Bert Trautmann nació en Bremen, en 1923, rodeado de un entorno difícil; su padre que se desempeñaba como obrero perdió el trabajo en la fábrica por lo que desde niño tuvo que arreglárselas para sobrevivir.
Pedía dinero en las calles y visitaba regularmente comedores comunitarios, por eso no dudó ni un poco en enlistarse a las Juventudes Hitlerianas, pues ahí podría practicar deportes y aspirar a un mejor futuro.
Cuando la Segunda Guerra Mundial estalló en 1939, Bert se apuntó para fungir como traductor de clave morse pero no aprobó el examen y eso lo llevó a luchar frente a los rusos apenas a sus 16 años. Durante su servicio en el ejército nazi obtuvo 5 medallas de valor, incluida la Cruz de Hierro pero fue capturado luego de la invasión de los aliados.
Fue enviado a un campo de prisioneros en Lancashire, condado ubicado al norte de Inglaterra en el que los habitantes no veían con buenos ojos la presencia de los nazis. El jefe del lugar, un general escocés, formó un equipo de futbol para socializar con los locales y disminuir la tensión. Trautmann se puso los guantes y dio un juegazo como guardameta ante el St. Helens Town, un modesto equipo semiprofesional.
En 1948 el Gobierno Inglés comenzó a repatriar a los prisioneros de guerra pero Bert prefirió continuar viviendo en Lancaster y trabajar en la agricultura, principal actividad económica de ese condado. Pero entonces, el St. Helens Town le ofreció un contrato para que se convirtiera en su portero y el ex-soldado aceptó.
Un año después, su equipo enfrentó al Manchester City que quedó boquiabierto ante las habilidades del portero de ese equipo semiprofesional por lo que no dudaron en llevarse a la joya bajo los 3 postes, aunque Trautmann no fue bien recibido en la ciudad.
El club recibió miles de cartas, protestas en periódicos y hasta gritos racistas en los estadios pidiendo que corrieran al excombatiente nazi. Incluso 20 mil mancunianos salieron a las calles de la ciudad para exigir su despido.
Sin embargo, en la cancha encontró la manera de convertir las críticas en elogios. Talentoso. Efectivo. Espectacular. Con el paso del tiempo se convirtió en el favorito de la afición.
En mayo de 1956 los "citizens" llegaron a la final de la FA Cup, en la que enfrentaron al Birmingham ante unos 100 mil espectadores en Wembley.
El City ganaba 3-1 y a pocos minutos de final, vino un latigazo de los Blues. Trautmann se lanzó por el balón pero chocó con la rodilla del delantero rival. El alemán quedó inconsciente. En aquel entonces los cambios no eran permitidos por lo que, aturdido por el golpe, debió continuar el encuentro pese al dolor insoportable en el cuello. Sus compañeros, al ver el estado en el que el alemán había quedado, reventaban cada balón para que no llegara a él.
El Birmingham logró llegar a su arco en un par de ocasiones más, y en la última volvió a chocar pero ahora con un compañero. Cayó retorciéndose de dolor pero como pudo se incorporó nuevamente frente a la multitud que veía con euforia cómo el arquero se resistía a dejar la batalla hasta que el árbitro determinó el fin del partido. Cuando el Príncipe Felipe le ponía la medalla de campeón, Bert ya no pudo mantenerse erguido.
Los rayos X mostraron que el dolor insoportable fue provocado porque se le dislocaron varias vértebras, la segunda se le quebró y de milagro no murió porque fue tapada por la tercera.
"Tuvo acción en los frentes occidental y oriental en la Guerra, un cuello roto no lo iba a dejar fuera de un partido", declaró uno de sus compañeros.
Bert Trautmann falleció de un infarto en julio del 2013, a los 89 años. Disputó 545 partidos con el Manchester City, a su retiro en 1964 acudieron más de 45 mil personas, más del doble de aquéllos que a su llegada habían salido a la calle para exigir su despido. El resto de su vida lo dedicó a acercar a Alemania e Inglaterra y por ello fue premiado con la Orden del Imperio Británico por la Reina en 2004. El nazi que se convirtió en el portero más aclamado del City.
