REFRANERO DEL QUIJOTE
El Quijote I, Prólogo
En el prólogo a la primera parte de El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, publicada en 1605, su autor Miguel de Cervantes se dirige al "Desocupado lector" y le dice "que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse".
En el mismo primer párrafo de la obra, el gran autor alcalaíno escribe: "Pero yo, que, aunque parezco padre, soy padrastro [pues en la fábula el autor, ficticio, es el historiador arábigo Cide Hamete Benengeli] de don Quijote, no quiero irme con la corriente del uso, ni suplicarte casi con las lágrimas en los ojos, como otros hacen, lector carísimo, que perdones o disimules las faltas que en este mi hijo vieres, pues ni eres su pariente ni su amigo, y tienes tu alma en tu cuerpo y tu libre albedrío, como el más pintado, y estás en tu casa donde eres señor de ella, como el rey de sus alcabalas, y sabes lo que comúnmente se dice, que 'debajo de mi manto, al rey mato'"
Con este refrán, Cervantes invita al lector a ser exigente en la lectura del Quijote, pues no es ni su pariente ni su amigo para que le perdonen o disimulen las faltas que le encuentren.
Que cada quien en su fuero interno es libre de juzgarlo como su conciencia le dicte, porque nadie podrá coaccionarla, de la misma manera como "debajo de mi manto, al rey mato".
Hernán Núñez en 1555 y Gonzalo Correas en 1627 escribieron otra versión de esta paremia, como sigue: "Debajo de mi manto, me mando". Sin embargo, parece tener mayor fuerza expresiva como lo cita Cervantes: "Debajo de mi manto, al rey mato".
J.A García Villa
@jagarciavilla