Siglo Nuevo

Los derechos del viejo mundo contra el futuro

Obras maestras y democracia digital

El Jardínero de Georges Seurat. Foto: Bequest of Miss Adelaide Milton de Groot

El Jardínero de Georges Seurat. Foto: Bequest of Miss Adelaide Milton de Groot

IVÁN HERNÁNDEZ

La organización Creative Commons estima que hay más de mil millones de obras en internet con licencias de uso libre. Los bienes digitales, sin embargo, están fuera del alcance de cuatro mil millones de personas.

"Todos mis. Poemas. Son del. Demonio. Público".

Efraín Huerta

En febrero pasado el museo Metropolitano de Nueva York liberó los derechos de 375 mil imágenes de sus obras.

Gracias a una licencia de la asociación Creative Commons (CC) se puede descargar, utilizar y modificar cualquiera de los contenidos digitales hechos del dominio público.

La decisión forma parte de la política de Open Access (acceso abierto) de la institución. El Met permite el uso de sus piezas visuales sin cortapisas ni requisitos (no hay que solicitar ninguna autorización ni pagar cuota alguna) y sin que sea necesario dar crédito a los autores.

Las imágenes liberadas están en alta resolución. No son solamente reproducciones de fotografías o pinturas, también hay disponibles retratos de esculturas y grabados.

El director del museo neoyorquino, Thomas P. Campbell, destacó que la opción de aprovechar el catálogo visual sin restricciones convierte al Met en "una de las colecciones de acceso abierto más grandes y más diversas del mundo".

Las imágenes hechas del dominio público abarcan cinco mil años de historia del arte.

Apenas en 2014 el museo había habilitado el acceso web a las piezas hoy convertidas en bienes artísticos que los cibernautas pueden utilizar incluso con fines comerciales.

Para armar el catálogo virtual, indicó Campbell, fueron necesarias más de 1.2 millones de horas, tantas como hay en 147 años, y la suma del trabajo de fotógrafos, técnicos, curadores e incluso practicantes.

El director digital del Met, Loic Tallon, afirmó que liberar las imágenes es "un emocionante hito en la evolución digital del Met" y un sinónimo de abrir las puertas digitales a todo tipo de audiencias.

Los aliados del museo, además de Creative Commons, fueron entidades como la Biblioteca Digital Pública de Estados Unidos, Artstor, Wikimedia y Pinterest.

Un objetivo de la institución neoyorquina es expandir su cuota de público más allá de los 30 millones de usuarios que ya visitan su página.

A pesar de la monumental adhesión a las filas del Open Acces, en el Met siguen conviviendo dos tipos de categorías para las imágenes de sus obras artísticas:

-Imagenes que para el museo son del dominio público o bien en las que el Met renuncia a imponer restricciones sobre su distribución y uso ulterior.

-Imágenes de obras que el Met sabe que están sujetas a restricciones como el derecho de autor.

Para los interesados en navegar y descargar alguna pieza maestra disponible en el catálogo virtual, las imágenes de libre uso tienen al pie de la imagen el ícono de Creative Commons.

El visitante puede elegir entre una veintena de catálogos liberados, obras encapsuladas en títulos como Piezas maestras de la pintura, Gatos, Monstruos y Criaturas Mitológicas, Impresionismo y postimpresionismo, El estilo prerrafaelita, Autorretratos, Armas y Armaduras, entre otros.

En cuanto a las piezas digitales con restricciones, los interesados deben enviar al museo una solicitud para obtener el permiso respectivo.

MUESTRAS

"Un pensativo Aristóteles mantiene su diestra sobre un busto de Homero, el ciego autor de la Ilíada y la Odisea", así comienza la descripción de una obra pintada por Rembrandt en 1653. El museo proporciona información sobre los cambios de propietario, desde su dueño original, Don Antonio Ruffo, hasta su llegada al Met. La imagen está disponible en el set de Obras maestras de la pintura.

