Encontrarnos con otras personas parece que es inevitable. Nuestros intereses personales, que son prioritarios, en ocasiones entran en conflicto con los intereses de otros. La necesidad de la socialización muchas veces se ve afectada directamente por el principio de cooperación. A esta necesidad básica del ser humano, se le puede añadir el valor agregado de la mutua cooperación, para que evolucione la satisfacción de los intereses de todos los que interactúan.
Para lograr evolucionar de la socialización a la cooperación, es de suma importancia encontrar las condiciones necesarias para que surja la cooperación entre las partes que están en conflicto por sus intereses. Un estímulo será: el próximo encuentro. Puede ser que el futuro proyecte una sombra de influencia sobre el presente, en la medida que haya una fuente de luz en el horizonte.
Sin embargo, muchas veces el acceso a dicho futuro, está condicionado a que el otro tenga la posibilidad de llegar junto conmigo. De otro modo, existe una gran probabilidad que el conflicto permanezca y una relación con los otros en términos pacíficos se ha más difícil de conseguir. Una tarea de este tipo enfrenta menudos desafíos.
El argumento de la necesidad de cooperación con el otro enfrenta el desafío de la práctica dominante del individualismo y fragmentaria del tiempo presente. Convencer al "ego" que su beneficio no puede estar a expensas del beneficio del otro, no será una tarea fácil. Además, domina una búsqueda del mayor beneficio al menor tiempo posible, influenciada por el paradigma del placer inmediato, construir nuevos significados será una labor cotidiana de largo alcance. ¿Qué hacer?
Ser el primero en escuchar. Consideramos que esta premisa es la llave para una buena negociación. Depende de cada uno iniciar el juego con "la carta" de la escucha. Escuchar lo que se dice con palabras y lo que están comunicando los gestos. Superar los "ruidos" que producen algunas palabras y las expresiones, para captar los intereses reales. Es muy común que nuestra comunicación sea limitada, por no poder expresar correctamente lo que pensamos y lo que sentimos; y al mismo tiempo por no saber escuchar lo que el otro está queriendo decir.
Reconocer las diferencias. Consideramos sumamente iluminador, y al mismo tiempo útil para la cooperación, la necesidad de entender al otro para poder construir la paz con él, y no a pesar de él. Asumiendo que entender no significa estar de acuerdo. Entender en términos de reconocer con claridad los puntos en los que no estamos de acuerdo, los elementos en los que somos diferentes.
Acumular síes y acceder. Este es un ejercicio que implica poner atención a lo que la otra parte está diciendo, y de encontrar los elementos donde existe mayor posibilidad de construir un acuerdo, resaltar lo puntos en común, por más pequeños o insignificantes que puedan parecer. Las pequeñas muestras de acuerdo son áreas en las que ceder será muy fácil para ambas partes. Allí hay un camino para construir nuevos significados en una relación conflictiva.
Uno de los principales desafíos de la cooperación para la paz es desarrollar un tipo de escucha que permita a todos los que han entrado en conflicto tener la confianza suficiente para poner al descubierto todo lo que está pensando. A mayor sinceridad de las partes se puede lograr un acuerdo que atienda a las necesidades fundamentales, de allí la importancia de lograr que las dos partes tengan el mayor grado de transparencia. Construir confianza, en medio de la conflictividad cotidiana, es el reto.
