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Veterano de la Armada de EU se siente engañado por su deportación

Junto con otras 16 personas por casos diferentes, lo deportan por Mexicali y sin dinero. (ARCHIVO)

Junto con otras 16 personas por casos diferentes, lo deportan por Mexicali y sin dinero. (ARCHIVO)

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Traicionado, engañado y decepcionado, entre otros sentimientos negativos, es el sabor que le quedó al veterano de la US Army (Armada de Estados Unidos), Fabián Rebolledo Cuevas, luego de haber sido deportado de Estados Unidos a México.

Enlistado en 1997 a los 23 años en el Ejército estadunidense, el veterano originario de Cuernavaca, Morelos, que llegó a ese país llevado por sus padres a los 13, dijo que se le había asegurado que por prestar servicio podría obtener su ciudadanía legal.

“Al año de llegar a Los Angeles, California, mis padres me pusieron en la escuela, terminé la High School comunitaria en Rio Hondo, California, pero tuve que dejarla para ayudarles a mis padres en los gastos”, recordó.

Continuó que luego de firmar su primer enlistamiento “ya me sentía parte del gobierno; a varios de mis sargentos, tenientes y hasta a mi capitán, les pregunté que si ya era ciudadano y me dijeron que ya no ocupaba ningún pasaporte, porque sí lo era”.

Inclusive, en 1999 fue enviado a Kosovo, luego a Grecia y después a Italia y, finalmente, regresó a Carolina del Norte como integrante de la unidad 82 de paracaidismo, de las más reconocidas en Estados Unidos.

“Después de mi servicio, trabajé para la universidad por un periodo de tres años, siempre con la misma mentalidad de que ya era ciudadano estadunidense, incluso viajaba a Tijuana y nunca presente ni un papel por esa razón”, manifestó.

Recordó que durante sus cruces nunca exhibió ningún documento a los oficiales de migración estadunidenses, “afortunadamente no tuve problemas, yo sólo les decía que era ciudadano de ese país, y me dejaban pasar”.

Sin embargo, al tiempo, en 2005 y ya trabajando como contratista en su propia compañía de construcción, recibió una carta de migración en la que le solicitaron renovar su carta de residente, “a mí, que ya creía que era ciudadano”.

Inclusive, al ponerse en contacto con otros compañeros suyos que también prestaron su servicio en el Ejército de ese país, le comentaron que ellos también atravesaban por la misma situación; al intentar renovar su tarjeta, tuvo su primer problema.

Ello, debido a que se encontraba bajo “probación”, es decir, con anterioridad lo habían detenido bajo influjos del alcohol y estaba bajo prueba de comportamiento; pese a que la corte le concedió el perdón, de nuevo se le negó la ciudadanía.

“Fue entonces que comencé a tener controversias, pues habiendo servido a ese país, cómo era posible que no me hayan cumplido otorgándome la ciudadanía; existe un proceso a seguir dentro de la milicia para estos casos, pero nunca me lo dijeron”, adujo.

Luego, por otros incidentes que provocaron una orden de arresto y tras 16 meses de cárcel, “que se me convirtió en una felonía, eso me hizo deportable y 35 días antes de salir de la cárcel, me mandan al U.S. Inmigration and Customs Enforcement (ICE)”.

Desde un centro de detención al que fue enviado, estuvo peleando su caso durante once meses; “el juez ve todo mi archivo, me dice, gracias por tus servicios, pero aún sigo pensando que eres una amenaza para la sociedad, y me deporta, en marzo de 2010”.

Finalmente, junto con otras 16 personas por casos diferentes, lo deportan por Mexicali y sin dinero, “uno de ellos me paga mi pasaje a Tijuana y después un cuarto de hotel, a donde llego sin conocer a nadie, con sólo lo que traía puesto”.

Sin embargo, luego de ser deportado, Fabián, con su insignia militar, vuelve a cruzar a Estados Unidos, donde logra pasar; continúa trabajando, hasta que en 2012 de nueva cuenta lo detienen por un incidente de tránsito, y es de nuevo deportado”.

Al veterano lo trasladan a un centro de detención de Los Angeles, donde “fui maltratado y golpeado por los oficiales de migración porque siempre les alegué que yo era nacional de ese país sólo por haber pertenecido a las fuerzas armadas”.

Incluso, cuando fue puesto en la línea internacional para ser enviado a México, “a uno de los oficiales le dije que era veterano que había arriesgado su vida por ese país, y enojado me dio un golpe y me aventó”.

Lo más triste, dijo, “fue que los oficiales mexicanos me dijeron, bienvenido a tu país, y síguele o te llevamos arrestado… me tratan mal allá, y aquí en México me vuelven a tratar de esa manera… por eso me siento decepcionado”.

En ocasiones durmiendo en la calle, pidiéndole a los taqueros de la Zona Norte comida a cambio de barrerles su espacio y otras peripecias, finalmente contacta con sus familiares en Estados Unidos, quienes lo ayudan para su supervivencia en Tijuana.

Aquí, luego de adaptarse al cambio, consigue trabajo, contrae nupcias con una tijuanense, pero no cejó en su empeño por luchar por su caso, el cual finalmente ganó, “y ahora sólo estoy esperando una respuesta para que pueda regresar”.

Este año, confió, regresará con los suyos a Estados Unidos luego de todas las peripecias por las que tuvo que pasar, “aunque no logro quitarme el sabor amargo que todo esto me dejó, luché por ese país y no es justo que me hayan pagado de esa manera”.

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