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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

Al inicio de las precampañas para las elecciones en Coahuila, en la ruta de competencia se colocan dos coaliciones presididas por los Partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional, que se presentan como los participantes más fuertes.

En contra de las opiniones que alaban o descalifican la práctica de alianzas partidistas en lo general, lo cierto es que lo positivo o negativo de presentar un frente electoral común de amplio espectro, depende de cada circunstancia particular y de la calidad específica de los ciudadanos participantes en cada caso.

En el caso de las elecciones locales en Coahuila, mediante las cuales el cuatro de junio próximo se renovarán gubernatura, congreso Local y los treinta y ocho Ayuntamientos de igual número de municipios de la entidad, el PRI es una herramienta en manos de la familia Moreira que como grupo faccioso ejerce el poder desde hace once años, a través del tricolor y de sus partidos títeres.

Los partidos que componen la coalición encabezada por el PRI postulan como su candidato al alcalde con licencia de Torreón Miguel Ángel Riquelme, personaje hecho a imagen y semejanza del Moreirato que garantiza impunidad por otros seis años a Humberto y Rubén, y con quien las cosas seguirán seguramente igual o peor en nuestro Estado, en términos de quiebra económica, inseguridad, ruptura del tejido social, pérdida de la calidad de vida y mensocabo institucional.

Los componentes de esta coalición en boca de su candidato Riquelme presumen de unidad y tienen razón, porque todos ellos tienen como característica común el de venderse al mejor postor como ha ocurrido en el pasado con los partidos Verde Ecologista de México y Nueva Alianza, que tienen una vasta trayectoria en el sentido indicado.

En el caso de la alianza encabezada por el Partido Acción Nacional la crítica de sus adversarios apunta a la diversidad de sus componentes, lo que se convierte en un factor positivo en tratándose de una sociedad plural que ofrece diversas alternativas de participación social y política, que en el caso se unen en un propósito común que platea como condición para la regeneración social e institucional de nuestro Estado, la alternancia en el ejercicio del mando, que ofrezca la oportunidad de un nuevo principio.

El éxito de esta coalición denominada Alianza Ciudadana por Coahuila, dependerá en efecto de su capacidad para trabajar parejo y duro en el propósito común de la alternancia, mediante la construcción de un gran acuerdo con la sociedad tanto para efectos electorales inmediatos, como para construir el Coahuila del futuro que deseamos para nuestros hijos y nietos.

En efecto, los partidos Unión Democrática de Coahuila y Primero Coahuila como organizaciones políticas estatales de larga trayectoria, aportan propuestas ciudadanas vigentes desde hace muchos años, el primero en la región norte y en la frontera, en la región de los cinco manantiales y en parte de la región carbonífera, y el segundo en el área conurbada y rural de la Comarca Lagunera, con centro en el Municipio de Matamoros.

Respecto a otros actores, la candidatura independiente del expriista Javier Guerrero García se visualiza como receptáculo del descontento en las filias de un PRI que durante los últimos doce años se ha deshecho de toda militancia crítica y pensante, para acabar en lo que hoy es: Un instrumento que es garantía de impunidad, en manos del grupo en el poder.

Por lo que hace al Partido de la Revolución Democrática, la salida de dicha organización partidista de la coalición encabezada por el panista Guillermo Anaya Llamas implica un mal menor y hasta cierta ventaja, porque la dirigencia de dicho partido a nivel estatal está comprada por el Moreirato y como consecuencia, la participación y permanencia de tal elemento habría terminado por contaminar la alianza desde su entraña y acabaría por actuar como caballo de Troya.

La candidatura de Armando Guadiana como abanderado del Partido Morena que anda a la caza de espacios en el norte del país, se nutrirá del trasiego de votos priistas y perredistas, y el PRD verá reducida a su mínima expresión la votación que históricamente le ha correspondido.

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