Columnas la Laguna

METÁFORA CIUDADANA

ANTICORRUPCIÓN MANIATADA

DR. LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ÁLVAREZ PH.D.

Marco Tulio Cicerón; uno de los más grandes historiadores y retóricos latinos, vivió la muerte de la república romana, es recordado por sus escritos de carácter humanista, filosóficos y políticos. Fue uno de los más ardientes defensores del sistema democrático, oponiéndose a la dictadura y la corrupción, atacando con furor a políticos depravados como Verres, gobernador corrupto de Sicilia, Catilina quien conspiraba hacerse con el poder a través de un golpe de estado y el mismo Marco Antonio, el que finalmente lo mandó matar.

Sus encendidos discursos oratorios han transcendido la historia y siguen siendo objeto de estudio y admiración en cualquier época y lugar del mundo donde haya gobernantes que buscan enriquecerse o hacerse eternamente del poder para beneficio propio. Sus disertaciones acusatorias tomaron el nombre de los personajes contra quienes protestaba Cicerón con fuerza e inteligencia: Catilinarias; filípicas y verrinas.

Cuando Cayo Verres fue gobernador de Sicilia, rica región productora de trigo; ésta decayó en miseria y depravación. Además de saquear el erario y dejar fuertemente endeudada a la isla, también utilizó en su beneficio los fondos de emergencia que deberían servir para luchar contra Espartaco, pidiendo además soborno a los dueños de los esclavos que no habían participado en la rebelión, a fin de no quitárselos y crucificarlos; así mismo, negoció con uno de los grupos de piratas que merodeaban la isla, el control exclusivo del estrecho que la separa con la península itálica. Con la intención de liberarse de su culpabilidad, acuso a su antiguo socio Dolabela, quien también se había enriquecido ilícitamente. Con ello esperaba que dicha traición a su antiguo amigo lo salvara del juicio senatorial; manejaba una absoluta inocencia, asegurando que quienes habían malversado los fondos y robado a los sicilianos eran su tesorero y demás subalternos.

Con un jurado integrado por sus amigos senadores, y la compra de los más pobres, a quienes entregaba dinero para que lo vitorearan, Verres esperaba ser absuelto de todos los cargos; sin embargo, las acusaciones de Cicerón en sus famosas "Verrinas" y la honestidad de Manio Acilio Glabrión, el presidente del Tribunal senatorial que lo juzgaría, provocaron que el propio abogado defensor le propusiera el destierro a fin de que él y su familia pudieran conservar las riquezas mal adquiridas. Siguiendo tal consejo, logró escapar de la justicia romana y refugiarse en Marsella.

Tanto en México, como en cada estado, debe existir un sistema anticorrupción en el cual haya participación ciudadana, además, como brazo ejecutor debe formarse una fiscalía anticorrupción. Este sexenio se ha caracterizado por ser proclive en actos de putrefacción política, tanto en lo federal como en lo local. Esta afecta lo mismo a las más altas esferas de gobierno como a las más humildes servidores públicos, que ven cómo se enriquecen los jefes y ellos no quieren quedarse fuera del desfile. Es ahora cuando resulta interesante recordar a Cicerón y sus ardientes prédicas en contra de quienes atentaban contra las instituciones de una Roma republicana que estaba en los últimos estertores, inmediata a una muerte que en breve la sumiría en guerras civiles que culminarían con la llegada de un tirano, como efectivamente sucedió. Cicerón no profetizaba, simplemente infería, analizaba y reflexionaba sobre el desarrollo de los hechos políticos de su época.

En todo el país existe un sentimiento de que debe hacerse algo nuevo, diferente a lo que ya existe; que lo que hemos vivido está podrido hasta el tuétano y querer mantener un sistema nuevo con viejos personajes deshonestos, ricos en mañas, es inadmisible y significa el suicidio de cualquier sistema que quiera mejorar la honestidad y la ética en el manejo de la cosa pública.

El llamado "Sistema Nacional Anticorrupción" nace enfermo, casi agonizante; de sus siete integrantes, varios son fuertemente cuestionados por deudas de honorabilidad que tienen pendientes de sus ocupaciones públicas anteriores y por su marcada inclinación priista, lo que les impediría, al igual que al jurado de senadores que iba a juzgar a Cayo Verres, descobijarse de su partidismo con quienes serían los principales acusados: gobernadores endeudadores y saqueadores de sus respectivas entidades. Idéntico problema es definir al representante del Comité de Participación Ciudadana; todos ellos deberían ser personas "sin cola que les pisen"; todo ello encaminado a recobrar la confianza de la ciudadanía en las autoridades. Lo que se prevé sumamente difícil.

En cuanto a Coahuila, en materia de anticorrupción es un estado severamente retrasado en la legislación y creación de un sistema propio; falta en primer lugar realizar la reforma a su Constitución, pero por hoy eso se ve más lejano que el límite del universo: ¿Porque será que no tienen interés alguno?; habrá mucho que esconder o se quiere esperar a después de la elecciones, no sea que antes salgan muchas travesuras y fantasmas que contar.

Es admirable el cinismo los exgobernadores cuyas raterías se han descubierto, porque confían, al igual que Verres; que el jurado que los lleve a litigio sea integrado por políticos que pertenezcan a su mismo partido, que incluso, tengan las mismas marrullerías delictivas y que, por lo tanto, los "absuelvan" de todas sus culpas; que el presidente de su partido vocifere que hay persecuciones políticas y por lo pronto, habrán de buscar un fuero que los proteja, aceptando una suplencia para luego convertirla en titularidad, al estilo "Juanito".

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Escrito en: Metáfora ciudadana

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