Jane Morris: Estudio para Mariana es un dibujo del integrante de la Hermandad Prerrafaelita, Dante Gabriel Rossetti. Fue realizado en 1868. La expresión del rostro y la postura abatida transmiten sensaciones de deseo frustrado y cansada resignación. Este boceto se transformó en una pintura firmada por Rossetti en 1870 que hoy pertenece a la Galería y Museo Ciudad Aberdeen. Los usuarios pueden descargarlo de la sección dedicada al Estilo prerrafaelita.

Los internautas también pueden conseguir la imagen de la que, probablemente, es la primera de cinco pinturas que el francés Paul Cézanne realizó con campesinos jugando a las cartas. La versión digital para descargar, reproducir e incluso utilizar con fines comerciales está disponible en el apartado de Impresionismo y Postimpresionismo.

A ninguna pinacoteca digital le viene mal un Van Gogh. Pintada en 1888, luego de su período parisino, Zapatos fue vendida al museo en 1992. Su versión digital forma parte de un conjunto de 14 piezas virtuales que reproducen otras tantas obras del holandés y que son patrimonio para usar sin restricción alguna.

Antes de que el maestro del puntillismo hiciera las escenas de la vida urbana por las que es más conocido, muchas de sus obras presentaban trabajadores del campo y paisajes. Una muestra de esa inclinación es El jardinero, terminada entre 1882 y 1883. En el catálogo virtual del Met y con licencia de Creative Commons hay piezas como Bosque en Pontaubert o un estudio para Un domingo en la isla de La Grande Jatte.

BIENES COMUNES

No es la primera vez que un museo ofrece sus piezas digitalizadas para que la comunidad planetaria haga uso de ellas como le venga en gana.

Antes, el Museo de Arte Walters de Baltimore, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Nacional holandés (Rijksmuseum) y la Galería Tate de Londres adoptaron licencias similares.

En la decisión de sumarse al Open Access, las instituciones han recibido la asesoría y las licencias de Creative Commons, asociación líder a nivel internacional en acceso abierto y derechos de autor.

Su misión es proporcionar licencias libres de copyright que faciliten el compartir trabajos creativos.

En el portal de CC, a la hora de revisar los tipos de autorización existentes, el dueño o creador debe responder si quiere permitir que se compartan las adaptaciones de su obra.

Esto significa que el licenciador autoriza la copia, distribución y difusión pública del material, así como confeccionar y publicitar piezas derivadas.

Una opción menos libre consiste en que el autor o propietario accede a la creación y difusión de obras derivadas, pero solo bajo la misma licencia que la pieza original o un permiso compatible.

En una alternativa con más restricciones, el licenciador permite la reproducción, la distribución y la comunicación pública de la obra, pero no difundir obras creadas a partir de la original.

Según la descripción de CC, elegir la opción de uso sin cortapisas, que incluye autorizar los usos comerciales de la obra, implica generar una licencia de cultura libre.

CC trabaja sin ánimos de lucro. La organización entiende su función como una cruzada para favorecer el intercambio y uso de la creatividad y el conocimiento a través de herramientas legales gratuitas.

Sus licencias de derechos de autor, explican, son fáciles de utilizar, y no son una alternativa al copyright, sino un complemento que adapta los términos de los derechos de autor a las necesidades de creadores, instituciones, propietarios, etcétera.

El esquema tiene una característica distintiva: cuando se expide la licencia CC una persona no tiene que pedir permiso para usar una obra porque este ya ha sido otorgado de antemano.

En Creative Commons consideran que sus licencias protegen a las personas que utilizan el trabajo de otros (no deben preocuparse por multas relativas al copyright) siempre que respeten las condiciones especificadas en la licencia que acompaña a la pieza original.

CAMBIO EN LA PROPIEDAD

Diversos especialistas coinciden en que la avalancha de tecnologías que descendió sobre el mundo desde hace tiempo reclama realizar una revisión profunda de las reglas de la distribución del contenido intelectual.

Una empresa editorial, por ejemplo, necesita actualizar sus estrategias de protección de sus contenidos porque los esquemas tradicionales se quedan cortos ante un escenario en el que compartir un material es más rápido que leerlo.

Esa es la realidad que tuvieron presente desde sus inicios los periodistas de Eldiario.es.

