EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Corrupción y cultura

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

La corrupción es un fenómeno cultural. No lo digo, como Peña Nieto, para disculpar a los individuos que cometen actos corruptos; de manera alguna es esa mi intención. Lo afirmo porque necesitamos un diagnóstico certero para poder lidiar con ese mal.

El fenómeno de la corrupción está tan arraigado que nos resulta muy difícil pensar, por ejemplo, en políticos honestos que en verdad persigan el bienestar del país y de su gente. Estamos altamente convencidos de que, quien se acerca a la función pública, lo hace para enriquecerse a costa del erario y los datos de la Auditoría Superior de la Federación refuerzan esa idea.

Pero los sondeos demuestran que, en general, no hay institución que se libere de ese mal. Incluso las iglesias y las universidades son señaladas en mayor o menor medida como espacios en donde hay corrupción. Esos estudios también suelen confirmar que, la práctica corrupta más cotidiana es la tristemente famosa "mordida" que los automovilistas dan a los agentes de vialidad para que no los infraccionen.

La extorsión que sufren quienes conducen por calles y carreteras de nuestro país es posibilitada por nuestra elevada propensión a no respetar las reglas, no sólo las viales sino, en general. Las leyes nos parecen un estorbo y encontramos siempre una "buena razón" para burlarlas. Casi todos los mexicanos renegamos de la corrupción de los demás; pero nos quedamos callados cuando, los beneficiados por un acto corrupto, somos nosotros mismos o nuestros allegados.

Qué bueno que hoy haya muchos mexicanos que reniegan de la corrupción. Pero, el gran reto consiste en derrotar la doble moral. Tal vez no se necesite estar libre de culpa para lanzar piedras; pero una vez arrojada, cada piedra debe convertirse en un compromiso para quien la aventó: respetar las leyes sin pretextos ni excusas.

Si no nos gusta la corrupción, entonces debemos dejar de propagarla. Si no queremos políticos corruptos, debemos de dejar de criarlos en nuestras casas y en nuestras escuelas. El peso de nuestro ejemplo colectivo diario es la única solución profunda y efectiva para transformar la cultura y terminar con la corrupción.

¿Utópico? Los grandes corruptos viven gracias a que la mayoría se ha resignado a no vivir la utopía.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Con sinsentido

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1313684

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx