Siglo Nuevo

Eugenio Aguirre

Entrevista

Foto: News Week/Antonio Cruz

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YOHAN URIBE JIMÉNEZ

Novelista, cuentista y ensayista, Eugenio Aguirre ha sido maestro de la escuela para escritores de la Sogem durante más de 15 años. Coordinó la publicación de algunas de las colecciones literarias más destacadas en el ámbito cultural nacional, tales como Lecturas mexicanas (primera y segunda serie) y ¿Ya leISSSTE? Es autor de 52 títulos, entre los que destacan El rumor que llegó del mar, Los niños de colores, Lotería del deseo, Leona Vicario, Pecar como Dios manda, La gran t…, entre otras.

En esta ocasión se revela como el cronista más desenfadado y divertido con esta ingeniosa novela que repasa las mejores anécdotas de la Ciudad de México y sus habitantes en la segunda mitad del siglo XX.

Distrito Federal, c. 1940. Don Gastón Suplice finalmente ha logrado procrear un descendiente, y a pesar de no soportar a los niños, lo criará con todos los lujos que su caudal le permita hasta hacer de él un auténtico junior. Mientras su padre se dedica a los negocios con habilidad de tiburón, el muchacho vive la vida loca en compañía de niñas popis y ricos herederos, pero también de algunos proletarios con quienes descubre que México es más grande que esa burbuja de abundancia y desenfreno que lo rodea.

Caifanes finos, próceres de la transa de cuello blanco, del compadrazgo y el amiguismo, rebeldes sin causa pero a modo, hippies por aburrimiento, adictos a las gringas de Acapulco y a las modas pasajeras, a los apellidos rancios y a todo lo que sea 'pípiris nice': así es el particular y fascinante mundo de Los burgueses.

¿Quiso retratar el indiscreto encanto de la burguesía mexicana?

Sí. Es una radiografiá, digamos, de la burguesía, qué bueno que recuerdas la película de Buñuel, sí hay esa intención. Es una novela testimonial en donde recojo una serie de vivencias de experiencia propia para endosárselas a una familia y contar una saga de esta familia, escrito todo en los 20 años que transcurren de 1950 a 1970, que fue una época de progreso, de un desarrollo muy importante en México y donde participó la alta burguesía. Los grandes detentadores de los medios de producción y de riqueza participaron en este desarrollo en complicidad con los gobernantes, y creo que lo hicieron bastante bien.

Es interesante que los lectores conozcan a esta clase social que ha convivido con el resto de los mexicanos durante muchos siglos y que han estado presentes aunque el termino burgués es peyorativo desde Carlos Marx y la Revolución Sovietica, en realidad a pesar de que cometieron grandes latrocinios, porque esa riqueza no cayó del cielo, sino que en gran parte esa riqueza obedece en proporción al dolor de los demás y las carencias del resto, sin embargo en esa época esos burgueses mexicanos sí participaron en el desarrollo de la infraestructura y de la sociedad.

¿Por ende hay una cronología de los juniors mexicanos en la historia?

Sí, bueno, en la segunda generación aparecen los juniors, hijos de estos grandes empresarios, comerciantes, impulsores de la industria que se les llamaba así porque todos prácticamente tenían el mismo nombre que el papá, y para diferenciarlos se le agregaba el término junior, copiando esto de la sociedad norteamericana. Los juniors eran personas interesantes porque aunque muchos acabaron sometiéndose a los arbitrios de sus padres y a la prepotencia y soberbia de sus familiares, muchos se revelaron, había una actitud contestataria frente al principio de autoridad.

Esto se ve claramente en los años sesenta cuando surgen los hippies, el rock, la píldora, época en la que aparecen las vedettes, las actrices jóvenes y bellas como Silvia Pinal, mujeres como María Félix, que van trasformando el estrato social en muchos campos, y los junior tenían una posición privilegiada porque eran los beneficiarios de la riqueza familiar. Ellos formaban un grupo o una cofradía aparte, empezaban a jugar golf, presumían sus autos deportivos, visitaban los centros de reunión destacados en la ciudad, son los que empiezan a disfrutar intensamente del puerto de Acapulco, los centros vacacionales, lugares como el Fortín de las Flores de la Familia Ruiz Galindo, donde los recién casados iban a pasar su luna de miel y se bañaban en albercas cubiertas con pétalos de gardenias y vivían en el placer y la lujuria del dinero.

¿Le cambia la cara al país?

Aparecen los grandes restaurantes, pero también están presentes lo periódicos, las revistas, los grupos de la izquierda pensante, con una gran cantidad de gente valiosa, empezamos a recibir regalías de lo exiliados españoles que llegaron al país en la época de Cárdenas. Se fortalece el Colegio de México, la Casa de América, el Seminario de Cultura Mexicana, el cine entra en una etapa de franco esplendor, el toreo también está en plena vigencia con figuras como Chucho Solórzano, El Cordobés; es un México en plena ebullición, en pleno desarrollo y progreso, rompiendo con algunos tabús sociales que se había perpetuado.

Es un México promiscuo que se da a la carnalidad con verdadero furor. Se desarroló en estas dos décadas la industria del turismo con la creación del Acapulco de aquellos años, esta sociedad de burgueses es sumamente privilegiada en la historia de la humanidad porque tienen todos los privilegios y no corren mayores riesgos y todavía no son capitalistas salvajes, son capitalistas a secas y eso hace una diferencia.

Pero también es una clase social que promueve la corrupción y la delincuencia de cuello blanco en México…

Pero todavía no en altos grados, por esas épocas aparece un personaje que se llamó Paco Sierra, esposo de Esperanza Iris, el primer delincuente que pone una bomba en un avión para cobrar los seguros de los viajeros de ese avión, que están a su nombre, afortunadamente la bomba estalló antes de que el avión despegara y no tuvo mayores consecuencias. Sí había delincuencia, por supuesto, habían incluso grandes delincuentes que venían del extranjero a delinquir en México, pero no había crimen organizado, no existía en esa época; obviamente había impunidad para ciertos individuos, pero no la impunidad sistematizada que hay ahora.

Había también corrupción en ese momento, un ejemplo es el expresidente Miguel Alemán, pero ese presidente que era corrupto, que era ladrón, dejó su dinero en México y construyó cosas muy importantes, por mencionar algunas, el Campus de Ciudad Universitaria, que le dio una presencia internacional a la UNAM, como nunca la había tenido, se construyen las grandes avenidas, grandes obras.

¿Prefiere no alejarse de la historia para ficcionar?

Bueno es que la historia te da una cimentación muy sólida para escribir las novelas. Pero mis historias no están constreñidas únicamente al tema histórico, por ejemplo, este libro tiene aportaciones muy importantes a la lengua, al conocimiento léxico gráfico de nuestro idioma, a los estudios de literatura medieval que se imparten en la UNAM, a los primeros rudimentos del idioma español, hay todo un trasfondo que tiene que ver íntimamente con nuestra lengua, por eso los primeros párrafos de la historia tienen que ver con la lengua.

Es una historia circular que termina con un involucramiento maravilloso con el mundo y la lengua española. Definitivamente es un homenaje al idioma.

¿La burguesía y la clase política coquetean desde entonces?

Por supuesto, van de la mano, aunque la alta burguesía tolera a los políticos, pero no los incorpora a su clase social, sí los tolera, porque tiene que convivir con ellos para hacer su negocios, pero no los sienta a su mesa más que eventualmente o por conveniencia. La alta burguesía mexicana es una clase social endogámica, se casan entre ellos, conviven entre ellos, viajan juntos, tienen sus yates y sus playas privadas y mansiones pero para ellos.

Como decía Alfonso Reyes: “todo por el pueblo pero nada con el pueblo”, es una línea de conducta que siguen y que es evidente en esta clase social.

¿Es difícil escribir sobre una clase social que tiene riqueza a costa de la pobreza de los demás?

Sí, claro. Para que esta riqueza se genere tienen que haber millones de seres humanos que padecen pobreza, carencia, que son explotados, es decir, esta riqueza se hace en base a la explotación de la mano de obra del proletariado y por eso siempre ha sido la clase odiada por el resto del conglomerado social, porque son muy poquitos lo que detentan la mayor cantidad de riqueza posible en una sociedad. Digamos que el cinco por ciento disfruta del 80 por ciento del producto y el otro 20 se lo reparten.

Esas son las injusticias, y entre más salvaje sea ese sistema, pues peor es la correlación entre las carencias y las bonanzas, es una clase muy privilegiada por el destino humano.

Pero también debemos considerar que sí han aportado insumos para el progreso y que han creado fuentes de empleo muy sustanciales y que tienen una injerencia importante en los grupos sociales. Ahora, no necesariamente la riqueza convierte a las personas en integrantes de la alta burguesía, la alta burguesía tiene sus normas, sus valores, su ética, sus propuestas estéticas, tiene un comportamiento que trasciende la riqueza.

Aunque a veces se confunden y tienen una pretensión aristocrática...

Ese es un vicio de todas las sociedades, sí hay pretensiones aristocráticas, pero recuerda que nuestro país durante todo el siglo XIX estuvo dividido entre liberales y conservadores, y que los conservadores siempre pugnaron por implementar una monarquía en el país, por eso se dieron los imperios de Iturbide y Maximiliano. Esta clase social tiene tendencias aristocráticas y se se comportan como aristócratas, inclusive algunos miembros de la sociedad mexicana, de esta burguesía, tuvieron títulos de nobleza, como el Marques de Guadalupe, que pertenecía a la familia Rincón Gallardo, como los descendientes de don Pedro Romero de Terreros, fundador del Monte de Piedad, que también tenían títulos.

Ahora, muchas gentes de estas tienen guardados entre las crinolinas y bolitas de alcanfor sus títulos de nobleza, pero ya no los pueden usar, en México está prohibido el uso de títulos nobiliarios desde la Independencia. Pero sí persisten, y sus actitudes siguen, es cierto, aunque ya no tenga sentido.

Twitter: @uyohan

Foto: Secretaría de Cultura de la Ciudad de México
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