Evidentemente toda la agenda pública la están dominando las acciones que el flamante presidente de los Estados Unidos, el señor Donald Trump, está tomando con respecto a la postura de su país hacia México en cuanto a temas de inmigración, comercio y seguridad se refiere.
Desde el pasado martes 8 de noviembre una vez que se confirmara el triunfo del magnate neoyorquino, los mexicanos sabíamos que la relación con el coloso del norte habría de cambiar de manera sensible. Los discursos cargados de discriminación, xenofobia y prejuicios, anticipaban que la relación sería más que complicada.
La propuesta de construir (que en realidad es continuar) un muro a través de más de los 3,200 kilómetros en la frontera entre los dos países y que además éste sería pagado por los mexicanos, sonaba como si fuera una propuesta de campaña que no tenía otro fin más que el hacerse atractivo para los millones de votantes frustrados que encontraron en el discurso incendiario de Trump el eco donde explicar su decepción ante el "establisment" en el que viven.
Desafortunadamente, además del tufo racista que hay en la agenda del presidente norteamericano, también está su visión que es de un anacrónico proteccionismo, luego de que su patria fuese por décadas el estandarte de la globalización, resulta ahora que eso ha sido un camino equivocado.
Por lo que Trump hasta hace una semana, mediante amenazas ha coaccionado a las automotrices norteamericanas con plantas en México a pagar altos impuestos si exportan hacia los Estados Unidos.
Las cuales recularon y efectivamente cancelaron inversiones ya anunciadas (1,600 millones de dólares iba a invertir Ford en una planta en San Luis Potosí) así como el anuncio de General Motors de trasladar fondos que estaban destinados de este lado de la frontera para llevárselos a Michigan y producir ciertas autopartes que de origen estaban planteadas para hacerse del lado mexicano.
Lo más grave sin embargo, es la amenaza del señor Trump de desechar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, ya que dice que éste sólo ha beneficiado a México, dado que tenemos una balanza comercial favorable de 60 mil millones de dólares anuales. Además, según Trump el tratado ha hecho que los mexicanos le arranquemos empleos a muchos de sus conciudadanos.
Toda esta andanada de advertencias tanto proteccionistas como antiinmigrantes, se ha materializado esta semana cuando una vez investido como presidente, el señor Trump ha firmado una par de órdenes ejecutivas. Una de ellas para sacar a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica conocido como el TPP, y que había sido negociado en secrecía durante cinco años y que estaba en espera de la ratificación de los Congresos respectivos de los Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, y los latinoamericanos México, Perú y Chile; y la segunda para ordenar la construcción del muro con México, ofendiendo de la peor manera a los negociadores mexicanos que llegaron esta semana a la capital estadounidense a intentar de poder llevar una relación al menos conveniente entre los dos países.
El presidente mexicano había pedido cita con Trump para el próximo martes, pero un tuit lacerante para la dignidad mexicana emitido por el norteamericano, hizo indigna la visita, obligando a cancelarla.
Así pues la cosas en el entorno nacional. Ha surgido un enemigo que parece que nos amenaza a todos los mexicanos. Quizá lo positivo de esta tempestad que viene del norte ha provocado al menos una unidad nacional, que si bien por ahora podrá servir para paliar el vendaval que nos está llegando, ojalá y sirviera también para afrontar problemas internos que nos desgarran como la corrupción y la desigualdad que hasta ahora han sido más bien oportunidades de grupos políticos que han lucrado con el erario, a través de la explotación de estos dos males.