Esta empresa española abrió sus links a los internautas en 2012. Actualmente se vende como "el segundo medio puramente digital más leído de España".

Sus lectores pueden copiar, difundir y remezclar sus contenidos incluso si van a obtener un beneficio económico. La condición es que su plataforma tenga una licencia de Creative Commons similar, tipo BY-SA, y se conduzcan según las especificaciones: dar el crédito (citar la fuente e incluir el link hacia eldiario.es) y compartir sus materiales propios.

En Eldiario.es se adhirieron al Acceso Abierto porque "creemos en la red como ecosistema de una información libre que se difunde como bien común".

Pero no solo de museos y medios está nutrido el panorama de permisos para recopilar y usar bienes digitales ajenos.

Un usuario de las licencias de libre uso es el CERN, también conocido como la Organización Europea para la Investigación Nuclear.

Desde hace un par de años, este centro optó por publicar los datos de experimentos con el colisionador de hadrones, el costoso equipo que permitió descubrir el Bosón de Higgs o la llamada "partícula de Dios".

En el CERN comparten la visión de que en estos tiempos digitales compartir es indispensable para promover los descubrimientos, las innovaciones. Para respaldar sus dichos lanzaron un portal OpenData.

El público puede obtener datos de los experimentos destinados a analizar el choque o los roces entre partículas dentro del acelerador en dos modalidades:

a) Investigación: datos en bruto recogidos de un experimento de colisión de partículas fueron puestos a disposición de la comunidad científica junto a un programa de código abierto necesario para procesar y analizar la información.

b) Educación: se realizó una selección de contenido perteneciente a cuatro experimentos específicamente para su uso en ámbitos educativos. Los datos son acompañados por herramientas básicas diseñadas para facilitar la visualización.

MÁS CIENCIA

Hace un par de años, Science Metrix, firma especializada en investigación y evaluación de contenidos científicos, difundió los resultados de un estudio sobre la libertad para acceder a publicaciones académicas en el período 1996-2013.

La materia prima de su análisis fue extraída de Scopus, base de datos de resúmenes y citas de literatura revisada por pares con 55 millones de registros, 21 mil 915 títulos y cinco mil editores indexados.

SM encontró que a partir de 2014, por primera vez, más del 50 por ciento de los artículos científicos publicados de 2007 a 2012 se podían descargar de forma gratuita.

En 2013 el porcentaje de textos libres alcanzó el 49.54 por ciento.

Para la consultora, el crecimiento del Acceso Abierto se debe a un aumento en el interés de los autores por difundir sus trabajos tanto los nuevos como los que ya tienen tiempo circulando; otro factor es que las políticas editoriales están favoreciendo una mayor difusión de los contenidos; una tercera razón es que el número de artículos científicos publicados es cada vez mayor.

Los campos que más se han decantado por el Acceso Abierto, a juzgar por el porcentaje de contenidos que han sido liberados de restricciones para su difusión, son Ciencia y Tecnología (90 por ciento), Biomedicina (71 por ciento), y Matemáticas y Estadística (68 por ciento).

Las áreas con menos publicaciones en estado de gratis son Artes Visuales y Escénicas (25 por ciento), Comunicación (31 por ciento), Historia (34 por ciento), Ingeniería (35 por ciento), y Filosofía y Teología (35 por ciento).

En SM hallaron que en todos los campos del conocimiento hay una ventaja de cita de aquellas fuentes etiquetadas como de acceso abierto.

UN MOVIMIENTO ARRAIGADO

Indagar en los orígenes del Acceso Abierto implica retroceder más de 40 años.

El punto de partida sería 1971, año en que el estadounidense Michael Hart inauguró el Proyecto Gutenberg, la creación de una biblioteca de libros electrónicos gratuitos a partir de volúmenes que ya tenían su versión de papel.

Fue en los ochenta cuando el acceso abierto comenzó a dar pasos más frecuentes, como la creación de revistas virtuales de acceso libre destinadas a públicos específicos como profesionales de la psicología o de la computación.

A finales de esa década, y a lo largo de 1990, el inglés Tim Berners-Lee inventó la World Wide Web (red informática mundial) y en 1991 escribió la primera página web, ese mismo año se liberaron los protocolos de la triple "w".

