En la adopción de políticas para solucionar el problema de contaminación del agua de Torreón no se ha consultado a los más afectados: los usuarios domésticos, componente básico de la sociedad civil.
A trece años de que el arsénico fuera denunciado como el mal más grave de los pozos de agua que abastecen a Torreón, y a ocho de que su solución se convirtiera en uno de los objetivos supuestamente prioritarios de la política hídrica de los gobiernos y del organismo operador Simas, los usuarios domésticos no conocen un plan oficial concreto, integral, proveniente de las autoridades del sector, que vaya más allá de los filtros, a mediano y a largo plazo.
Los filtros a pie de pozo fueron ciertamente la opción que se aplicó en Torreón bajo el carácter de urgente tras la gran presión social que se ejerció sobre las autoridades en el año 2008 luego de reiteradas revelaciones periodísticas que documentaron las altas concentraciones de arsénico en pozos de la ciudad y que llegaban a sobrepasar hasta tres veces el límite establecido por la norma oficial mexicana para agua potable, sobresaliendo casos como el de la bomba número 75 ubicada en el entonces recién inaugurado Fraccionamiento Residencial Senderos.
Por primera vez en la historia de Torreón se obligó a las autoridades a reconocer públicamente la presencia de arsénico en el agua de la ciudad, toda vez que antes lo habían ocultado a conveniencia no de los usuarios domésticos.
Está visto que la vigilancia del cumplimiento de la norma oficial mexicana en materia de calidad del agua, la NOM-127-SSA1-1994, es responsabilidad de la Secretaría de Salud y de los gobiernos de las entidades federativas así como de los organismos operadores como el Simas, en coordinación con la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
La norma establece los límites permisibles de calidad y tratamientos de potabilización del agua para consumo humano que deben cumplir los sistemas de abastecimiento públicos o privados o cualquier persona física o moral que la distribuya en nuestro país; hasta 25 microgramos en el caso de arsénico por litro de agua. Enfatiza que el agua debe estar libre de sustancias que pongan en peligro la salud.
Aún así, estudios científicos ponen en evidencia que la legislación mexicana es muy laxa y debe ser actualizada a la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, que es de 10 microgramos por litro, respetada en Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea. La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, EPA, sugiere un máximo de 5 microgramos de arsénico por litro en busca de una mejor calidad de vida.
Las normas mexicanas deben ser actualizadas pues al día de hoy sólo incluyen un reducido número de parámetros en un contexto donde hay nuevas sustancias que pueden tener efectos negativos en la salud. No hay que olvidar que desde el año 2003 la Conagua advirtió que también en la zona urbana de Torreón se está deteriorando la calidad del agua que se extrae de los pozos por la presencia, además, de concentraciones de molibdeno, selenio y manganeso fuera de norma química.
Debería ser muy fácil para cualquier persona conocer la calidad del agua de la llave. Que aparezca en los recibos del agua, por ejemplo.
Además, el acceso a toda la información referente al agua debe ser libre. Persiste la opacidad, en cambio.
Más todavía, la desinformación que provocan las autoridades también orilla a la población al consumo de agua embotellada, otra de las formas de la privatización del líquido.
Los filtros a pie de pozo fueron iniciativa gubernamental a través del Instituto Mexicano de Tecnologías del Agua, IMTA, dependiente de Conagua. Mas las propias autoridades reconocieron que no son la solución definitiva sino opción urgente para el plazo inmediato únicamente.
En tanto, no informan con detalle la evolución del problema.
@kardenche
