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La inflación en México: ¿por qué debemos preocuparnos?

FRANCISCO JAIME

El Gobernador del Banco México, Agustín Carstens, reconoció en días pasados que la economía mexicana enfrenta un momento complejo por factores externos, y estimó que la inflación disminuirá en el 2018 para regresar a los niveles del 3 por ciento que se había observado en los últimos dos años. Lo anterior será posible, ya que una vez que se supere la burbuja de volatilidad y se absorba el aumento en la gasolina, la inflación podría regresar a esos niveles. En una reunión de trabajo con senadores, el titular del banco central, aseguró que nuestra economía vive una burbuja inflacionaria de manera temporal, y reconoció que la inflación en México está por encima de su límite de 4 por ciento y seguirá al alza hasta 2018. Recordó que el Banco de México tiene el mandato constitucional de mantener la inflación dentro de un rango de 2 y 4 por ciento aunque desde principios de 2017 los precios se han disparado a niveles más altos. Finalmente presentó diversas expectativas de la inflación, una de las más probables, estima que en julio, agosto y septiembre será la más elevada en años, alrededor del 5.5 por ciento.

Desde el punto de vista económico la inflación se define como un aumento sostenido y generalizado en el nivel de precios. El precio del dinero es el recíproco del nivel general de precios, es decir, entre mayor es el nivel general de precios menor es el precio o valor del dinero, y por lo tanto, menor la cantidad de bienes que puede comprarse: esto es, el poder de compra del dinero disminuye. De aquí que la inflación sea lo mismo que pérdida continua del poder de compra del dinero, o alza continua en el costo de la vida, o lo que es lo mismo carestía. Esta aclaración no es trivial, ya que en ocasiones se habla de inflación, carestía, alza del costo de la vida, y disminución del poder de compra del dinero como si fueran cosas distintas.

En términos más precisos, se llama "inflación" al crecimiento sostenido, por encima del 4 por ciento anual, por más de 4 trimestres en el nivel general de precios de una economía determinada; los economistas se refieren al promedio ponderado por las cantidades de los precios de una canasta determinada de bienes (al mayoreo, al consumidor) que puede abarcar una ciudad, una región, un país, un grupo de países o el mundo entero.

Lo que nos importa en este artículo es destacar las medidas de política económica que eviten al país caer nuevamente, como ya está sucediendo, en un fenómeno inflacionario. Si una alta tasa de inflación significa solamente un crecimiento rápido, pero proporcional en todos los precios y salarios (un caso conocido como inflación pura) la inflación sólo ocasionaría problemas menores, ya que los precios relativos, esto es uno con respecto al otro, no se afectarían. Pero cuando los salarios no crecen al mismo ritmo que los precios se deteriora automáticamente el poder adquisitivo de la población. La inflación actual se debe a la presión de los costos (tipo de cambio, gasolina) y a la dinámica de las expectativas y no aun exceso de demanda privada o de gasto público, por ello, si bien la inflación muestra un repunte, no se espera un fuerte incremento después de 2018. Sin embargo, se reconoce que debemos mantener bajo control la inflación, ya que es imperativo, tanto desde un punto de vista económico como social disminuirla. El control de las finanzas públicas, una negociación exitosa del TLC, y una mejoría sobre las expectativas de crecimiento del país, permitirán en los próximos años un ritmo moderado de aumento en los precios.

Otras medidas de política económica viables en el corto plazo, recomendadas por Organismos Internacionales, tales como el Fondo Monetario Internacional, son las siguientes: una política monetaria dura es vital para mantener bajo control la inflación, la cual ha estado aumentando por la depreciación del peso y el incremento de los precios de bienes energéticos como la gasolina. Además, ante un entorno cada vez más volátil y a una incertidumbre crónica, la flexibilidad cambiaria debe seguir siendo la primera línea de defensa ante los choques externos, ya que como mencionamos antes, una política monetaria firme sirve para limitar el efecto de los tipos de cambio a los precios al consumidor. Por política monetaria firme entendemos aquí, ajustes a las tasas de interés de acuerdo a los movimientos observados en la economía estadounidense. Finalmente, las practicas sólidas de manejos de riesgos y todas aquellas políticas que facilitan el saneamiento de los balances empresariales, son cruciales para reducir la vulnerabilidad derivada de condiciones financieras adversas y bruscas fluctuaciones de las monedas, como el dólar, que en nuestro caso ha ocasionado un repunte inflacionario.

(Economista)

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