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Ofrenda a la Virgen Morena

Ayer, 12 de diciembre, se celebró el Día de la Virgen de Guadalupe

TORREÓN, COAH.- Tres cajas de cuatro diferentes sopas, nueve kilos de arroz y un marrano de más de 200 kilos, fueron suficientes para preparar la tradicional reliquia que se ofrece a los fieles en honor de la Virgen de Guadalupe.

Hace 20 años doña Carmen Ramírez de Barrios prometió a la Virgencita, que si su bebé nacía con bien, ella ofrecería cada año un rosario en el que brindaría comida a todos los que se acercaran. Hoy ese bebé es un hombre, y fue quien ayudó con los preparativos del 12 de diciembre.

El momento cumbre de la celebración llega precisamente este día cuando luego del Rosario, niños, jóvenes, señoras y hasta señores hacen “fila” con sus cazuelas o trastos, esperando el asado y las distintas sopas que lo acompañan.

Sin embargo el trabajo empieza desde días antes, pues hay que ir a la “Alianza” o a “Abastos” para comprar todo lo necesario para la preparación del guisado.

Afuera de la casa de doña Carmen, ubicada en la calle Eglantinas número 136 de la colonia Las Dalias, se dispuso el escenario para “matar” al marrano desde el mediodía del miércoles. Se prepararon las carnitas y la chicharronada, misma que sería ofrecida para quienes “velaran” a la Virgen durante la madrugada del día 12.

Dentro de la casa se montó el altar para la Guadalupana, adornado con flores, veladoras y luces de colores. En torno a él, cerca de diez personas, entre amistades y familiares de doña Carmen, “cuidaron” el sueño de la Reina de México.

Los bailes

Todavía con los estragos de la desvelada, la dueña de la casa y su flota de ayudantes recibieron al grupo de danza “Sagrado Corazón de María” por ahí de las 10:00 de la mañana. Veinte niñas y jovencitas le bailaron a la Virgen de Guadalupe, vestidas con sus “nahuillas” verde esmeralda y sus blusas blancas. Algunas traían penachos también en color blanco, y otras sólo una pañoleta que les cubría el cabello, en símbolo de respeto para la Guadalupana. Los bailes alrededor del altar improvisado a media calle, se prolongarían hasta las 4:00 de la tarde.

Entre baile y baile no podía faltar “el viejo de la danza”, que arrancaba los gritos de los pequeños espectadores cuando se acercaba a ellos.

Lupita encabezaba el grupo de danza, quien comentó que se integraron desde el mes de noviembre como una devoción para la Guadalupana, cuya imagen acompaña sus nahuillas, bordada en lentejuela de varios colores. Las integrantes provienen de las colonias Nueva Merced y de Las Dalias.

El Rosario

Cerca de las 12:00 horas del mediodía, el grupo de danza dejó de bailar. Esperaban el arribo de la señora que dirigiría el Rosario dedicado a la Virgen de Guadalupe. Doña Elsa Meléndez llegó acompañada de su hija Mayela, quien traía consigo las hojas de los cantos para repartir entre los devotos. En torno al altar improvisado a media calle, el que también estaba lleno de flores, las vecinas de doña Carmen acomodaron sus sillas para ser parte del Rosario. Para ese momento, eran muy pocas personas, pero la cantidad de éstas se fue incrementando conforme avanzaban los Misterios.

Por ser día jueves, se rezaron los Gozosos en los que se relata la natividad del Niño Jesús. Entre cada Misterio, se escuchaban “Buenos Días Paloma Blanca” y “La Guadalupana”.

“Por la salud de toda mi familia” fue la petición de doña Carmen, al término de la oración, a la que le siguieron otras peticiones hechas por quienes se habían congregado: -“Por los que se encuentran fuera de su tierra natal”, dijo una señora. –“Por la gente que está en la cárcel”, dijo otra. En general, la petición de salud fue unánime.

Los niños aguardaban impacientes que el Rosario concluyera, y apenas escucharon el grito de “Vamos a bendecir la comida”, salieron corriendo para “agarrar fila”. La rezandera agarró una de las flores blancas del altar y la empapó con agua bendita, mientras hacía la señal de la cruz encima de cada una de las cazuelas del banquete.

Ahora sí, a repartir la comida para la que desde un año antes, se había estado guardando dinero, en la cual, según los cálculos de doña Concha, hermana de la señora Carmen, se gastaron entre seis y siete mil pesos.

La hora de la comida

Los danzantes regresaron a sus bailes y la fila ya era muy larga, tanto que se hacían dos y llegaban hasta la escuela que se ubica frente a la casa de la familia Barrios Ramírez. Aunque el sol no pegaba con tanta fuerza, como acostumbra hacerlo en verano, sí llegaba a “calar”. Los trastos llegaban hasta las señoras que repartían la reliquia, quienes servían primero las sopas. Doña Carmen se encargaba de servir el “chile”.

