Refranero del Quijote
En la primera salida de su aldea en busca de aventuras, aún sin la compañía de Sancho Panza, don Quijote "encaminó a Rocinante hacia donde le pareció que unas voces salían. Y, a pocos pasos que entró por el bosque, vio atada una yegua a una encina, y atado en otra a un muchacho, desnudo de medio cuerpo arriba, hasta de edad de quince años, que era el que las voces daba; y no sin causa, porque le estaba dando con una pretina muchos azotes un labrador de buen talle, y a cada azote le acompañaba con una reprehensión y consejo. Porque decía: LA LENGUA QUEDA Y LOS OJOS LISTOS".
Eran Juan Haldudo, rico vecino del Quintanar, y su trabajador Andresillo, quien recibía los azotes por considerarlo responsable de la pérdida de unas ovejas a su cuidado. El refrán lo que aconseja es ser más observador y vigilante y menos boca suelta.
J.A García Villa
@jagarciavilla