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Riquelme entre Moreiras

Periférico

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

Desde que dejó la presidencia nacional del PRI en 2011, Humberto Moreira se convirtió en una personaje incómodo para su partido y para el gobierno de Coahuila, presidido por su hermano Rubén. Su tan anunciado regreso, concretado el pasado fin de semana con su incorporación en la primera posición de la lista de candidatos plurinominales del Partido Joven, complica aún más el escenario del tricolor de cara al arranque de las campañas electorales. En primera instancia, el Partido Revolucionario Institucional tendrá que resolver si expulsa o no al exgobernador, con todo y que es consejero del mismo, y que fue una pieza clave en el arribo de Enrique Peña Nieto a la presidencia de la República.

De acuerdo con lo que se dio a conocer después de la reunión del consejo político del Partido Joven, celebrada en la casa del propio Humberto el sábado pasado, la opción de ir por una diputación de representación proporcional en vez de pelear en las urnas la curul por un distrito fue con el objetivo de evitar dar motivos para que se inicie un proceso de expulsión en su contra. Además, el propio exdirigente nacional priista dijo que como el Partido Joven va en coalición con el PRI en la candidatura a la gubernatura y en algunos distritos y municipios, se da por sentado que él continúa apoyando a su partido. Pero la realidad es mucho más compleja.

El Código de Justicia Partidaria del PRI contempla en su articulado causales bajo las cuales los órganos internos del partido pudieran proceder, en caso de que sus jerarcas quisieran hacerlo. Por ejemplo, en el 148 se menciona que la expulsión procede, entre otros motivos, por "promover y apoyar actos de proselitismo de candidatos de otros partidos". Pero el artículo 149 es más claro ya que establece que "se entiende que ha renunciado a sus derechos y, consecuentemente, a su calidad de militante del partido quien -entre otras cosas- acepte ser postulado como candidato por otro partido; salvo en el caso de las coaliciones o alianzas previstas en los estatutos".

Es claro que a la luz de lo que ha ocurrido estas causales pueden quedar sujetas a interpretación, pero al final la decisión dependerá de si la dirigencia del tricolor cree conveniente o no actuar, un asunto que compete exclusivamente al partido en función del costo que esté dispuesto a asumir según sea el caso. Más allá de esto, lo interesante es observar por qué sí o por qué no, procedería el PRI contra Humberto Moreira, cuando es obvio que éste no pretende abrir un frente de guerra directo con su partido, pero sí hacer valer el peso político que aún tiene, a pesar de los obstáculos que enfrenta al interior y a pesar de todos los cuestionamientos que han recaído sobre su sexenio.

De todas las declaraciones que el exgobernador ha hecho las que más llaman la atención son las referentes a su hermano, el actual gobernador. El viernes pasado, en una entrevista con Ciro Gómez Leyva, de Grupo Imagen, Humberto Moreira hizo aseveraciones muy fuertes, algunas nuevas y otras no tanto, a saber: que no existe relación entre ellos a pesar de que él "puso" a Rubén como gobernador y diputado federal; que su hermano fue quien nombró al equipo de la Secretaría de Finanzas, con lo cual de alguna manera lo responsabiliza de la polémica deuda de 36,000 millones de pesos de los cuales 18,000 millones siguen sin ser explicados; que el actual gobernador no se encargó de la seguridad como lo había prometido y que en el caso del asesinato de su hijo tuvo que ser él, Humberto, quien dio la información para encontrar a los presuntos homicidas.

Hay quienes creen que esta disputa al interior de la familia con mayor poder político en el estado desde hace casi dos sexenios, es una mera simulación. Suponiendo sin conceder que fuera cierto, aun así las declaraciones son lo suficientemente fuertes como para causar problemas al gobierno de Rubén Moreira y al PRI que éste controla, al grado de hacer crecer el riesgo de descarrilamiento del proyecto sucesorio, hoy en manos de Miguel Riquelme. La apuesta sería de un altísimo riesgo, porque los golpes son directos y alimentan lo que un sector de la crítica y la oposición ha sostenido durante todos estos años: que el actual gobernador tuvo mucho que ver con decisiones controvertidas en el sexenio anterior.

Por otro lado está el hecho de la dilación de la procuración de justicia coahuilense a la hora de investigar las responsabilidades de funcionarios de la pasada administración respecto a la descomposición de la seguridad pública, presuntos casos de corrupción y la contratación ilegal de créditos a nombre del Estado. Una investigación que, por cierto, sí se está llevando a cabo en Texas, en donde los fiscales han logrado confiscar bienes y cuentas a colaboradores del gobierno de Humberto, algunos de los cuales han sido detenidos, se encuentran en calidad de prófugos o están próximos a ser extraditados a territorio estadounidense. ¿Cómo entender el distanciamiento entre exgobernador y gobernador cuando la administración de este último ha hecho muy poco por esclarecer lo ocurrido en el sexenio 2005-2011 y por llamar a cuentas a los presuntos responsables? ¿Se trata de un mecanismo de supervivencia o de valores entendidos?

Por último está la figura del candidato priista a la gubernatura, Miguel Riquelme, quien desde el principio gozó del respaldo del gobernador Rubén para encabezar el proyecto de continuidad del moreirismo, ahora en una vertiente lagunera. De las declaraciones del exgobernador Humberto vertidas el viernes y el sábado se deduce que, al menos por ahora, éste no quiere abrir un frente con él. Incluso le manifestó su apoyo públicamente y pidió a su hermano que le dejara hacer su trabajo. Así nos encontramos con que los dos Moreira apoyan a Riquelme, en una suerte de síntesis dialéctica entre la aparente lucha de la tesis que representa Moreira I y la antítesis de Moreira II. Dos caras de una misma moneda o el reflejo en el espejo de un sexenio que se convirtió en docenio y aspira a alcanzar los 18 años de régimen. Pero a favor o en contra, Humberto tampoco es una figura cómoda para Miguel y habrá que ver el peso que tendrá en el resultado de la elección.

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