Siglo Nuevo

Déficit de atención e hiperactividad

Consideraciones sobre uno de los trastornos más comunes en los niños

Foto: Archivo Siglo Nuevo

Foto: Archivo Siglo Nuevo

ENRIQUE SOTO CHAVARRÍA

De un tiempo a estas fechas, es frecuente escuchar en plazas, centros comerciales y medios de comunicación sobre el Trastorno de Déficit de Atención/Hiperactividad (TDAH), un padecimiento muy “común” en nuestros días y que a veces se diagnostica erróneamente, pues pareciera que la “inquietud” de todo infante es debido a que padece este trastorno. Pero, ¿qué es el TDAH? ¿Realmente existe? ¿Cómo identificarlo? ¿Cómo se trata?

El Trastorno de Déficit de Atención/Hiperactividad (TDAH) es uno de los padecimientos neuropsiquiátricos más comunes en niños, pudiendo prevalecer en la adolescencia y en la etapa adulta. Generalmente los varones son quienes tienen una mayor incidencia. En cuanto a la prevalencia, se estima que un cinco por ciento de la población mundial padece de este trastorno (Polanczyk, de Lima, Horta, Biederman & Rohde, 2007). Lamentablemente en México no existe una cifra exacta, pero se estima que un millón de menores de edad lo padecen.

Aunque, como se ha dicho, el trastorno puede persistir en los adultos, debe aclararse que no todo menor de edad que tenga TDAH lo tendrá cuando sea un adulto, se estima que solo un 50 por ciento de los adultos continuarán con dicho padecimiento. En caso de ser así, existirá una posibilidad de desarrollar trastornos como ansiedad, trastorno depresivo, trastorno antisocial de la personalidad o dependencia a sustancias adictivas; esto siempre y cuando el individuo no haya tenido un diagnóstico y tratamiento adecuado.

En cuanto a los síntomas, se encuentra: incapacidad para enfocar la atención, impulsividad, hiperactividad, poca tolerancia ante la frustración, un bajo rendimiento académico, dificultades en el aprendizaje y dificultades en la expresión verbal. Es importante referir que los síntomas podrían variar en los pacientes, ya que debe considerarse el género, la edad, el contexto en donde se desarrolla el paciente; así como el nivel de gravedad de los síntomas, ya que pueden ir de leve a moderado o severo.

Por otra parte, y de acuerdo al DSM-V (Manual Diagnostico Estadístico de Enfermedades Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, 2013), el TDAH se manifiesta de tres formas: Trastorno de Déficit de Atención (TDA), siendo la inatención la manifestación clínica más común; Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), teniendo como manifestación clínica la hiperactividad y la impulsividad y TDAH combinado, donde se presenta la inatención, impulsividad e hiperactividad.

ANTECEDENTES

Podría pensarse que el TDAH es algo “novedoso”, algunos podrían considerar que se trata de un trastorno que carece de validez científica e incluso lo calificarían como una “patología inventada” para beneficiar al sector farmacológico. No obstante, sabe que el padecimiento tiene una amplia historia.

Para el año de 1798, sir Alexander Crichton, denominó como “Mental Restlessness” aquel estado donde el individuo se mostraba inatento e inquieto. Posteriormente, en 1845, el doctor Heinrich Hoffman, realizó un libro donde describía el caso de dos niños que manifestaban los síntomas propios del TDAH. A primera vista podría argumentarse que fueron casos aislados y normales dentro del desarrollo infantil, sin embargo, debido al incremento de estas características en los individuos, para 1902, Still empleó el concepto “control moral” al referirse de los comportamientos impulsivos.

En los últimos años aumentó el interés por conocer los motivos de la inatención y la impulsividad que manifestaban algunas personas, particularmente los menores de edad. Debido a este interés este padecimiento tuvo distintas denominaciones, como “disfunción cerebral mínima” o “síndrome de hiperexcitabilidad”, hasta definirse actualmente como Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad.

CAUSAS

Gracias a las aportaciones científicas, hoy en día se sabe que el TDAH tiene un origen multifactorial, compuesto por la herencia o limitaciones en los neurotransmisores como la dopamina (la cual está relacionada con los procesos cognitivos, conductuales y emocionales). Además existe relación entre la gestación y los teratógenos (agentes que puede generar una anomalía congénita en el embrión), como lo es el plomo, el cigarrillo o el alcohol (Visser, et al).

Continuando con los factores de riesgo, es de importancia aclarar que la dinámica familiar, la personalidad de los padres y los aspectos económicos no son generadores de TDAH, pero sí pueden ser factores que influirán en la progresión del trastorno (De la Peña, Palacio & Barragán, 2010). En ese sentido, es importante que exista una evaluación temprana acompañada de un asesoramiento hacia los padres, pues quienes tienen un hijo con TDAH no diagnosticado expresan más irritabilidad ante ciertas conductas de sus hijos e incluso llegan a agredirlos físicamente, sin saber que esto puede evolucionar y complicar el trastorno.

