Vibra estadio lleno con buen partido

"Boletos agotados", anunciaban desde temprano las taquillas del estadio Corona, augurando un espectacular ambiente de futbol entre semana en la Comarca Lagunera, con un duelo de equipos norteños que han alimentado una buena rivalidad en base a confrontaciones dentro de instancias trascendentes.

Clima muy agradable se registró en La Laguna para la práctica del balompié, aunque adentro de la cancha las cosas estuvieron calientitas desde el silbatazo inicial, sorprendiendo Julio Furch a los Rayados al anotar el primer gol del partido, cuando todavía muchos aficionados todavía no se acomodaban en sus asientos. No tardó mucho en llenarse el graderío del moderno estadio Corona y los aficionados invirtieron bien su dinero, les ofrecieron ambos equipos un juego muy dinámico, disputado y de bastante calidad, gozando los espectadores con lo que sucedía en el terreno de juego.

Los que no gozaron mucho fueron los aficionados visitantes, quienes probablemente por la frustración de estar perdiendo o quién sabe por qué otra extraña razón, comenzaron a armar sendas trifulcas en las gradas, pero entre ellos, Rayados contra Rayados, aunque las autoridades policiales intentaron contenerlos, la barra visitante se las arregló para proteger en el anonimato a los rijosos. La segunda anotación de los albiverdes encendió en júbilo a los aficionados locales que ya de por sí estaban contentos y generando un gran ambiente en el estadio, comenzando así a saborearse el tercer triunfo al hilo, ya que sus Guerreros habían mostrado superioridad hasta ese momento y ya la reflejaban en los goles anotados.

Pero en un contragolpe mortal se acercaron los visitantes antes del término del primer tiempo, haciendo aparecer el nerviosismo en la grada, el cual tomó validez cuando en la parte complementaria apareció el colombiano Cardona para marcar el del empate en una genial jugada que derivó en un relámpago desde su pierna izquierda. Pero ni siquiera el empate Rayado logró calmar los ánimos de los boxeadores de tribuna, quienes siguieron entrados round tras round en la grada, ya con los vigilantes de la ley convertidos en meros espectadores, resguardando que la gresca no se extendiera más allá de las fronteras de esa tribuna.

La intensidad adentro del terreno de juego se mantuvo hasta la última jugada, un tiro de esquina favorable a Santos, el cual Jonathan Orozco observó de rodillas, como implorando por una anotación que finalmente no cayó. El silbatazo final desencadenó sonoros aplausos desde el graderío, justo premio para la totalidad de los jugadores que se entregaron en el terreno de juego para brindar un buen espectáculo, ya con sabor a liguilla.

La salida del estadio transcurrió con tranquilidad, primero los santistas, luego los Rayados bien custodiados por la seguridad pública y la privada, entonando cantos que provocaron a algún santista, volaron líquidos, pero sin mayores consecuencias, al menos hasta que abordaron los autobuses que les llevaron de regreso a Monterrey.

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