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Trump, semana uno

Nuestro concepto

Una semana fue suficiente para que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dejara en claro que el cambio que prometió en la política interior y exterior va en serio. En siete días, el magnate republicano que ocupa la Casa Blanca ha provocado un verdadero terremoto político a nivel internacional y, sobre todo, en la relación bilateral con México, principal socio comercial de la Unión Americana. Si es posible sacar el común denominador de los primeros pasos de Trump en el "trono del mundo", sería el de la instauración de la xenofobia y el proteccionismo como ejes de gobierno.

Hacia afuera, destaca la guerra de declaraciones con el gobierno mexicano principalmente por la construcción del muro fronterizo y su financiamiento. Este cuestionado y cuestionable proyecto ha desatado las mayores tensiones diplomáticas entre ambos países en décadas. El discurso trumpista parece inamovible: construir (o terminar, mejor dicho) la barrera física a lo largo de toda la frontera sur y hacer que México lo pague de una u otra forma. A punta de tuits -la forma preferida de comunicación política de la Casa Blanca en esta era- Trump sacudió la relación bilateral al punto de obligar al presidente Enrique Peña Nieto a cancelar su visita a Washington programada para mañana martes.

En materia comercial destaca el freno que el republicano ha metido a la globalización y a la apertura de fronteras comerciales que paradójicamente inició otro republicano, Ronald Reagan, hace tres décadas y de la que Estados Unidos se convirtió en motor. Trump ha firmado ya la salida de su país del polémico Acuerdo de Asociación Transpacífico, con el que se pretendía crear el mercado más grande del mundo. Además, ha anunciado ya que va a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte bajo sus condiciones, muro incluido, lo cual prácticamente ha puesto la viabilidad del acuerdo en entredicho.

El presidente estadounidense ha ordenado cerrar las fronteras también a los inmigrantes refugiados procedentes de varios países musulmanes, en un hecho que rompe con toda lógica y tradición en un país que nació, creció y llegó a ser potencia gracias en buena medida a la migración, principal pero no únicamente europea. Además, la Casa Blanca ha ordenado endurecer los requisitos de visado a quienes pretenden visitar los Estados Unidos al ejercer un escrutinio sin precedentes sobre los solicitantes. Un gesto que demuestra cuál será la tónica a seguir en materia de política exterior lo dio la nueva embajadora en la ONU, Nikki Haley, al advertir a las naciones que no brinden su apoyo a Estados Unidos que "vamos a anotar nombres", otra forma de decir que crearán una lista negra.

En materia de relaciones diplomáticas con otras potencias, llama la atención que sean Reino Unido y Rusia las primeras con las que sostiene un diálogo cordial. En el caso de la Gran Bretaña, Theresa May se convirtió en la primera mandataria que visita a Trump ya como presidente y con un claro objetivo de empezar un acuerdo comercial similar al TLC. En el caso de la Federación Rusa, la cordialidad y voluntad de colaboración, sobre todo en la lucha contra el terrorismo, fue la tónica de la conversación telefónica que sostuvo con el presidente Vladimir Putin, hecho que contrasta con el acuerdo con May de mantener por ahora las sanciones al país euroasiático por su papel en Ucrania.

Pero también hacia adentro, Trump está causando una revolución con el enfrentamiento directo con gobiernos locales y estatales que han decidido no secundar sus políticas antiinmigrantes. El magnate ha ordenado el recorte de recursos a las llamadas ciudades santuario para obligarlas a dejar de brindar apoyo a los inmigrantes y refugiados. Además, no ha tenido empacho en declararle de forma abierta la guerra a la prensa, uno de los pilares del régimen democrático estadounidense y de todos los demás también.

En contraste, las protestas multitudinarias de mujeres contra las expresiones machistas e intolerantes, el bloque de medios que se está configurando para defender la libertad de expresión, las manifestaciones contra el veto a refugiados musulmanes, la renuncia masiva de personal diplomático que no está de acuerdo con las nuevas políticas y las muestras de apoyo internacional hacia México, son sólo algunas de las expresiones que permiten adelantar que, con todo y sus arrojos, Donald Trump tendrá una presidencia nada fácil y que se probará o no, la efectividad de los pesos y contrapesos de los que han sido tan ufanos hasta ahora los estadounidenses.

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