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La historia que apenas empieza

No hagas cosas buenas…

ENRIQUE IRAZOQUI

Las cartas ya están echadas prácticamente: será un lagunero el próximo gobernador de Coahuila luego de las designaciones virtuales de las candidaturas de Miguel Ángel Riquelme Solís y Guillermo Anaya Llamas. Los dos son caras por demás conocidas en La Laguna.

El empresario minero Armando Guadiana quien competirá por Morena, o el ahora "independiente" Javier Guerrero, sampetrino que luego de abandonar el partido donde se desarrolló toda la vida, competirá también en los comicios del próximo junio. Serán meros acompañadores de la competencia entre Anaya y Riquelme.

Una vez consolidada y aclarada a todas voces que el PRI fiel a su tradición más rancia, se alineó férreamente a su decisión cupular.

Antier en Saltillo se dio el registro del "precandidato" Riquelme Solís. Miles de simpatizantes (los acarreados de siempre) y cuadros significativos del partido tricolor, acompañaron al representante del oficialismo. La presencia en primer plano del diputado federal Jericó Abramo fue una muestra inequívoca de lo que el priismo sabe hacer, ya que este legislador en particular sonó como la carta saltillense para impedir que un lagunero fuera postulado por el Revolucionario Institucional, pero con todo y todo, Abramo se sujetó a lo que los cánones de su institución le dicta: la disciplina sin chistar.

Además de Jericó, muchos otros personajes políticos relevantes acompañaron al precandidato. José María Fraustro, líder del Congreso coahuilense; el legislador federal Armando Luna, el senador y líder del CTM del Estado, Tereso Medina. Hasta Román Alberto Cepeda González, quien meses antes gritaba a los cuatro vientos que buscaría ser gobernador (¿quién se lo habrá creído?) fue apaciguado con una candidatura a una diputación federal.

La definición del PAN tuvo un desenlace poco esperado para el público en general. El método seleccionado por Acción Nacional de escoger a su representante a través del Comité Ejecutivo Nacional para según ellos evitar fracturas y repetir lo que consideran fue una fórmula exitosa en las elecciones pasadas.

Aguascalientes, Tamaulipas, Veracruz, Quintana Roo, Durango y Chihuahua, son estados donde el PAN ganó con candidatos elegidos por la misma vía que hoy ha designado a Anaya Llamas. Sólo que algo salió mal.

Hace meses, el CEN panista se reunió con quienes entonces querían ser aspirantes a la candidatura: Gerardo García, alcalde de Monclova; los senadores Luis Fernando Salazar y Silvia Garza; Isidro López, presidente municipal de Saltillo; Marcelo Torres y Guillermo Anaya Llamas. Anunciaron que tenían un método y que la intención era elegir a la mejor carta posible para que garantizara un eventual triunfo que expulsara al régimen moreirista que lleva gobernando 12 años. Además garantizaba unidad, el elemento indispensable para evitar lo que siempre les sucede.

Parecía entonces la mesa puesta para el panismo desde la óptica del público en general, pero no así para quienes los conocen.

El PAN de Coahuila era en los últimos años propiedad de Guillermo Anaya, quien tenía como escudero a Luis Fernando Salazar. Ellos lo tenían en los últimos años todo, lo que le hacía suponer a Anaya que su candidatura estaba garantizada. Él en el camino de su carrera política ha utilizado personas como se hace en esos menesteres: Luis Fernando Salazar era su mejor cuadro. El hoy senador recibió por la voluntad de Guillermo la delegación de la Secretaría de Desarrollo Social, plataforma por antonomasia ideal para crear una estructura electorera… y para apropiarse del padrón del PAN, como lo hicieron.

Pasaron los años y Luis Fernando tomó lo que le correspondía. Se hizo senador porque él sabía ganar elecciones, aunque en el camino humilló a su primer mentor: Jorge Zermeño. Además, Salazar quien se distingue por trabajador (que no así Anaya) construyó relaciones importantes en la gran carpa de la política que es la ciudad de México. Desde el Senado se conectó con colegas suyos panistas a quienes en su tiempo ayudó a ganar en sus estados, como Querétaro y Tamaulipas, entre otros.

Entonces vino la sucesión en Coahuila, y Luis vio una legítima oportunidad de competir, aunque eso significara enfrentar a su mentor Guillermo, lo cual le valió madres y lo confrontó, tal como lo sabe hacer. Artimañas y guerra sucia es parte de su quehacer político, mismo que se lo aplicó a su mentor, como era previsible.

La historia se centra en que una vez que se eligió a Anaya, Salazar Fernández descalificó el proceso, dañando a su partido y su unidad. Problema característico del PAN; el asunto es que todo había sido previsto por el PRI, los cuales entre otras cosas están muertos de la risa, debilitando a aquellos que piensan que la alternancia es inaplazable. Salazar siempre pretende arrebatar cuando pierde, como es el caso.

Así la cosas entonces, Riquelme y Anaya se enfrentarán en las circunstancias conocidas, pero estos son los antecedentes primeros de una historia que apenas empieza.

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