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Bertrand Russell y la felicidad posible

FRANCISCO JAIME

Bertrand Russell, el gran filósofo, matemático, lógico y escritor inglés nació en 1872, en el seno de una rancia y encumbrada familia aristocrática, y murió en 1970 a los 97 años. Educado en el Trinity College de la Universidad de Cambridge, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1950, es conocido por su influencia en la filosofía analítica, sus trabajos matemáticos y su activismo social.

Permítasenos iniciar el tema de hoy con una síntesis de la vida y obra de Russell, realizada de manera inigualable por Frederick Copleston (Historia de la Filosofía, Vol. VIII, Ariel, 1983, p.408): "De todos los filósofos ingleses contemporáneos, Bertrand Russell es con mucho el más conocido. Esto se debe en parte al hecho de que ha publicado un número considerable de libros y ensayos sobre temas morales, sociales y políticos, salpicados de notas divertidas y estimulantes, y escritos a un nivel que puede entender un público difícilmente capaz de apreciar sus contribuciones más técnicas al pensamiento filosófico. Y son en gran parte estas publicaciones las que han hecho de Russell un profeta del humanismo liberal, un héroe de los que se consideran racionalistas, libre de las cadenas del dogma religioso y metafísico y, sin embargo, dedicado al mismo tiempo a la causa de la libertad humana, contra el totalitarismo, y del progreso social y político basado en principios racionales". Para Copleston, otra causa que ha contribuido a su gran fama, es su compromiso activo con los problemas de interés general, participando con coraje y convicción. "Y la combinación del aristócrata, el filósofo, el ensayista volteriano y el propagandista ardiente, es natural que haya hecho impacto en la imaginación del público".

No me considero competente para juzgar su obra filosófica, pero sí de esbozar unos breves comentarios sobre una de sus obras más conocidas, accesibles y estimulantes; me refiero a "La conquista de la felicidad" (1930). En el prólogo de la versión española (Espasa-Calpe, 1985), el mismo Russell nos motiva a su lectura, en gran parte debido a su accesibilidad: "Este libro no se escribe para los cultos ni para quienes creen que no deben hablar sino de problemas prácticos. En las páginas que siguen no se encontrará profunda filosofía ni concienzuda erudición. Mi propósito es hacer algunas observaciones, que me parecen inspiradas por el sentido común. Todo el mérito que atribuyo a las recetas que ofrezco al lector, consiste en que están confirmadas por mi propia observación y experiencia y en que han aumentado mi propia felicidad siempre que he procedido de acuerdo a ellas".

En la primera parte de la obra se analizan las causas de la desgracia, y al preguntarse ¿Por qué es desgraciada la gente?, descubre que se debe al pesimismo, a la competencia entre los hombres, al fastidio y la excitación, a la fatiga, a la envidia, al concepto de pecado, a la manía persecutoria, y al miedo a la opinión pública. En la segunda parte, al examinar las causas de la felicidad, inicia con una afirmación: ¡Todavía es posible la felicidad!, y a continuación, las causas que hacen a las personas felices: el entusiasmo, el afecto, la familia, el trabajo, los intereses no personales, es decir lo que le atrae en sus horas de ocio, y finalmente, el esfuerzo y la resignación.

En mi opinión, en uno de los párrafos más afortunados (p.95), Russell afirma que el mundo es amplio y nuestros poderes limitados. A partir de este hecho, si nuestra felicidad ha de depender de las circunstancias personales, es probable que pidamos a la vida más de lo que puede darnos, y pedir demasiado es el mejor camino para obtener lo menos posible. Nos recomienda hacer un esfuerzo para olvidar nuestras preocupaciones, interesándonos en algo impersonal, que nos permita adquirir reposo y calma para afrontar de buen humor toda molestia y gozar de una felicidad genuina aunque sea temporal. Finalmente, Bertrand Russell, a quien en cierta ocasión se le llamó "el filósofo de todas las filosofías" nos recuerda que el secreto de la felicidad es este: "que tus intereses sean lo más amplios posible y que tus reacciones hacia cosas y personas interesantes sean amistosas en vez de ser hostiles"

Si bien es cierto, como lo afirma Fernando Savater, el popular filósofo español, la obra de Russell constituye "Una lección de sentido común", esto no significa que el filósofo inglés no examine los problemas más agudos de la vida humana con una penetración extraordinaria, "componiendo un verdadero tratado del arte de ser feliz" según se afirma en la primera versión española citada arriba. No sé si la lectura del libro que he esbozado ayude a las personas a ser más felices, pero estoy convencido que disfrutarán al menos de una fluida y brillante prosa.

(Economista)

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