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Por qué es importante educar y desarrollar la inteligencia emocional

ROLANDO CRUZ GARCÍA
“No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con ellas”

— Jorge Bucay

Es importante reconocer que nuestra primera escuela, es la vida en familia y es en donde desarrollamos nuestro primer aprendizaje, el emocional; es donde aprendemos los sentimientos que requerimos manejar para nosotros y que nos permite observar cómo reaccionan los otros ante tales sentimientos; qué debemos pensar y cómo reaccionar ante las sensaciones que manifestamos ante la vida, cómo interpretar y expresar temores y emociones.

Cabe aclarar que esta "escuela emocional" funciona a través de las acciones de los abuelos, padres, hermanos, tíos, etcétera, que sirven como modelos a la hora de manejar nuestras propias sensaciones, sentimientos y emociones; lo que es determinante también es la manera en la que se manifiestan dichos sentimientos en la pareja.

Nos ha tocado vivir una época muy exigente para ser padres de familia, siendo tal vez lo más difícil ser ejemplo para los niños, ya que existen muchas y cada vez mayores influencias, así como enormes fuentes de distracción; esto nos exige ser cada vez mejores, de manera tal que cuando a nuestros hijos les corresponda asistir a la escuela, lo hagan con el mejor equilibrio emocional.

En la educación formal, existen innumerables modas pasajeras que surgen sin ser totalmente acabadas, normalmente sin autenticidad y sin esperanza de resolver los problemas que implican la formación y educación del hombre; el estrés familiar está siempre presente, los padres no saben a donde acudir, los profesores desperdician la mitad del tiempo en cuestiones de disciplina, los contenidos programáticos parecen inalcanzables; sin embargo, no debemos perder de vista los conceptos básicos de la biología humana, la crianza de los niños y las relaciones padres-hijos que son los que pueden apuntalar los tiempos tan difíciles.

Estamos pagando ahora el precio, como familias y como sociedad, de una mayor incidencia de violencia y de conductas poco respetuosas. Estamos siendo testigos de cómo adolescentes en apariencia estables, sacan un arma traída de su casa y comienza a disparar contra su profesora y sus compañeros. Asimismo otros muchos jóvenes aparentemente sensibles se convierten tempranamente en padres, pagando con ello un alto precio; es cuando nos percatamos que seguimos poniendo un mayor énfasis en los contenidos, los conceptos y lo declarativo, privilegiando el desarrollo del intelecto de los estudiantes, pero nos seguimos olvidando de sus emociones.

La educación emocionalmente inteligente utiliza técnicas específicas, que son simples, pero importantes y que pueden ofrecer una gran contribución a la armonía del hogar; el concepto se basa en que padres y madres de familia trabajen con sus propias emociones y las de sus hijos de una forma inteligente, constructiva, positiva y creativa, respetando el importante papel de los sentimientos en la naturaleza de sus hijos.

Esta forma de educación no constituye una crianza que se conforme de pasos a seguir y mucho menos es una receta que debemos seguir al pie de la letra, "no es una clase de enfoques detallados tipo: Los siete pasos para conseguir niños angelicales o Cómo convertirse en padres modelo, enfoques que rara vez funcionan en el hogar o la escuela" (Elías, Friedlander y Tobías, EUA 2000).

Para muchos niños la vida es dura y poco segura, para otros está llena de tensiones cotidianas, pero en ambos casos la pérdida de control del propio niño o adolescente, supone perder privilegios, actividades extraescolares, oportunidades de recreación, etcétera y conlleva la formación de un carácter tímido, medroso, ensimismado o incluso agresivo; es cuando necesitan manejar su propia seguridad y fortaleza desarrollando aptitudes que les permitan crecer en un entorno positivo y seguro. Recordemos las palabras de Goethe: "Te hace más fuerte sentirte amado que sentirte fuerte".

En todo acto educativo es necesario poner en juego todos y cada uno de los factores que intervienen en el proceso, es decir aquellos aspectos que permiten que el alumno aprenda equilibrada y significativamente y que son: La percepción, referida al uso de todos los sentidos (incluso la intuición), ya que está demostrado que los humanos aprendemos diferenciadamente (algunos somos visuales, auditivos, kinestésicos, táctiles, etcétera).

El uso de la memoria, recordando que no sólo existe la memoria repetitiva o mecánica sino la memoria comprensiva, es aquella vinculada a las habilidades básicas del pensamiento (comprensión, análisis, síntesis, reflexión, aplicación, etcétera). El interés y la atención, que son la predisposición del alumno para aprender y se convierten en el prerrequisito para hacerlo.

La esfera volitiva del estudiante, considerada como un estado anímico interior de la persona, es decir la que nos permite influir en el alumno para que aprenda desde su voluntad.

La utilidad de los saberes, ya que se ha demostrado que lo que mejor se aprende es lo que nos es útil, lo que percibimos que puede servirnos para realizar algo.

La comprensión, aspecto fundamental para aprender (nada puede ser aprendido, si no se comprende); es el resultado del entendimiento humano que nos permite captar la esencia de las cosas y en donde se ponen en juego los conocimientos previos, las nuevas ideas explicadas armónicamente y la interiorización de los nuevos conocimientos, conformando un nuevo esquema cognitivo.

Por último lo ontológico en el alumno, es decir, el ser humano en toda su esencia, referida a lo que el sujeto es con sus sensaciones, sentimientos y emociones: base fundamental para educar con inteligencia emocional.

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Escrito en: ROLANDO CRUZ GARCÍA

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