Durante la espera, algunos de los fieles comentaban: “esta reliquia sí está buena, por eso venimos”.

La fila se prolongó por más de una hora. Al final, las cazuelas estaban vacías, señal de que la reliquia había resultado todo un éxito. Llegaba el turno de limpiar, y esperar la llegada del siguiente 12 de diciembre.

Una promesa

Doña Carmen Ramírez de Barrios es originaria de Matamoros, Coahuila, aunque vive en Las Dalias desde hace seis años; tiene dos hijos varones, que ya están casados, y una pequeña de seis años. Cuando esperaba a su segundo hijo, el doctor le advirtió de los peligros que representaba su embarazo, pero ella, confiada, se encomendó a la Virgen de Guadalupe. A cambio de que el bebé naciera sano y sin problemas, ella ofreció realizar una reliquia cada año en su día: el 12 de diciembre.

Por su parte doña Elsa, la señora del Rosario, también tiene la tradición de ofrecer una reliquia en honor de La Guadalupana. Esta tradición la heredó de su madre, quien falleció hace siete años, quien también le heredó una imagen de bulto de la Virgen Morena.

Sin embargo, doña Elsa ofrecerá su reliquia hasta el domingo, y a diferencia de doña Carmen, ella ofrecerá mole acompañado de las distintas sopas.

El culto guadalupano

Corría el año de 1531, la paz política comenzaba a florecer en la Ciudad de México y sus alrededores. Los misioneros franciscanos y dominicos trabajaban intensamente evangelizando las innumerables poblaciones de naturales.

Por ese mismo año, un hombre de clase “macehual” o baja, iba de camino, atravesando el cerro del Tepeyac hacia la parroquia de Santiago Tlatelolco, en donde los franciscanos se encargaban diariamente de atender a los naturales. Juan Diego era originario, según se dice, de Cuautitlán, pero tenía entonces su domicilio en Tulpetlac. En ese recorrido, se toparía nada más y nada menos que con la Madre de Dios, la Virgen de Guadalupe.

La historia de la Virgen de Guadalupe está íntimamente ligada a la historia de México. Sus fastos se mezclan y no hay acontecimiento patrio del que la Guadalupana esté ausente. En sus grandes tragedias y en sus grandes triunfos, ella ha estado presente. El año de las apariciones y el inicio de su culto es, en el tiempo histórico, el del surgimiento de México como nación. La devoción a la Virgen y el desarrollo de su culto corren parejos con la creación de la sociedad mexicana y la formación de su conciencia nacional.

Pronto, se construirían altares en honor de la Guadalupana; la devoción del pueblo se propagó en todo el territorio de la colonia y la veneración por la virgen se convirtió en culto patriótico.

La Virgen de Guadalupe, con gran regocijo popular, fue reconocida por el papado y la monarquía española como la patrona de Nueva España.

El nuevo culto proporcionó fundamento espiritual autónomo para la iglesia mexicana, pues a partir de entonces se afirmó la idea de que la cristiandad americana surgió, gracias a la intervención de la Virgen de Guadalupe.

UNA TRADICIÓN LAGUNERA

Las reliquias son una tradición representativa de la Comarca Lagunera, en la que se funden las creencias religiosas, el espíritu comunitario y el arte culinario.

DEFINICIÓN: En el sentido estricto, la palabra reliquia quiere decir “parte del cuerpo de un santo, objeto que le perteneció o sirvió para su martirio que se conserva piadosamente”.

OTRAS CELEBRACIONES: De las fechas más escogidas para ofrecer reliquia, las siguientes se destacan: 19 de marzo, día de San José; 4 de julio, día de la Virgen del Refugio; 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen María; 8 de diciembre, día de la Virgen de San Juan de los Lagos; 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe.

MOTIVO: Esta comida la ofrece un individuo en particular, como muestra de agradecimiento por los favores que considera ha recibido, o espera recibir en un futuro.

PARTICIPACIÓN: Mujeres, hombres, niños, jóvenes y ancianos colaboran por igual, tanto en los preparativos de la reliquia, como en la elaboración de los alimentos y la repartición de los mismos.

PREPARACIÓN: Usualmente no se siguen recetas, las habilidades culinarias de las personas, a lo que llaman “sazón”, se adquiere por intuición más que por seguir una receta rigurosa al cocinar.

PLATILLO: La comida que se ofrece consiste en siete sopas de pasta, arroz y un guiso de carne de puerco, conocido como asado. Se trata de trozos de carne inmersos en una salsa -no picosa- hecha a base de chile colorado y muy condimentada. Las sopas son generalmente de los productos ofrecidos en el mercado ( fideo, estrella, letras, semilla, entre otras).

FUENTE: Felipe Rodríguez Romero.

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