Columnas Social

Ensayo sobre la cultura

José Luis Herrera Arce

El imaginario de los políticos

Podemos imaginar al imaginario como aquella ficción que se construye acerca de la realidad y todo mundo toma como cierto. El imaginario ha llevado a creer a los pueblos en la existencia de seres de muchos tipos: dioses, héroes mitológicos, animales inexistentes, sociedades utópicas que aparentan ser perfectas. Los imaginarios colectivos toman como verdaderos personajes que la fantasía les ofrece para hacer de sus vidas más llevaderas.

Los jóvenes cuentan con sus imaginarios; hoy en día, se trata de los héroes que aparecen en la pantalla del cine y de la televisión y que se han vuelto a retomar de los comics de los años 40, aunque todo mundo sabe que son falsos, se habla de ellos como si existieran en realidad, entre las brumas de la pantalla se percibe una existencia que se quisiera posible. Antes, la fantasía era una característica que alimentaba a la infancia y se ha extendido a la adolescencia. La realidad se disfraza.

Hay otro imaginario que nos envuelve, querámoslo o no, es el que construyen los políticos de todos los sabores, es el discurso que en época de elecciones se comienza a armar. La ciudad, el estado, el país de futuro, puede ser imaginado desde hoy, porque de una manera o de otra, estas voces nos las están diseñando. Nuestra imaginación hace todo lo demás. Como si con las palabras bastaran para construir las utopías, las que nunca se han llegado a realizar.

Antes, existía más posibilidad en creer las realidades que el discurso político presentaba a nuestra consideración. En la primera parte del siglo XX, veníamos de una revolución, la cual queríamos creer benéfica y nacionalista. La figura de Lázaro Cárdenas fue importante porque hizo lo que prometía, lo que en aquel entonces muchos creyeron era la culminación de un proceso que había comenzado con Madero, o antes, con los Flores Magón.

A partir de los setenta, ochenta y los noventa, ha sido la decepción constante. Las nuevas generaciones no sufrieron la devaluación en picada del peso. Los ceros se fueron acumulando hasta tres, un peso equivalía a mil pesos. Como solución a este problema, simplemente se borraron tres ceros a los billetes, para que los ciudadanos volvieran a creer en que nuestra moneda era fuerte. El hecho pasó al olvido, aunque los ceros están ahí, son parte de la realidad que no considera el imaginario colectivo.

Imaginarias son todas aquellas afirmaciones que se nos dicen y que contradicen a la realidad. Por ejemplo: que el alza de la gasolina no nos afecta, cuando es sabido que todo se mueve y por lo tanto, es un costo que se debe de absorber y que paga el último consumidor. Antes se nos había dicho, que la reforma energética nos iba a favorecer y resultó lo inverso. Ahora traigo a colación aquellas afirmaciones de Echeverría: "No digo ni sí ni no, sino todo lo contrario". En su tiempo, provocaron burla y risa; ahora nos produce llanto. Nos siguen diciendo ni sí ni no y todo lo contrario. Cuando bajó el petróleo, no bajó la gasolina, y ahora el pretexto de que suba es porque también lo hace la materia prima. Te pierdes con los ecónomos y los políticos.

Para desgracia de los modernos imaginarios, es que ya no nos construyen mundos bonitos porque la política es criticar al del frente, haciéndose pasar como parte del pueblo (que sin duda lo son, pero quieren dejar de serlo para situarse en otro nivel, por lo menos económico). Resulta, según los primeros spots publicitarios, que el gasolinazo es por los otros y no del partido en el poder. O sea, que culpas por haberlo votado y no por promoverlo y defenderlo a capa y espada. Del lado contrario es lo mismo, no aceptan sus propios errores: por ello perdieron la oportunidad de continuar en la presidencia. Es más fácil enfocarse por el error cometido por los demás para aparecer como el superhéroe salvador, al igual que en las películas en las que creen nuestros jóvenes.

Por si no fuera suficiente, también se nos ha aparecido el gran malo que amenaza nuestras fronteras con el muro para que no nos asomemos del otro lado. Se esfuma la promesa del modo americano de vivir, porque es un sistema que ya tronó, como todos los demás de izquierda y derecha que van disminuyendo las opciones de una esperanza de vivir bien.

En el cielo y en la tierra, se van acabando los paraísos y sólo nos quedan un montón de charlatanes que se empeñan en hacernos creer en la bondad de sus proposiciones. Esconden la realidad en los imaginarios que a las personas no convencen. Se multiplican los partidos que han demostrado ser buenos negocios familiares, pero que no son ninguna solución a nuestros verdaderos problemas, o el de políticos sagaces que se esconden en ellos para volver a las andadas a pesar de habernos heredado una deuda difícil de pagar.

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