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Al Larguero

ALEJANDRO TOVAR

Con visibles gestos cinematográficos. Los técnicos tienen como nueva modalidad el descargar toda la culpabilidad a los árbitros que dicen, rayan en la exageración a la hora de manejar las tarjetas, porque el fracaso ignora el poder de la suerte y el mundo da vueltas; en una de ésas a la caída de Codesal, derribado por quienes lo encumbraron todos vemos el cambio de inmediato, porque ya no ejercen los hombres que dominaban y administraban el tiempo, la credibilidad y hasta la suerte de esos hombres.

Ser árbitro hoy en día, es lo más difícil del espectáculo. Los futbolistas fallan y reciben comprensión y aplausos. Los medios no hacen el trabajo adecuado para informar lo real y la vida sigue. Los directivos meten la pata constantemente y nadie les corrige. Pero tratándose de los señores colegiados, cuando se equivocan, los quieren llevar al cadalso. Y está claro que la finura es una actitud, ellos conocen el reglamento y ahora, sin el sonriente Codesal, compadre de todos, simplemente lo aplican aunque con diferentes estilos cada uno. Y junto con las expulsiones caen las críticas, los llantos, los lamentos, los corajes y quedan en el punto de mira.

Hoy los comentaristas quieren mirar en la oscuridad a través de la niebla y varios, buscan envolver al auditorio creyendo que la gente no tiene capacidad para pensar, razonar y decidir. Ahora lo que sobran son tarjetazos, porque la diferencia nos hace pensar que el uruguayo Edgardo los tenía atados o les secuestraba los cartones o les insistía en que sólo si hay balazos, habrá expulsados y sólo amonestaciones cuando de plano el fauleado esté medio muerto. En liguillas, por ejemplo aquello era como lucha superlibre.

Debe entenderse en que la evolución del futbol como espectáculo profesionalizado creció espectacularmente pero no todos los sectores lo han hecho al mismo nivel de bonanza que el aspecto de promoción y comercialización. Se descuidó la preparación técnica del arbitraje y se inclinó la cabeza para ceder al poder de los dueños, al peso del tremendo negocio y se fue dando desde el tiempo de Justino, continuado por De María. Se prioriza el dinero, aunque se prostituyan las leyes del juego. Dominan la tv y los magnates.

Los tiempos cambian. Codesal era dueño del trono. Hoy mismo en ese largo y sinuoso adiós, quienes lo adoraban como un santo laico dejaron de hacerlo, mientras "sus muchachos" como les llama arropan un estilo bronco y tratan cada uno de hacer lo mejor, de mostrar su estilo, ése que vende imagen, con espíritu de excelencia, sin un líder en la manada que los reprenda porque en sus afanes de libertad permearon fuerte en el casco de los señores feudales y molestan, humillan y exhiben a toda la máquina del dinero.

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