REFRANERO DEL QUIJOTE
El Quijote II, 10
Dos veces aparece este refrán en El Quijote. En la primera lo dice Sancho Panza y en la otra lo pronuncia la Duquesa, en II, 35.
Con motivo de la vista que don Quijote se propone hacer a Dulcinea en su casa, manda a Sancho al Toboso y le indica "que no volviese a su presencia sin haber primero hablado de su parte a su señora, pidiéndole fuese servida de dejarse ver de su cautivo caballero (es decir, don Quijote), y se dignase de echarle su bendición, para que pudiera esperar de ella felicísimos sucesos de todos sus acontecimientos y dificultosas empresas".
A punto de partir al cumplimiento de su embajada, Sancho recibe de don Quijote numerosas indicaciones para que observe con atención todo cuanto sea posible respecto de las actitudes y poses de Dulcinea, pues le dice que "entre los amantes las acciones y movimientos exteriores que muestran cuando de sus amores se trata son certísimos correos que traen las nuevas de lo que allá en lo interior del alma pasa".
El escudero observa que su amo está hecho un manojo de nervios por saber si Dulcinea mostrará, o no, una actitud favorable hacia don Quijote, su cautivo amante. El escudero lo tranquiliza así:
"- Yo iré y volveré presto -dijo Sancho-; y ensanche vuestra merced, señor mío, ese corazoncillo, que le debe de tener ahora no mayor que una avellana, y considere que se suele decir que 'buen corazón quebranta mala ventura'".
Con este refrán, Sancho le quiere dar a entender que tenga buen ánimo, que es como se deben afrontar las arduas cuestiones de la vida, toda vez que el apocamiento frustra cualquier propósito. Que la esperanza y el esfuerzo personal son capaces de superar cualquier problema, por grande que sea.
J.A García Villa
@jagarciavilla