En el 2000, un profesor de la Universidad de Cornell, William Y. Arms, publicó un documento titulado Bibliotecas Digitales en el que se define al Acceso Abierto como recursos que están accesibles y disponibles para los usuarios, sin necesidad de autenticación o de pago.

Al año siguiente, Jimmy Wales trajo al mundo a Wikipedia.

En 2001 se fundó Creative Commons. En diciembre de 2002 se lanzó el primer paquete de licencias gratuitas a disposición del público en general.

En 2003, se difunde la Declaración de Bethesda también conocida como Declaración de Principios para el Acceso Abierto y empieza a funcionar el Grupo de Trabajo por el Acceso Abierto formado por asociaciones de bibliotecas y organizaciones de defensa del interés público.

En 2007, el Centro de Información de Recursos Educativos (ERIC por sus siglas en inglés) de Estados Unidos anuncia un programa para digitalizar 40 millones de páginas de documentos en microfichas en acceso abierto.

El 14 de octubre de 2008 se conmemora el primer Día Internacional del Acceso Abierto.

Casi una década después, un defensor del OA y fundador de una red social para investigadores (Academia.edu), Richard Price, considera que en unos pocos años todos los artículos científicos nuevos mandados a publicación estarán disponibles de forma gratuita inmediatamente mientras la mayoría de los textos ya arraigados en los terrenos virtuales también se adentrarán en ese estado de libre acceso.

Incluso considera como un deber comenzar a pensar en eliminar cuestiones que limitan el acceso a los artículos como las barreras del lenguaje.

Para Price es deseable que cada escrito sea traducido a cada lenguaje que hay en el mundo.

Además, considera que no debe hacerse una sola traducción, sino varias que tomen en consideración los distintos tipos de público, por ejemplo, una redacción para la audiencia hiperespecializada; otra para una audiencia académica más general y una más para el público en general (en este caso sugiere adoptar un estilo más periodístico para dar a conocer los descubrimientos).

BIENES NO TAN PÚBLICOS

En Creative Commons estiman que hay más de mil millones de obras eniInternet con licencias de uso libre, es decir, un número inmenso de contenidos al alcance de los cibernautas, lo que representa un fuerte avance en la democratización de la cultura contemporánea.

Sin embargo, el catálogo digital del Met, las investigaciones del CERN, las noticias de Eldiario.es, o cualquier contenido con licencia CC suelto en el ciberespacio no pueden considerarse todavía como bienes comunes.

De hecho, están vedados para la mayor parte de la población.

Según el Informe de Salud de Internet difundido por la fundación Mozilla en enero pasado, 58 de cada 100 habitantes de la Tierra no tienen una conexión a internet.

El dato es confirmado por el Banco Mundial con la diferencia de que en ese organismo prefieren ver el vaso medio lleno y afirmar que más del 40 por ciento de la población mundial tiene acceso a la red.

En el Informe sobre el desarrollo mundial 2016: Dividendos digitales, publicado por el BM y dedicado al internet se expone que por estos días se registra la mayor revolución de la información y las comunicaciones de la historia de la humanidad.

Sobre la conectividad, el Banco expone que si bien todavía no es mayoría el porcentaje de terrícolas con acceso a internet, hay un dato que deja constancia del avance de las tecnologías: en el 20 por ciento de los hogares más pobres de la tierra, casi siete de cada 10 hogares tienen un teléfono celular.

Un par de datos que comparten numerales expresan de buena manera la fórmula de la desigualdad existente en materia de acceso a la red.

Los usuarios de todo el mundo realizan cada día más de cuatro mil millones de búsquedas en Google mientras que aún hay cuatro mil millones de personas sin acceso a internet.

En el Banco perciben que los dividendos digitales -beneficios derivados del uso de las tecnologías digitales-, no han avanzado al ritmo de la expansión de las tecnologías y que su distribución es desigual.

Reproducir los contenidos del informe, incluso con fines comerciales, es posible gracias a una licencia Creative Commons de Reconocimiento para Organizaciones Intergubernamentales.

