El verdadero cáncer en México
Pareciera que Trump, cuando nos tachó de “hombres malos”, sabía más de lo que los propios mexicanos sabemos de nosotros mismos; o que sabiéndolo, somos por cobardía incapaces de denunciar y de actuar en consecuencia; lo que nos hace cómplices por omisión.
Si del caso Rubén Moreira se trata, el ahora exgobernador de Coahuila, en España fue apresado por hallarse culpable de lavado de dinero; delito éste, que desestimó la PGR de nuestro país, y que por “arte de magia “, luego fue exonerado de ese delito. Fue nota periodística nacional el hecho de que el exmandatario estatal Moreira mostrara poco sentido común (irresponsabilidad) al derrochar en el montaje del teatro populista que lo llevaría a la presidencia de su partido político (PRI).
Siguió después la noticia acerca de Javier Villarreal, el entonces tesorero en la administración de Rubén Moreira; el cual por el mismo delito que su jefe Moreira, fue acusado y apresado en Estados Unidos. El susodicho empleado estatal resultó un ladrón de altos vuelos al falsificar documentos para obtener del gobierno federal cientos de millones de pesos. Y ahora son 35 mil millones de pesos que se están pagando con los impuestos de los coahuilenses.
Hoy por hoy, el cinismo es la cara cuasi natural de cada político, sin importar el nivel ni el partido al que dicen pertenecer; pero es en las gubernaturas donde se han rebasado los límites de la decencia. Siempre ha sido el engaño, la promesa hueca el gancho para pescar electores, pero luego que son electos, la cara amable que mostraban en campaña toma las facciones de la desfachatez, la hipocresía, y luego cuando se insinúa o se demuestra su deshonestidad se dicen víctimas de “compló”.
No es de sorprender que en este sexenio, de ocho gobernadores que enfrentan acusaciones por distintos delitos relacionados con sus funciones públicas, sean 7 gobernadores del PRI y uno del PAN.
Sonora, Veracruz, Quintana Roo, Chihuahua, Durango, Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila son algunos de los estados que han sido defraudados por sus gobernantes. Y no piense que sólo son ocho; en realidad, según el periódico Vanguardia en su edición del 18 de enero de 2016, había 14 gobernadores acusados de peculado en los últimos 15 años. Si hace más de un año eran 14, no dude usted que ahora sean más.
Por si fuera poco, recuerde al fiscal de Nayarit Édgar Veytia, relacionado con el cártel del Jalisco, y qué me dice del exgobernador de Tamaulipas Tomás Yarrington, amigo del cártel del Golfo, apresado recientemente en Italia. (ojalá no los exonere la PGR).
Que la corrupción y la impunidad son el cáncer de México es verdad de Perogrullo, y un cáncer no se cura de la noche a la mañana; habrán de pasar muchos años y varias generaciones, para limpiar el cochambre político que se ha acumulado desde que a Jesús Reyes Heroles González Garza se le ocurrió la brillante idea de dar cabida al registro de partiditos satélites, que servirían de comparsa del partido en el poder (PRI).
Hoy, los vericuetos de las leyes en política son de tal complejidad, que se requiere un doctorado para fungir como estratega y encontrar la puerta para que un exgobernador (Humberto Moreira) juzgado por el pueblo de Coahuila como corrupto, pretenda postularse como diputado, aunque sea plurinominal, y no importa que sea por un partidillo, comparsa del PRI. Lo que importa es obtener el fuero que lo protegería en caso de que en 2018, López Obrador llegara a los Pinos. ¿Será?
Héctor García Pérez,
Gómez Palacio, Durango.