¿CÓMO DIAGNOSTICARLO?

Como se dijo al inicio, pareciera que todos los niños en edad escolar tuvieran TDAH por el simple hecho de ser “inquietos”; no es de extrañar que a veces los padres o docentes canalicen a un menor con algún psicólogo por mostrar inquietud o impulsividad, cuando en ocasiones esta conducta es innata en los infantes.

Es normal que los menores de edad presenten cierta inquietud, lo “anormal” es cuando el menor tiene dificultad para tener paciencia, cuando no piense en las consecuencias de sus actos, cuando agreda física o verbalmente a sus compañeros de la escuela o integrantes de la familia o haga ruidos excesivos en las actividades que realiza, como jugar, comer, ver la televisión, entre otras actividades. Algunos de ellos gritan sin ningún motivo aparente, muestran dificultad para estar sentados aunque sea en tiempo cortos y en ocasiones cuesta entender lo que dicen, pues la impulsividad no les permite organizar sus ideas.

Por lo regular, para diagnosticar el TDAH es fundamental e importante una entrevista con los padres de familia, debido a que gracias a esta herramienta se debe comprobar que los síntomas estén presentes por lo menos en seis meses. Para el diagnóstico debe considerarse un trabajo multidisciplinario que esté compuesto por psicólogos clínicos, el neurólogo y el psiquiatra. Habitualmente los padres de familia manifiestan temor o preocupación cuando canalizan a su hijo con alguno de estos profesionistas, pues se sigue pensando que su intervención es exclusiva de casos muy severos o “incurables”, de tal forma que es fundamental que exista una psicoeducación, en la que se informe a los padres de familia sobre el TDAH, los diversos tratamientos que existen y la labor de los neurólogos, los psiquiatras y los psicólogos.

Respecto al tratamiento, lo ideal es un apoyo farmacológico, aunado a un tratamiento psicoterapéutico. En cuanto al tratamiento farmacológico (que debe ser prescrito y vigilado por el médico), es común que en un inicio los padres expresen temores y dudas, de esta manera es importante que los profesionistas tengan una buena comunicación con los padres, ya que la elección de este procedimiento debe ser una responsabilidad del médico, el paciente y su familia. En relación a la psicoterapia, el enfoque cognitivo-conductual es el idóneo, en este enfoque surgen cambios positivos es aspectos como la atención, el rendimiento académico y las relaciones sociales. Se trabaja con la toma de decisiones, el autocontrol, el reconocimiento de las emociones, la creación de planes de acción ante ciertos 'estresores' y la evaluación de dichos planes entre otros aspectos relevantes del TDAH.

¿REALMENTE EXISTE EL TDAH?

Por lo general los niños que tienen problemas académicos, sociales o emocionales son un reflejo de alguna dificultad que existe en el hogar o en otro ámbito en donde el menor se desarrolla y no precisamente debe resumirse que estos comportamientos son por TDAH.

En ocasiones los menores de edad revelan baja tolerancia a la frustración, bajo rendimiento académico o dificultades para integrarse con sus pares y los padres de familia o docentes los etiquetan como “niños problemáticos” o a veces erróneamente como un niños con trastorno con déficit de atención e hiperactividad, cuando realmente la causa de dichas conductas “inapropiadas” pueden ser generadas por otra situación.

De este modo, se refuerza la importancia de una evaluación adecuada sin dejarse guiar por apreciaciones que pueden ser subjetivas. Actualmente el TDAH es uno de los trastornos más estudiados por la comunidad médica, el negarlo contribuiría a agravar la salud de quienes lo padecen, dado que surgirían fracasos escolares, mayores problemas familiares, fracasos relacionados con la pareja, inestabilidad laboral y adicciones (estas últimas en personas adultas), ante un pobre seguimiento.

Por último, es necesario que exista un compartimiento adecuado en cuanto a este tema; pues los mitos que rondan al TDAH, aunadas a las experiencias de individuos mal diagnosticados ponen en tela de juicio la validez del padecimiento. Se recomienda que los padres de familia, los profesionistas de la salud y maestros observen cuidadosamente las conductas y necesidades de cada de menor, además de tomar en cuenta el estilo educativo y familiar en el que se desarrolla la persona, analizar si no presenta otra dificultad de índole académico, social o médico que pudiera confundirse con el TDAH.

Correo-e: [email protected]

Déficit de atención e hiperactividad
Déficit de atención e hiperactividad
Déficit de atención e hiperactividad
Déficit de atención e hiperactividad
Déficit de atención e hiperactividad
Déficit de atención e hiperactividad

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Foto: Archivo Siglo Nuevo

Clasificados

ID: 1310558

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx