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Sí ahora se aprende de forma diferente… ¿entonces cómo debemos evaluar?

Rolando Cruz García
"Cada fracaso le enseña al hombre algo que necesita aprender"

— Charles Dickens

Cada vez que nos referimos al término evaluar, lo asociamos de manera natural y sólo a los resultados del aprendizaje de los estudiantes, sobre todo en términos de sus calificaciones y por lo tanto nos remite a los exámenes que nos permiten calificar, cuando evaluar es un concepto mucho más completo y por lo tanto más complejo.

Y es que los resultados de la evaluación son complejos, porque involucran al profesor, el alumno, los contenidos, el método, a las relaciones interpersonales, al funcionamiento de la dirección, al vínculo hogar - escuela - comunidad, etc. Y es por todo ello que la evaluación se convierte en un concepto multirreferencial.

Sabemos ahora que los estudiantes aprenden diferenciadamente y que desarrollan distintos tipos de inteligencias, a saber: la verbal-lingüística, musical, lógico-matemática, espacial, corporal-kinestésica, naturalista-ecológica, intrapersonal e interpersonal y que fueron propuestas por Howard Gardner, desde 1995. Es obvio que cada una de ellas se va a evaluar de manera diferente.

Ahora bien, si de resultados de aprendizaje se trata, es necesario reconocer que en la actualidad, los alumnos aprenden diferente a cuando los profesores estudiábamos, por ejemplo, el modelo pedagógico tradicional que prevalecía hasta hace poco más de 20 años (algunos profesores todavía lo privilegian), sienta su concepción en el desarrollo en las facultades innatas del alumno y lo que busca es que el estudiante repita memorísticamente y de manera fidedigna lo aprendido, por lo que es el propio alumno quien tiene que modificarse individualmente para alcanzar los niveles de desarrollo que de manera externa, le demandan.

Las concepciones más actuales del aprendizaje han cambiado y reconocen ahora que no sólo se trata de la adaptación de los alumnos a la estructura escolar, sino que se basan en la comprensión, la utilidad y la transferencia de lo aprendido; el que los alumnos sepan demostrar y hacer algo con lo que aprenden y que además todo ello se refleje en sus actitudes y en su personalidad.

Lo anterior es lo que constituye el enfoque por competencias, que ahora se implementa en todos los niveles y modalidades educativas y en donde se establece que no basta con aprender conocimientos, sino que hay que saber usarlos y aplicarlos con responsabilidad.

Las competencias puntualizan lo que tiene que saber el estudiante y lo que debe saber hacer con el conocimiento que posee, en contextos específicos y como respuesta a las demandas de su entorno. Lo que significa que hoy no basta con un saber declarativo y conceptual, ya que en la vida éste no sirve para resolver problemas.

Bajo este panorama, para poder evaluar ahora es necesario seguir una metodología de planeación muy sencilla, ahora denominada "secuencia didáctica" y que incluye las siguientes fases: Primero, establecer las necesidades y demandas que el entorno nos exige como una meta a lograr con los alumnos, es decir que el estudiante tendrá que saber y saber hacer. Segundo: especificar la meta en términos de la competencia a lograr (objetivo). Tercero: establecer los indicadores de desempeño que de él se esperan. Cuarto: establecer la situación de aprendizaje y su secuencia. Quinto: definir la forma de evaluar, la técnica o el instrumento para obtener la evidencia y sexto: establecer el nivel de aprendizaje logrado. Con lo que se cierra el ciclo que deberá repetirse incesantemente.

Cuando intentamos evaluar, en la actualidad y bajo este enfoque, es importante definir qué tipo de evidencias obtendremos; a saber: evidencias de conocimiento, de desempeño, de producto o de actitud y a partir de ello, se diseñan y se elaboran los instrumentos y las técnicas para obtener dichas evidencias.

Es por ello que la evaluación se convierte en un proceso mediante el cual se recopilan evidencias y se emite un juicio o dictamen, con base a esas evidencias y tomando en cuenta ciertos criterios preestablecidos: Esta forma de evaluar nos proporciona la posibilidad de una retroalimentación, que es fundamental para mejorar el desempeño de todos.

Tradicionalmente en el profesor han descansado siempre las acciones evaluativas; sin embargo, es hora de atender aspectos tales como la autoevaluación, la coevaluación y la heteroevaluación, es decir que esta visión requiere de establecer una clara distinción entre evaluación y calificación y no confundirlas como en muchos de los casos ya conocidos.

La evaluación se ha convertido en los últimos tiempos en un tema recurrente, para muchos de difícil solución y de difícil acuerdo, pero indudablemente nos compromete con los desafíos de la tarea de educar.

Debemos reconocer también que el componente menos abordado al momento de evaluar es el análisis y la interpretación de los resultados de la evaluación (el componente hermenéutico). Me parece que más por desconocimiento que por omisión.

Evaluar es participar en la construcción de un conocimiento axiológico, que nos permita interpretar información, estableciendo visiones críticas y no simplificadas de la realidad y facilitando la generación de una verdadera cultura evaluativa.

Construir una cultura evaluativa implica incorporar a la evaluación como una práctica cotidiana que realizan todos y afecta a las instituciones en su conjunto, ya no para sancionar y controlar, sino para mejorar y potenciar el desarrollo de todos y cada uno de sus miembros.

Agradezco sus comentarios a: [email protected]

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Escrito en: ROLANDO CRUZ GARCÍA

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