— Abraham Lincoln
Para enfrentar a Donald Trump, o a cualquier otro bravucón en Washington, es importante construir en México una economía más próspera. Para lograrlo hay que promover políticas que realmente creen prosperidad en lugar de mantener desplantes nacionalistas, como los de Trump, que sólo sirven para generar pobreza.
En lugares como Coronado, La Jolla o Chula Vista, en San Diego, California, un gran número de casas y apartamentos es propiedad de mexicanos. El capital invertido asciende a decenas de miles de millones de dólares. En cambio, del lado mexicano, en Tijuana, Rosarito y Ensenada, la ley prohíbe la propiedad a extranjeros. El artículo 27 de la Constitución mexicana señala: "En una faja de cien kilómetros a lo largo de las fronteras y de cincuenta en las playas, por ningún motivo podrán los extranjeros adquirir el dominio directo sobre tierras y aguas."
Los políticos mexicanos, que se especializan en crear no sólo la ley sino la trampa, permiten a extranjeros el usufructo de tierras en fronteras y costas a través de fideicomisos (con el argumento de éstos que no representan un "dominio directo"). La prohibición a la propiedad, sin embargo, ha debilitado en lugar de fortalecer a nuestro país, ya que ha reducido el flujo de capitales que compense los que se han ido a la compra de propiedades de mexicanos en Estados Unidos.
Éste es un ejemplo de muchas disposiciones legales nacionalistas y restrictivas que en vez de fortalecernos nos debilitan y, por lo tanto, nos dejan a merced de presiones y chantajes.
Tenemos también el caso de las leyes migratorias. El gobierno mexicano se queja de las reglas de migración en Estados Unidos, pero son mucho más abiertas que las mexicanas. Esto lo vemos en los resultados. En 2014 vivían en la Unión Americana 42.2 millones de inmigrantes, 13.2 por ciento de la población (pewhispanic.org). En México, en cambio, en 2010 vivían solamente 961,121 personas nacidas en el extranjero o 0.9 por ciento de la población (gobernación.gob.mx, inegi.org). Al contrario de lo que afirma Trump, los inmigrantes han sido siempre una fuente de fortaleza para Estados Unidos. La política restrictiva de México, en cambio, ha afectado el desarrollo económico de nuestro país.
Lo mismo ha ocurrido con las restricciones a la propiedad y la producción en el campo. Durante mucho tiempo México fue no sólo autosuficiente sino exportador de maíz. La reforma agraria acabó con esta situación al fragmentar la tierra en unidades demasiado pequeñas para ser productivas y al eliminar la seguridad en la propiedad. En las últimas dos décadas ha sido la resistencia de México a autorizar el cultivo de maíz genéticamente modificado lo que ha frenado la producción. Lo curioso es que se prohíbe la producción, pero se importa maíz modificado de Estados Unidos. La consecuencia ha sido convertir a México en importador de 12 millones de toneladas anuales de maíz. En cambio, somos grandes exportadores de hortalizas, que requieren unidades productivas más pequeñas y en las que no hay restricciones al uso de la tecnología.
La soberanía se defiende con fortaleza económica. Trump puede ser el bravucón del barrio porque su país es el más poderoso del mundo en lo económico y militar. La solución no consiste en sentarse a llorar y quejarse del vecino, sino en fortalecer nuestra economía. El primer paso es descartar todas las restricciones a nuestra capacidad de desarrollo económico.
CONTRA MUSULMANES
La prohibición al ingreso a Estados Unidos de musulmanes de países designados por Trump no combate el terrorismo sino castiga a quienes han luchado contra el terrorismo. Otro ejemplo de la falta de inteligencia del nuevo inquilino de la Casa Blanca.
