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'Yo digo sí a la vida': Trump

DAVID PÉREZ

Donald Trump prohibió utilizar fondos federales estadounidenses para apoyar organizaciones que promueven la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). El anuncio alegró a sectores religiosos que dicen defender la vida. Grupos religiosos y un gobierno con elementos de totalitarismo se oponen a los derechos que un grupo de mujeres han conquistado para sí. Estar en contra de la IVE y de la muerte asistida no es sinónimo de estar a favor de la vida.

En 1984 el presidente Regan decretó por primera vez la "Mexico City policy". Lleva ese nombre porque sus contenidos fueron dados a conocer en esa ciudad con motivo de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de la ONU. Ese fue el nombre del reglamento que ordenaba cortar el apoyo económico para organizaciones que promueven el IVE como parte de los métodos de planificación familiar. Desde esa fecha, las administraciones federales republicanas la han aplicado y las demócratas la han suspendido.

El pasado domingo 22 de enero miles de mujeres salieron a las calles de Washington y en otras partes del mundo, para reivindicar sus derechos. Sin embargo, en esta misma ciudad hay otros sectores femeninos que necesitan empoderarse: latinas, musulmanas, migrantes de pueblos originarios, mujeres todas. La orden ejecutiva abona a un imaginario social de restricciones que sólo aplican para la mujer.

Argumentar que el presidente Donald Trump tiene una política provida es complicado. Por ejemplo, la designación de Scott Pruitt para la Agencia de Protección del Ambiental de los EU, el mismo que en los últimos años se ha dedicado a frenar el plan de energía limpia en ese país. Además, el presidente ordenó la reconsideración de la construcción de dos oleoductos que había sido detenida como fruto del trabajo de ambientalistas.

Mao Tse Tung y Stalin también tuvieron posturas en contra del aborto y promovieron legislaciones en ese sentido. Obviamente las motivaciones de éstos eran distintas a las de Trump. Sin embargo, los dos casos sirven para ejemplificar que estar a favor de la vida porque se lucha contra la IVE y la muerte asistida, y al mismo tiempo, desentenderse de la calidad de vida de los seres humanos y de las demás formas de vida, es una contradicción.

Si a la política "provida" se le buscan argumentos religiosos, se corre el peligro de contribuir a una violencia cultural (Galtung, 2003) que se ve expresada en el ecocidio y sexismo; además de promover una sociedad de la virtud, donde solamente algunos, los que por sus méritos, son los que merecen el premio de la vida. Estos son elementos culturales que sirven para justificar la violencia directa.

Descalificar e insultar a los promotores de iniciativas que legalizan la IVE y la muerte asistida impulsan la conflictividad hacia la improductividad y la polarización. El conflicto de intereses y de posturas podría ser aprovechado para abonar a la construcción de una sociedad más plural donde el ser humano pueda acceder a un mayor número de posibilidades de realización humana.

Twitter: @davidsecular

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Escrito en: David Pérez

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