Depresión y orgullo
Sentirse deprimido tiene muchas causas que se contraponen a la felicidad de cualquier persona; sin embargo, la depresión es un buen síntoma que nos advierte una señal de vida; cuando percibimos la ausencia de algo o de alguien especial, y cuando sentimos que ese algo o ese alguien nos falta, es porque verdaderamente la vida tiene sentido.
Este sentimiento de propiedad tiene mucho valor porque habla bien de nuestros sentimientos como seres humanos, al sentir algo o alguien como propio es porque lo propio se cuida, se protege, se defiende, se presume, se ama. Junto al sentimiento de propiedad, también es necesario saber que nada es para siempre; que lo que empieza termina, que lo que sube también baja, lo que nace muere; lo malo es que no sabemos cuándo, porque no podemos manejar a nuestro antojo las voluntades ajenas.
En toda pérdida hay un proceso de duelo, mientras nos damos el tiempo para desprendernos de lo propio y más cuando lo que nos agobia puede ser producto de nuestras culpas.
Dicen que el tiempo es el que cura todos los males, los creyentes decimos que no es el tiempo, que Dios es el que nos cura; de cualquier manera para quien sufre, hay una luz de esperanza al final del túnel, con un gran significado donde la muerte no resuelve nada.
Dicen también que lo que no te mata te fortalece y es deseable que quien sufre una pérdida tan importante en su vida salga fortalecido con la ayuda del tiempo o con el apoyo de su fe en Dios.
Pero quién sufre la pérdida de algo o de alguien valioso, debe saber que junto a él también sufre su familia, amistades y seres queridos; es una cadena en la que los seres amados están dispuestos a hacer lo justo y a veces hasta lo imposible para restablecer y recuperar la alegría y el ritmo de una vida acostumbrada.
No todas las personas que sufren una pérdida, tienen el apoyo de otros y menos cuando no hay quién a su alrededor se conduela de su sufrimiento, porque cuando el amor se ausenta, el dolor busca una salida por la puerta falsa.
Lo maravilloso es tener al lado a la familia, a algún ser querido, a un amigo; es una bendición cuando alguien se preocupa por nuestro sufrimiento, porque el dolor compartido es más llevadero y la recuperación será más pronta para celebrar con alegría el Don de la vida.
Quien ha perdido algo o algún ser querido, debe saber que el sufrimiento pondrá a prueba su fortaleza, su madurez e inteligencia para saberse importante dentro de sí y valorarse como persona. La vida da muchas vueltas y frecuentemente nos pone a prueba para saber de qué estamos hechos.
Decían en otros tiempos; que “cuando el dolor nos tumba, el orgullo nos levanta” y por orgullo, muchos le damos la mejor cara a los malos tiempos y aceptamos con resignación nuestros propios sufrimientos.
Juan Antonio Aguilar Tello,
Torreón, Coahuila.
