El populismo de extrema derecha chocó ayer contra el dique holandés en las costas del mar del Norte tras la derrota sufrida en las elecciones de los Países Bajos por uno de sus máximos exponentes en Europa, Geert Wilders.
Los neerlandeses acudieron masivamente a las urnas para mantener el rumbo de la estabilidad y evitar que el Partido de la Libertad (PVV) del abiertamente xenófobo Wilders se convirtiera en la fuerza política más grande del Parlamento.
De acuerdo con los sondeos a pie de urna difundidos por Ipsos, Wilders aumentó su fuerza parlamentaria, de 15 a 19 escaños, pero muy lejos de los niveles pronosticados en diciembre cuando era el gran favorito. Al final quedó relegado a la oposición.
El Partido Liberal (VVD) del actual primer ministro Mark Rutte retrocedió, pero sin perder el título de la fuerza parlamentaria más numerosa y la mano para formar el próximo gabinete, con hasta 31 escaños.
Notablemente satisfecho con los resultados y luego de conversar con sus homólogos de Alemania y Bélgica, Rutte dijo que los neerlandeses apostaron por "seguridad y "estabilidad", así como pusieron alto al "populismo equivocado" tras el "Brexit" -la salida de Reino Unido de la Unión Europea- y la victoria de Donald Trump en las presidenciales estadounidenses.