El torero tlaxcalteca Sergio Flores fue el triunfador de la tarde al cortar dos orejas. (Fotos de Jesús Galindo)
Fue bajó el Sol ardiente que los aficionados a la fiesta brava se convergían en la pequeña, pero acogedora Plaza de Toros Alberto Balderas de Ciudad Lerdo, uno a uno los fieles amantes de la cultura taurina iban llegando y poco antes de la hora pactada, el pequeño coloso ya lucía un lleno total, todos reunidos y a la expectativa de ver exponer su arte con el capote al maestro Enrique Ponce, para enfrentar en un mano a mano al tlaxcalteca Sergio Flores.
SE PRESENTA EL VALENCIANO
Bajo las notas de "Cielo Andaluz" paso a paso fueron saliendo al ruedo el maestro y el joven, la experiencia andando y la lozanía emergente del toreo mexicano, mostraron su respeto al juez y cada uno tomó su lugar en el callejón, el primero en saltar al ruedo fue Enrique Ponce, para lidiar al toro de nombre "Don Mario" que superaba los 460 kilogramos, la bestia lució indomable y sagaz, pero no dio oportunidad de que el español se pudiera lucir y a la hora de la suerte máxima, en medio de un silencio lleno de expectación, Ponce no colocó de buena manera la primera oportunidad, dejando escapar toda posibilidad de premio, y en su segundo intento no logró su cometido, teniendo que recurrir al descabello, llevándose aplausos del respetable.
Flores se enfrentó a "Langosto" un ejemplar de 458 kilos, pero algo traían los primeros ejemplares de Barralva, que, a pesar de los pases del príncipe de Tlaxcala, no cedían para que el diestro explotara sus conocimientos, llevándose al callejón unos cuantos aplausos.
LUCE PONCE
Tercer toro de la tarde, ya bajo el crepúsculo del día, saltaba la figura del toreo valenciano a lidiar contra "Abuelo" de 478 kilos, el español pudo lucir con verónicas que desataban el júbilo de los asistentes, el ejemplar se prestaba con cada pase a que el matador español mostrara sus dotes y su experiencia, fueron doce minutos en los que la Plaza presenció una de las mejores muestras de toreo, provocando así que el español se inspirara y lograra dar muerte al ejemplar en primera oportunidad, haciendo que el juez levantara al aire un pañuelo blanco, cediéndole una oreja, para en ese momento desatar aplausos y gritos eufóricos hacía el español que en un giro por el redondel se despedía de la Comarca Lagunera.
GRAN CIERRE
El ocaso de la corrida llegaba así como el del día, y salió partiendo plaza para encararse con su enemigo, el hombre, la más fiel de las bestias guardada para el último, "Don Manolito" de 520 kilos, gaoneras y chicuelinas fueron las primeras muestras del excelso toreo del mexicano, haciendo que la afición lo viera como el torero en ascenso que es, ya con la muleta, derechazos arrancaban aplausos, pero la ovación llegó al momento en que Flores realizó el molinete de rodillas para que la gente se parara de su lugar y aplaudiera, ante la majestuosa exhibición del diestro y ante el ímpetu y la bravura de "Don Manolito", llegó la suerte máxima y con magia en las muñecas se lanzó a matar realizando una excelente estocada, que le dio muerte al astado, haciendo estallar de júbilo al respetable, el juez cedió el par de orejas, y así el juvenil se llevó la tarde.
Flores salió en hombros y la experiencia de Ponce tuvo que ver como la virtud y el hambre de triunfo de la juventud se imponían en el duelo dejando a los fieles maravillados con una buena exposición de toreo.
