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Ayudando enemigos

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

En medio de las sordas precampañas para la candidatura al gobierno de Coahuila, cada vez se acerca la fecha para tener en firme la certeza de quienes serán las personas que aparecerán en la boleta electoral el próximo 4 de junio para elegir al sucesor de Rubén Moreira, actual gobernador constitucional del Estado.

Como ya está definido, los candidatos con verdaderas opciones de triunfo son dos. El PAN nominó a José Guillermo Anaya Llamas, quien encabezará la coalición opositora compuesta por el propio Acción Nacional, su partido; acompañados por la Unión Democrática de Coahuila, partido afianzado en el norte del Estado particularmente en ciudad Acuña, y que es propiedad de alcalde acuñense Evaristo Lenin Pérez Rivera; el Partido Primero Coahuila, posesión del profesor Contreras Pacheco del municipio vecino de Matamoros y el Partido Encuentro Social.

El PRI en este momento está en el proceso de simulación de precampañas y tiene como abanderado al ingeniero Miguel Riquelme Solís. Acompañando a la opción oficial está el Partido Verde, el Partido Nueva Alianza, ambos con registro nacional y los institutos con registro estatal como lo son el Partido de la Revolución Coahuilense, el Partido Campesino Popular, el Partido Social Demócrata Independiente y el Partido Joven, el cual ha destacado por manifestar su abierto respaldo al profesor Humberto Moreira.

Completarán la dichosa boleta electoral el folclórico empresario Armando Guadiana Tijerina, bajo la siglas de Morena.

Javier Guerrero, político de cepa que ya no soportó las reglas reales del partido al que perteneció por décadas, y el empresario Luis Horacio Salinas, hijo de un exalcalde saltillense y militante destacado del PRI, participarán por la vía independiente.

A estas cinco personas (Anaya, Riquelme, Salinas, Guerrero y Guadiana) hay que agregar a la perredista Mary Thelma Guajardo del Partido de la Revolución Democrática y al exalcalde torreonense José Ángel Pérez Hernández.

Con todas las opciones ya liberadas, habrá entonces que hacer un análisis de qué es lo que aportarán a la contienda electoral próxima a realizarse dentro de poco menos de cuatro meses.

Miguel Riquelme es la carta priista. Ofrece oficio político y ciertamente un perfil ejecutivo comprobado. Aunque joven, tiene un palmarés público vasto. Comenzó su carrera en puestos administrativos de poca trascendencia y ahora cuenta con un historial importante ya que se ha desempeñado como diputado federal, secretario general de Gobierno, secretario de Desarrollo Regional, presidente municipal de Torreón, entre los cargos más recientes.

Su último cargo, el de alcalde de Torreón, lo desempeñó de manera muy destacada, máxime si se compara con su antecesor inmediato Eduardo Olmos, o hasta con el mismo José Ángel Pérez.

Durante la administración de Riquelme Solís, en Torreón se construyeron los parques deportivos como La Línea Verde en el oriente, o el Centro Cultural y Deportivo La Jabonera en el poniente, y un inconcluso parque en el lecho del Río Nazas. El Paseo Morelos fue el colofón de toda una serie acciones que le han devuelto al centro de la ciudad la vida social. Torreón ha vuelto a captar inversión extranjera y la seguridad aunque con tumbos, ha ido en franca mejoría.

Sin embargo, Riquelme representa también más de lo mismo. Su ascenso a la candidatura tuvo que ver con la voluntad directa del gobernador Moreira, con todo lo que ello implica. El proyecto del alumbrado público bajo la concesión a Construlita fue un atraco al erario torreonense.

Guillermo Anaya es la otra opción con posibilidades hasta ahora, ya que el PAN es el único partido además del PRI con estructura real en todo el estado. Anaya, es cierto, cuenta también con experiencia, ha sido diputado local, diputado federal, alcalde de Torreón, senador y nuevamente diputado federal (el señor estuvo pegado de la ubre de 1996 a 2015, con pequeños intervalos), pero el tiempo ha desgastado su prestigio personal. Quienes de alguna forma le conocen, han visto como el tren de vida de Anaya se ha incrementado exponencialmente desde que llegó a la política, pero sea como sea, si el pueblo quiere cambio, la opción es ésta.

Armando Guadiana es un empresario del carbón, rico, que subió a la arena pública producto de la disputa del comercio del carbón, mineral en el centro del Estado y donde los Moreira le metieron mano, lo que desembocó un pleito a muerte. La puntilla simbólica se la dieron cuando se prohibieron las corridas de toros en Coahuila por deseo de Rubén Moreira para fregar a Guadiana, que solía hacer empresa con la tauromaquia. Su cercanía con Andrés Manuel López Obrador le alcanzó para que el segundo le obsequiara la candidatura de Morena, para que le vaya allanando el camino a 2018. En tanto, Guadiana usufructuará la marca de AMLO y obtendrá una votación respetable, pero hasta ahí.

Javier Guerrero en su aventura independiente tendrá también una votación respetable amén de su trayectoria política, pero será menor a la de Guadiana, aunque esos votos mayormente se los arrancará al PRI.

Luis Horacio Salinas es un misterio. Rodeado de priismo por todos lados resulta que él pregona lo opuesto. Algo se llevará, pero difícilmente será representativo.

Mary Thelma Guajardo competirá por el PRD o lo que queda de éste. Guajardo fue una pieza importante para impedir que el PRD se aliara con el PAN en Coahuila. Quizá su conocida relación con los hermanos Moreira influyó en su comportamiento.

Antier José Ángel Pérez anunció que va por el Partido del Trabajo, que busca la sobrevivencia, en tanto que Pérez busca el reflector y micrófono para su reducido discurso.

Así las cosas, se perfilan 7 candidatos para la silla grande del Palacio Rosa. Lo irónico es que unos sin querer y otros queriendo, terminarán ayudando a sus enemigos políticos fundamentalmente, excepto Thelma del PRD, quien ha reventado la alianza opositora y algo le resta a la misma favoreciendo al PRI.

Pero Javier Guerrero a lo único que puede aspirar es a arrancarle votos a sus enemigos en el poder con tal de sacarlos. No así Guadiana, que lo único que hace es lo opuesto: dividir votos opositores que podrían asegurar la inmunidad material de los actuales gobernantes. Pérez Hernández que obtendrá una cifra pequeña, igual contribuiría a que Coahuila no tenga alternancia por ahora. El caso de Salinas parece un lance que a él le ha de divertir.

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