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Del crecimiento económico al desarrollo humano

FRANCISCO JAIME

Debido a las limitaciones del Producto Interno Bruto real , expuestas en esta columna en días pasados, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha creado una medida más general llamada Índice de Desarrollo Humano (IDH), el cual se fundamenta en las ideas del economista y filósofo indio Amartya Sen, Premio Nobel de economía en 1998.

La obra de Sen, educado en el Trinity College de la Universidad de Cambridge, y en los últimos años profesor en Harvard, es inmensa y apasionante. Algunos aspectos relevantes de su trabajo profesional aparecen en el comunicado de la Academia Sueca al otorgarle el Nobel y resultan de interés para el tema que hoy nos ocupa: "Sen ha hecho muchas contribuciones esenciales a la investigación de los problemas fundamentales de la economía del bienestar. Sus contribuciones van desde la teoría axiomática de la elección social y los índices de pobreza hasta los estudios empíricos de las hambrunas. Todas ellas están estrechamente vinculadas al interés general por los problemas de distribución del ingreso y al interés particular por los más pobres de la sociedad. Sen ha subrayado que lo que crea el bienestar no son los bienes como tales sino la actividad que permite adquirirlos. De acuerdo con este punto de vista el ingreso es importante debido a las oportunidades que genera. Pero las oportunidades reales- o capacidades, como las denomina- dependen también de muchos otros factores, como la salud; estos factores también se deben incluir cuando se mide el bienestar".

El Índice de desarrollo Humano (IDH) pondera tres parámetros: ingresos, salud y educación. Los ingresos miden un nivel de riqueza financiera digno, para el cual se utiliza el ingreso nacional bruto, o el PIB real per cápita, expresado en dólares y corregido por el poder de la paridad de compra. El indicador de salud intenta medir una vida larga y saludable, y se utiliza la esperanza de vida al nacer. Por último, para el caso de la educación se utiliza una ponderación de la tasa de alfabetización, la tasa bruta de escolaridad de primaria, secundaria y universitaria, y la cantidad de años de educación obligatoria. Al ponderar estos elementos se obtiene una nota entre cero y uno, y se compara a los países con base en la calificación obtenida.

Como era de esperarse, el desarrollo humano, no ha sido homogéneo en las distintas regiones, en los distintos países, ni tampoco dentro de éstos. El IDH muestra que los cinco países, entre 188, en donde el indicador era mayor fueron Noruega, Australia, Suiza, Dinamarca y Países Bajos. Para América Latina existen tres grupos de países. Primero los que se encuentran en el grupo de un desarrollo muy alto: Argentina y Chile. Segundo, dentro del conjunto de países con un desarrollo alto se encuentran en orden de importancia: Uruguay, Panamá, Cuba, Costa Rica, México, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Belice y República Dominicana. Y finalmente, el resto de países de América Latina se ubican en los grupos de desarrollo humano medio o bajo: Paraguay y Haití por ejemplo.

Para el caso de México los últimos resultados publicados por el PNUD indican que a pesar del crecimiento continuo del IDH entre 2008 y 2012, aún existe una considerable desigualdad en desarrollo entre las entidades federativas. En 2012 el mayor nivel de desarrollo estuvo en el Distrito Federal (0.830), le siguen Nuevo León, Sonora, Baja California Sur y Coahuila. Si las entidades mantuvieran la tendencia de crecimiento del período analizado, Campeche sería la primera en alcanzar al DF después de 20 años (2032), Coahuila requeriría 39 años (2051) y Durango 54 años (2066). Un dato más: El DF necesitaría 53 años para alcanzar el máximo nivel de desarrollo humano, es decir, cercano a 1 en 2065.

El informe advierte que si bien el supuesto de la invariabilidad de las tendencias de crecimiento es cuestionable, sirve para ilustrar los retos que México enfrenta para alcanzar un desarrollo igualitario, los cuales son enormes y muy heterogéneos. El mismo Amartya Sen ha señalado reiterativamente que el IDH es limitado, ya que no contempla las desigualdades, la pobreza, la seguridad humana, la libertad. Para ofrecer una imagen más clara del nivel de desarrollo humano de un país, es necesario analizar otros indicadores, por ejemplo, los referentes a desigualdad, disparidad entre los géneros y pobreza humana. Resulta pues evidente, que el desarrollo humano involucra una mayor cantidad de indicadores que los utilizados por el PNUD, pero queda claro también, que el ingreso medido a través del PIB, ya no es lo único que importa en el desarrollo de las naciones.

(Economista)

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