LAS BONDADES

Muchas de las bondades disponibles en internet, señalan los partidarios del OA, no estarían ahí sino fuera porque la red maneja un sistema abierto, libre.

Cualquiera, desde cualquier lugar, exponen, puede extraer algo de alguno de los portales y añadir un elemento de su cosecha al ciberespacio, merced a plataformas como Wikipedia o Facebook.

Aspectos democráticos de Internet son que cualquier persona con conexión puede crear un sitio web y que todos los dominios reciben el mismo trato por parte de la red.

Se estima que existen más de mil 100 millones de sitios web, cifra que se incrementa a cada segundo.

El poblamiento de la red hace de la flexibilidad en el tema de los derechos de autor la respuesta a un crecimiento incomparable en prácticas como el intercambio, el compartido, la modificación y el reenvío de contenidos en línea.

Para los partidarios del Acceso Abierto es evidente que las leyes de propiedad intelectual fueron rebasadas por el tren digital y su rigidez entra en conflicto con los ideales de la cultura libre.

El análisis y la adaptación de las normas a los nuevos tiempos, señalan, es indispensable.

Wim Pijbes, director del Rijksmuseum, considera que hay cosas que deberían cambiar de forma inmediata. Por ejemplo, proteger los derechos de los artistas mientras están vivos, opina, está bien, pero hacerlo 70 años después de que han fallecido ya no es válido. Bastaría, afirma, con proteger las obras hasta un año después de la muerte del creador.

Para Pijbes, algunas legislaciones de derechos de autor no hacen sino mantener intacto un mundo viejo en el que no había cámaras, computadoras, y demás dispositivos que hacen copias de todo.

En su libro Cultura Libre, Lawrence Lessig, abogado y fundador de Creative Commons, explica que en Estados Unidos la ley del copyright se modifica cada que Mickey Mouse va a sumergirse en la esfera del dominio público.

Lessig promovió que no se aprobara la Ley de extensión del plazo del copyright de Sonny Bono que aumentó en 20 años la posesión de bienes intelectuales como libros y personajes literarios así como de cine y televisión.

La norma está vigente desde 1998 y gracias a ella las obras quedaron protegidas durante los 70 años posteriores a la muerte de quien posee los derechos de autor.

¿A DÓNDE VAMOS A PARAR?

En el informe del Banco Mundial se expone que la economía digital requiere normas que establezcan un clima de negocios dinámico y que permitan a las empresas sacar provecho de las tecnologías digitales para competir e innovar.

También se requiere promover el desarrollo de habilidades para que trabajadores, empresarios y funcionarios públicos tengan opciones de aporvechar las oportunidades que ofrece el mundo digital.

Otro elemento deseable sería la creación de instituciones que utilizan la red de redes para empoderar a los ciudadanos.

El BM sentencia que los países con la más rápida adaptación a la economía digital se quedarán con los mayores dividendos digitales, mientras que el resto permanecerá en el atraso.

Los beneficios de las tecnologías digitales, desde el punto de vista económico, pasan por una ampliación extraordinaria de las bases de información, la reducción de costos para obtener datos y la creación de bienes informáticos.

En el BM perciben que la búsqueda, la combinación y el intercambio de información contribuyó a forjar una mayor organización y colaboración entre agentes económicos, lo que a su vez influyó en tres ámbitos de acción importantes: la manera en que operan las empresas, la forma en que los individuos buscan oportunidades de desarrollo y los métodos de interacción de los ciudadanos con sus gobiernos.

Los partidarios de la Cultura Libre consideran que la gran pregunta de estos días es si la apertura de internet se mantendrá o se detendrá.

Un argumento a favor de la continuidad de la apertura es que se siguen generando inventos con altas dosis de genialidad como nuevas plataformas de medios sociales, música, memes o movimientos políticos.

Este optimismo forma parte de un cambio en la forma de vender el Acceso Abierto. Ya no se trata de hablar y convencer acerca de los beneficios de optar por una licencia, sino de los resultados positivos que se obtienen.

En 2015, Creative Commons reportó que había mil millones de imágenes en el ámbito del dominio público; el 2016, la asociación cambió el enfoque de su informe.

