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Pobreza y salud

ARNOLDO KRAUS

La realidad reclama sensatez, honestidad, ética. Cuando se habla del binomio pobreza y salud/enfermedad, la realidad reproduce, sin ambages, los efectos devastadores en la primera. La pobreza no figura como entidad patológica en los diccionarios médicos ni en los listados oficiales de gobiernos o instancias como la Organización Mundial de la Salud (OMS). A los dueños del Poder no les conviene listar la pobreza como enfermedad: tendrían que combatirla con más enjundia y distribuir mejor los recursos económicos, lo cual, en países como México, es impensable: robar menos no forma parte de los códigos políticos y distribuir aminora las posibilidades de hurtar.

Para el Banco Mundial (BM), extrema pobreza significa no contar con el dinero suficiente para satisfacer las necesidades básicas: alimentación, agua potable, ropa, educación, casa y cuidado de la salud. Hace algunos años el BM llevó a cabo un estudio en setenta y tres países cuya meta era escuchar lo que para los pobres significaba su condición.

Las conclusiones, después de entrevistar a 60 mil hombres y mujeres, son una radiografía, no científica, pero sí real, de los vínculos entre pobreza y enfermedad. En su voz: "Ser pobre significa no contar con suficiente alimento durante todo el año, a menudo comer una sola vez al día, escoger entre aplacar el hambre de los progenitores o la de los hijos y, en ocasiones, no satisfacer a nadie; no poder ahorrar dinero ni afrontar las enfermedades familiares: cuando algún miembro enferma es menester pedir dinero prestado y encadenarse de por vida: los altos intereses endeudan para siempre a la familia; con frecuencia es imposible mandar a los hijos a la escuela, y, cuando se consigue, si la cosecha es pobre, es necesario sacarlos; vivir en casas construidas con lodo y paja, las cuales, dependiendo del clima, deben reconstruirse cada dos o tres años; carecer de agua potable, transportarla desde lejos y hervirla porque casi nunca es limpia". Sus periplos ofrecen un retrato veraz de los vínculos entre pobreza y enfermedad, idéntica al concepto del BM. Esas vivencias las han reproducido científicamente un grupo de investigadores europeos y estadounidenses.

El estudio publicado en "The Lancet" (enero 2017), afamada revista médica, se centró en entrevistas efectuadas a un millón 700 mil personas en siete países. El propósito de la investigación fue comparar la mortalidad y morbilidad de la pobreza contra enfermedades o costumbres cuyos efectos merman la salud; tabaquismo, consumo de alcohol, sedentarismo, obesidad, diabetes e hipertensión arterial conformaron el grupo control.

"El bajo nivel socioeconómico", explican los autores de la investigación comandados por Silvia Stringhini, del Hospital universitario de Lausana, "es uno de los indicadores más fuertes de la morbilidad y mortalidad prematura en todo el mundo. Sin embargo, las estrategias de salud global no consideran las malas circunstancias socioeconómicas como factores de riesgo modificables". Tras aclarar que la OMS no considera a la pobreza como enfermedad, y por ende, no la incluye en sus estrategias para combatirla, como lo hace con la diabetes o el tabaquismo, los autores aseveran, "La adversidad socioeconómica debe ser incluida como un factor de riesgo modificable en las estrategias de salud local y global, así como en las políticas y la vigilancia del riesgo para la salud".

La OMS deberá agregar a sus estrategias de salud a nivel mundial el impacto negativo de la pobreza. Modificar implica promover el desarrollo desde la infancia temprana, disminuir la pobreza, mejorar la educación promulgando leyes escolares obligatorias y la creación de ambientes seguros en escuelas, trabajos y hogares. Modificar exige un diálogo entre la OMS, el BM y los funcionarios responsables de las políticas económicas de sus países. Si acaso existe el diálogo, debe ser un diálogo de sordos.

Imposible desdeñar el estudio Socieconomic status and the 25 X 25 risk factors as determinants of premature mortality: a multicohort study and meta-analysis of 1.7 million men and women (Estatus socioeconómico y los factores de riesgo 25 X 25 como determinantes de mortalidad prematura: estudio de cohortes múltiples y meta análisis de 1.7 millones de hombres y mujeres); 25 X 25 se refiere a las enfermedades y costumbres antes aludidas: diabetes, tabaquismo… El grupo de investigadores proviene de grandes universidades. El análisis no proviene de ideas políticas ni sociales pero sí deviene conclusiones sociales. La pobreza es una enfermedad. Las políticas inadecuadas son responsables de los mil millones de seres humanos que perviven con menos de un dólar al día.

La asociación entre pobreza, mortalidad prematura y enfermedad es evidente. La pobreza mata. En el Primer Mundo la esperanza de vida es mayor de ochenta años. En algunos países pobres es menor de cuarenta años.

Notas insomnes. Tres certezas universales sobre pobreza: mortalidad prematura, desesperanza, responsabilidad política. Y una nuestra: ¿cuántos pobres en México escapan de la pobreza?

(Médico)

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