Otra vez el futbol mexicano vive un capítulo lamentable, la violencia en el Luis "Pirata" Fuente, de Veracruz.
Conozco ese estadio. Es grande, caro, bonito. Con una afición pasional, de sangre caliente. Que apoya desde antes de ingresar, con tambores y cánticos.
También he visto a los aficionados de los Tigres, los que viajan.
Y sigo sin entender qué lleva a un grupo de personas que asisten a un estadio a comportarse de esa forma tan burda y sin sentido. Golpearse entre ellos, como si fuera a haber un ganador. Como si lo que pase en la cancha fuera a cambiar con golpes en las tribunas. Como si hubiera algo que demostrar mediante la fuerza.
El problema, creo, no es de los Tigres ni del Veracruz. El problema es del futbol mexicano. Y en un sentido más amplio, del futbol mundial.
Los dueños de equipos tienen que tomar en serio esta clase de manifestaciones para que no se repitan.
A los estadios de futbol se va a ver futbol. A gritar, a cantar, a disfrutar. A celebrar y a veces también a llorar, pero no a base de golpes.
Definitivamente creo que en actos de violencia como los ocurridos al final del partido entre Tigres y Tiburones no hay ganadores.
El futbol debe ser una distracción para el aficionado, una diversión. Y los estadios, deben ser lugares seguros, a donde se pueda ir con niños. Un lugar donde las familias puedan convivir.
Esta vez fueron aficionados de Tigres y Tiburones, pero actos reprobables se han visto en casi cualquier escenario con seguidores de distintos colores.
De entrada, podemos comenzar a cambiar eso en casa respetando al rival.
Me ha tocado ver en el Corona múltiples manifestaciones cobardes de aficionados locales con visitantes. Me ha tocado ver como la Policía colabora también para que se pierda el orden.
Creo que es tarea de todos erradicar la violencia de nuestro futbol y nuestro entorno. Ya.
¿Le seguimos?
