En la semana que acaba de pasar, dos hechos -uno del ámbito nacional y otro del ámbito local- pusieron de relieve que, a pesar del enrarecimiento del clima político y social y en medio de posturas extremas, es posible plantear rutas alternativas desde el sector privado y la sociedad civil respetando el marco democrático y abonando al fortalecimiento institucional.
Luego de días de protestas, bloqueos y saqueos en algunos estados de la República, el gobierno de la República, encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto, propuso a distintos sectores del país la firma del Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección Familiar. Dentro de los organismos cúpula de la iniciativa privada, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) se rehusó a signar el pacto.
Los argumentos esgrimidos por el sindicato nacional de patrones son dignos de consideración. Por una parte, calificó de incompleto, improvisado e insuficiente el acuerdo que si bien consideró necesario, debía contar con un amplio consenso social y que no sirviera sólo “como estrategia de comunicación o imagen pública”. Por otro parte, la Coparmex consideró que el texto del acuerdo dejaba implícita una responsabilidad mayor del empresariado sobre la situación económica del país que el propio gobierno.
Más allá de lo cuestionable que puedan ser los argumentos de las presidencia de la República, de los firmantes en el acuerdo o, incluso, de quienes lo critican, es de reconocer que Coparmex trascendió los señalamientos y propuso un pacto alternativo que hoy está a revisión de otros organismos para analizar su adhesión. Este ejercicio representa un buen ejemplo de que en una democracia como la nuestra no sólo es necesaria la crítica, sino también la propuesta surgida desde el seno de la propia sociedad o alguno de sus sectores.
En el ámbito local, un grupo de asociaciones civiles encabezadas por Renacer Lagunero y Alzando Voces y respaldados por Participación Ciudadana 29 y Laguneros Unidos de Corazón, presentaron una propuesta de reglamento municipal de participación ciudadana, alternativa al proyecto que hace algunas semanas lanzó el ayuntamiento de Torreón.
En su momento, los organismos civiles referidos dejaron ver sus inquietudes respecto al proceso que había seguido la constitución de la iniciativa oficial, pero al igual que lo hizo Coparmex con el pacto, trascendieron la crítica y pasaron a la propuesta.
Este tipo de diferendos y rutas alternas, lejos de dividir o enfrentar a la sociedad y al gobierno, enriquecen el debate de los asuntos públicos y motivan una mayor participación de la ciudadanía en la solución de los problemas que a todos nos atañen. Y esto no es un asunto menor, sobre todo ahora que el desánimo, la desconfianza y animadversión contra el sistema político ha ido ganando terreno en el mundo y en nuestro país.
