No más puentes en Torreón
Recientemente se ha informado en este diario, sobre las obras que se desea ejecutar con los fondos del Impuesto Sobre Nómina, entre ellas están dos puentes en el bulevar Independencia, específicamente en calzada Abastos y en Cuatro Caminos, a lo cual me permito externar mi desaprobación como ciudadana lagunera, ya que los considero innecesarios y lo único que generaría sería una mayor cantidad de accidentes por esas vías.
Además se destruiría una de las pocas avenidas que quedan en Torreón, bien trazadas, amplias y que dan belleza y realce a nuestra región y durante la construcción, se perjudicarían infinidad de negocios establecidos en la zona.
Su servidora transita por ambas rutas, todos los días, varias veces al día y si el resultado va a ser que en lugar de tardarme tres minutos, me tarde dos, no tiene caso realizar esa inversión, se puede mejorar el flujo del tráfico de otras maneras.
Nuestro amado Torreón, tiene infinidad de necesidades donde invertir recursos de dicho impuesto, buscando mejorar el bienestar de la ciudadanía, mejor agua potable, alumbrado, drenaje, pavimento, empleo, etcétera.
Se sigue privilegiando a los automóviles, sin considerar la movilidad del peatón y del ciclista, que para ellos los puentes son muy riesgosos e intransitables.
Mayra Murguía A.,
Torreón, Coahuila.
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Buena sangre
El tercer hijo de seis hermanos, desde muy pequeño fue diferente, no lloraba, siempre estaba sonriente, nunca se enfermaba.
Su mamá ufana presumía “lo amamanté dos años”; pero también lo había hecho con sus otros cinco hijos, que se enfermaban de gripe, infecciones, tos, calentura, y él sanito y creciendo.
Cuando tenía ocho años, su padre que era administrador del cine del pueblo, tenía un asunto. Iba a llegar una caravana artística para presentarse necesitaban un templete; llegaron los carpinteros y cuando estaba finalmente instalado los niños llegaron a jugar. El chamaco se quiso subir, un clavo saliente olvidado se le clavó en el pecho, a la altura del corazón, al sentirse herido se dejó caer, se le hizo un desgarre en escuadra de siete centímetros por lado, con la camisa manchada de sangre su padre lo levantó espantado, lo llevó al consultorio de un doctor amigo y vecino.
El chamaco alcanzó a escuchar “te voy a poner una máscara de supermán, cuenta hasta diez...”, nunca perdió el conocimiento, oyó que el doctor decía “qué buena coagulación tiene tu hijo, le voy a limpiar la herida y cerrarla con unas doce puntadas”.
La caravana artística llegó al mediodía, disfrutaron una paella, especialmente preparada por mi madre, en ella uno de ellos cargó en sus piernas a un niño con un parche en el pecho, Luis Aguilar “El Gallo Giro”, dijo “qué buena sangre tiene este niño”.
Roberto Barranco Aguilar,
Torreón, Coahuila.
