llamados usos y costumbres, que permiten a los padres vender a sus hijas por 500 pesos?

PLATO FUERTE La democracia es un subproducto del mismo desarrollo de la sociedad no el resultado de voluntarismo legislativo.

Pero como buenos latinoamericanos que somos, seguimos creyendo que es mediante leyes como se transforma a la sociedad. Con ese pensamiento los mexicanos nos hemos dedicado con incansable afán a producir leyes, en la creencia de que haciendo leyes acabaremos con nuestros problemas.

Actualmente tenemos más de 400 leyes federales e igual número de reglamentos; las entidades federativas han producido cerca de 12 mil leyes, reglamentos, decretos y circulares y los municipios también miles de leyes y reglamentos. Esto quiere decir que por leyes no ha quedado, aunque casi ninguna se cumpla.

POSTRE En ese terrible afán de inventar la democracia a la mexicana e implantarla por decreto hemos creado decenas de instituciones que no funcionan y llegado a un estado demencial de pagar, subsidiar y sostener a los partidos políticos y a sus dirigentes.

Por otra parte, seguimos fomentando el "clientelismo" entre los ciudadanos hasta hacerlos dormir en la vía pública para que documenten sus "tarjetas monedero"; pero paradójicamente el INE persigue con ferocidad digna de mejores causas a los candidatos supervisándoles cada prenda o regalo que dan a sus pretendidos simpatizantes. Este extraño sistema democrático que nos hemos impuesto se ha convertido en una feroz competencia de regalos y donativos para los futuros votantes. Tenemos el rarísimo sistema democrático en donde el estado y los partidos políticos regalan dinero y tinacos a los ciudadanos con recursos fiscales que usted y yo pagamos.

 DIGESTIVO.- La pobreza y miseria de grandes sectores de nuestra población les ha obligado a cotizar comercialmente su voto. Vivimos una democracia surrealista un verdadero holograma imaginado que nada tiene que ver con el tradicional sistema democrático, y lo que es peor, manejado por el INE y los partidos políticos lo que da como resultado una democracia de opereta.

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