Dinero para armas

A Donald Trump le gusta construir realidades alternas, las que mejor se adapten a sus proyectos personales o políticos. Lo vimos en su campaña o en su discurso inaugural cuando afirmó que Estados Unidos es una tierra destrozada por la migración y el comercio internacional. Poco importa que el país sea en realidad uno de los más prósperos del mundo, que haya tenido una recuperación más rápida que otros desde la crisis de 2008 o que registre una tasa de crecimiento saludable.

Ayer vimos nuevamente este manejo tramposo de la información cuando el presidente anunció un aumento en el presupuesto militar de 54 mil millones de dólares, alrededor de 9 por ciento, para "reconstruir las debilitadas fuerzas armadas". Este incremento se financiará recortando de manera muy importante otras áreas del gasto público.

La verdad es que las fuerzas armadas de los Estados Unidos no están ni remotamente debilitadas. El poderío de la Unión Americana es enorme desde cualquier punto de vista. Es cierto que ha habido una disminución en el número de efectivos, que en 1970 se acercaban a los 3.5 millones de efectivos, mientras que hoy, sin contar reservas, alcanzan cerca de 1.3 millones. Pero esto es consecuencia de que las fuerzas armadas han prestado una mayor atención a la tecnología y a las nuevas armas más que al número de soldados y marinos.

El gasto militar estadounidense es por mucho el mayor del mundo. En 2015 alcanzó un total de 597,500 millones de dólares, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. En un muy lejano segundo lugar se encuentra China, con 145,800 millones de dólares. Rusia, en cuarto lugar, tiene un gasto militar de apenas 65,600 millones de dólares. Estados Unidos gasta más en sus fuerzas armadas que los siguientes ocho países juntos. México, para comparar, dedica a sus fuerzas armadas 7,700 millones de dólares al año, de acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI).

Estados Unidos tiene el 4.3 por ciento de la población de planeta, pero tiene el 36 por ciento del gasto militar (SIPRI). La marina estadounidense es la única que realmente puede operar en todo el mundo. Cuenta con 10 portaaviones, mientras que Rusia y China tienen sólo uno cada uno. De hecho, en el mundo sólo hay 18 portaviones, por lo que la Unión Americana cuenta con 55 por ciento del total. Pero los portaaviones estadounidenses son mucho más grandes y avanzados que cualquiera. Cada uno cuenta con mayor capacidad de destructiva que las fuerzas armadas de la mayoría de los países (NYT, Wikipedia).

La decisión de subir en 9 por ciento el gasto militar no es, como vemos, consecuencia de un debilitamiento de las fuerzas armadas estadounidenses. Es simplemente producto de una mentalidad que considera que no hay límite a la fuerza militar que debe tener la mayor potencia del mundo. Quizá otro propósito es reducir el gasto social que Trump identifica con sus enemigos.

Uno de los grandes problemas del gasto militar es que no es realmente productivo. Los grandes portaaviones o los aviones de combate se pasean por el mundo y hacen prácticas, pero rara vez se usan en guerra y ciertamente no generan bienes de consumo o prosperidad. Si el dinero se usara para inversión pública productiva, o si se devolviera a los contribuyentes, sus consecuencias serían mucho más positivas. Pero para entenderlo hay que bajarse de la nube y dejar de construir realidades alternativas.

 SIN PENSIóN

Felipe Calderón decidió renunciar a su pensión como expresidente. Supongo que es para ayudar a la campaña de su esposa, Margarita. Pero a pesar de que esto pueda ser una medida popular, yo siempre he desconfiado de los políticos que pueden darse el lujo de renunciar a sueldos o pensiones.