Como otros, el Estado mexicano está inspirado -por no decir que fue simplemente copiado- en el modelo de la Ilustración europea de los Siglos XVIII y XIX. Para entender la lógica de su diseño, puede pensarse en una mesa de tres patas: la seguridad de lo que se coloca sobre esa "mesa" depende irremediablemente de la funcionalidad de las "patas", que no son otra cosa que el poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Si alguna de esas "patas" es más larga o corta que las otras o si apunta en un ángulo inadecuado hacia el suelo o si es frágil y porosa, todo lo que se encuentre descansando sobre la mesa correrá peligro.
Mi hipótesis es que la crisis institucional sumamente grave que estamos viviendo, obedece al desequilibrio histórico en la "mesa" del Estado mexicano, en el que siempre el Ejecutivo federal -y de manera más reciente los estatales- actuó como si fuese la única "pata", restando relevancia y autonomía a los otros poderes; y, en un segundo momento, al debilitamiento casi total de esa "pata" hipertrofiada, que para colmo se encuentra infestada de las "termitas" de la corrupción.
Estoy convencido de que, en este momento de la historia, de muy poco serviría tratar de fortalecer a las otras dos "patas" de nuestra mesa: hace ya demasiado tiempo que también se encuentran podridas por la corrupción. Sin embargo, no comparto la idea de abandonar la mesa y dejar que todo se derrumbe. Contrario a lo que sostienen quienes le cantan al caos, yo no he visto todavía una revolución que, antes o después, no termine creando un nuevo grupo de opresores, muchas veces más cruentos y corruptos que los anteriores. En ese sentido, creo que una de las obras históricas más relevantes que han sido escritas es la Rebelión de la Granja, de George Orwell.
En contraste, me parece que una acción viable es permitir que nuevas "proto-patas" que se han estado gestando, se conviertan en auténtico soporte para nuestra mesa. La Auditoría Superior de la Federación -por el lado netamente institucional- y la sociedad civil articulada, son ejemplos de esos "soportes" provisionales que podrían ayudar a sostener al país, en un período de transición, que haga posible la cada vez más impostergable, refundación del Estado mexicano.