Para medir el impacto del OA cedieron el uso de la voz a los creadores, autores, propietarios, solicitaron sus testimonios, sus historias personales, les pidieron que compartieran la razón para liberar sus obras. Además, consultaron a los usuarios de las obras liberadas sobre las experiencias a la hora de adaptar o modificar las obras licenciadas.

Esa es la manera en que la asociación fundada por Lessing mide el impacto generado a partir de una participación pública más amplia.

LA DESIGUALDAD DIGITAL

La experiencia de artistas, creadores, científicos, instituciones, medios y demás con la liberación de contenidos en línea, sin embargo, es ajena a lo que puede permitirse la mayor parte de la población mundial.

Las tecnologías de información y comunicación estallaron, y a pesar de las múltiples máquinas diseñadas para hacer copias de todo, hay un aspecto del viejo mundo que no acaba de irse: el analfabetismo.

Y a ese viejo conocido de las dependencias responsables de administrar el servicio educativo se le ha agregado un adjetivo que hace de la mayoría de los mexicanos sujetos no aptos para obtener dividendos digitales.

En 2010, la Secretaría de Educación Pública federal estimó que 55 de cada 100 habitantes del país padece analfabetismo digital, es decir, más de la mitad de la población carecía de instrucción y acceso a las tecnologías de información.

En la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2015 se expone que 55.7 millones de mexicanos son usuarios de una computadora, mientras que 62.4 millones de personas utilizan internet.

El 42.6 por ciento de la población mexicana no usa la red, lo que significa más de 46.3 millones de individuos.

El analfabetismo digital es una realidad que obliga a preguntarse si el país será capaz de superarlo, porque el analfabetismo tradicional sigue presente en más del cinco por ciento de los mexicanos.

Según el INEGI, en 2015 había en territorio nacional cuatro millones 749 mil personas sin el conocimiento básico para leer o escribir.

La apertura de internet no es sinónimo de progreso, no en todos lados, no para todos.

Si como dijo el poeta español Antonio Machado, "sólo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da", el Acceso Abierto es una ganancia inestimable. Sin embargo, mientras la brecha digital se mantenga, el privilegio de navegar seguirá estirando a la humanidad en una dirección que miles de millones de terrícolas serán incapaces de entender, no se diga aprovechar.

Correo-e: [email protected]

Museo de Arte Metropolitano de Nueva York. Foto: Cultural Heirtage Tour Guide
Museo de Arte Metropolitano de Nueva York. Foto: Cultural Heirtage Tour Guide
Exdirector del MET, Thomas P. Campbell. Foto: Dipasupil/Film Magic
Exdirector del MET, Thomas P. Campbell. Foto: Dipasupil/Film Magic
Zapatos de Vincent van Gogh (1888). Foto: Regalo Fundación Annenberg
Zapatos de Vincent van Gogh (1888). Foto: Regalo Fundación Annenberg
Campesinos jugando cartas de Paul Cézanne (1890-92). Foto: Legado de Stephen C. Clark.
Campesinos jugando cartas de Paul Cézanne (1890-92). Foto: Legado de Stephen C. Clark.
Estudio para un domingo en la isla de La Grande Jatte de Georges Seurat (1884). Foto: Legado de Sam A. Lewisohn
Estudio para un domingo en la isla de La Grande Jatte de Georges Seurat (1884). Foto: Legado de Sam A. Lewisohn
Campo de trigo con cipreses de Vincent van Gogh (1889). Foto: Fundación Annenberg
Campo de trigo con cipreses de Vincent van Gogh (1889). Foto: Fundación Annenberg
Los derechos del viejo mundo contra el futuro
Los derechos del viejo mundo contra el futuro
Museo Nacional Holandés (Rijksmuseum). Foto: Visions of travel
Museo Nacional Holandés (Rijksmuseum). Foto: Visions of travel
CERN. Foto: CERN
CERN. Foto: CERN

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

El Jardínero de Georges Seurat. Foto: Bequest of Miss Adelaide Milton de Groot

Clasificados

ID: 1324055

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx