En días pasados, grupos de organizaciones no gubernamentales hicieron un llamado para que los ciudadanos acudiéramos a una marcha nacional "por la dignidad y defensa de México": el resultado fue muy pobre. Según los medios de comunicación, no más de veinte mil personas marcharon en la Ciudad de México y en La Laguna, según el conteo de algunos, no pasó de tres mil manifestantes.
Es obvio el desinterés del mexicano común y corriente ante la problemática nacional, particularmente la política y de ella la exterior, ante las permanentes agresiones del güero maníaco que insiste en lograr "hacer a América grande". Recuerde que en los EUA se autodenominan así, por tradición e ignorancia de la tipificación geografía mundial.
La pregunta ha sido hecha por diferentes pensadores: ¿por qué nuestro abandono?
El tema requiere de serio análisis y estudio; refleja una pasividad nacional que no sólo ofende a la mayoría, sino que la agravia profundamente y la lesiona en la economía personal y familiar.
Algunos pensadores creen que se debe al "estado de confort" que vivimos algunos, donde las cosas se suceden con regular continuidad y la afectación por la profundización en la pobreza aún no nos llega al estómago.
Otros, acusan directamente al sistema político mexicano, que ha caído a lo más profundo de la corrupción ética y moral, incluyendo, desde luego, a la ansiedad del politiquero por robar para tener. Recuerde aquella frase lapidaria, hasta festejada, del Profesor Hank González: "un político pobre es un pobre político".
Le recuerdo que soy apartidista, aunque me interese influir en la política de mi país y La Laguna.
Otros hablan de la impunidad que ha favorecido a la corrupción hasta llegar a niveles inimaginables. Las citas como ejemplos son múltiples y la desvergüenza y falta del temor real les permite exhibirse descaradamente, negando por definición las acusaciones de robo y hasta asesinatos masivos. Sorprendente que ¡no pase nada!
La pobreza misma ha permitido que se cree un círculo vicioso en donde el pobre, cada vez más pobre y muchos en estado de miseria, teme actuar y/o acepta entregar su credencial de elector y con ello su dignidad. ¿Será abandono?
Recibir un tinaco para asegurar el abastecimiento de agua en casa, unos adobes y bultos de cemento, varilla para construir un cuarto precario que ayude a solventar el exagerado hacinamiento familiar, hules para los techos de lámina y/o cartón, despensas y hasta bonos varios en efectivo, podrán parecernos poca cosa, pero para muchos, cerca del sesenta por ciento de los laguneros, puede ser la solución a problemas inmediatos; y no olvide las amenazas que se les hacen en un ambiente de ignorancia: "si no ganamos no habrá más materiales". Consecuencia: sometimiento y abandono.
La mala o nula educación escolarizada tiene como mancuerna letal a la pobreza. El círculo vicioso se torna grave e insalvable: a menor educación mayor pobreza y ante esto, nulas posibilidades de salir de la marginación.
Con lo anterior, ahora podemos comprender los porqués del desinterés y hasta complicidad de las autoridades al no supervisar, regular y actuar ante las malas escuelas -de todos los niveles educativos-; para los informados, son conocidos los casos de graves irregularidades que permiten que algunas escuelas funcionen.
Dicen -difamando- que Porfirio Díaz creía que ante el analfabetismo y falta de información de los mexicanos podría mantenerse más cómodamente en el poder; lo cierto es que ahora contamos con muchos conciudadanos sumidos en el llamado "analfabetismo cultural". Le menciono tres características de tales personas: no dominan su idioma y no hablan otro distinto; no saben computación, generándoles mayor desinformación y su formación escolarizada es tan deficiente que no leen, escriben ni hacen -suficientemente- operaciones numéricas básicas. Consecuencia: abandono. ¿Conoce algunos?
Han pasado las semanas y empezamos a sentir el "abandono" del sentido nacionalista despertado por Trump; ya nos prepararon para los nuevos gasolinazos y en ese ambiente empiezan las técnicas del rumor, deformantes de la realidad, para confundirnos en las próximas votaciones.
En otros casos ya se aplica la presión para generar temor y tendencia política, incluidos los medios y algunos articulistas que ya sucumbieron -por necesidades materiales- al sistema corrupto.
Una anécdota simpática: en mis tiempos de coordinador universitario, durante un viaje con uno de los grupos musicales al desierto lagunero, en medio día y con 46 grados de temperatura, se descompuso el destartalado autobús en que viajábamos y un estudiante salió del "horno" que representaba la cabina para tirarse en el suelo y abandonándose "esperar la muerte". Todos nos reanimaos con la broma y esperamos a la reparación del vehículo. ¿Similitud?
Sólo conociendo el problema podremos encontrarle la solución y, los más conscientes -y afortunados- tenemos el compromiso de desempeñarnos social y políticamente en forma activa y responsable, más allá del simplemente votar. ¿Usted qué piensa hacer?
